La chica oculta y otros relatos, de Ken Liu

La chica oculta y otros relatosKen Liu se ha convertido en uno de los autores más queridos y que más entusiasmo levanta entre los aficionados a la literatura fantástica. No es fácil encontrar críticas desfavorables a los libros que ha publicado. Su primera recopilación de relatos, El zoo de papel y otros relatos, provocó sobre todo elogios en las webs dedicadas al género fantástico y mereció el premio Locus a la mejor antología en 2017. ¿Cuál es el secreto para despertar tanto entusiasmo? ¿Un estilo sencillo y cercano que cala en el lector? ¿Unos argumentos rompedores? ¿Un punto de vista diferente al occidental? ¿O tal vez sea su habilidad para emocionar al lector? No lo supe entonces y ahora, después de leer La chica oculta y otros relatos, sigo sin tenerlo claro. Los relatos de ambos libros son perfectamente intercambiables, no detecto diferencias apreciables entre unos y otros ni en forma ni en contenido, si acaso puede que haya más ciencia ficción en este último.  A los que quedaron encantados con El zoo de papel no les defraudará La chica oculta y muchos de los comentarios que se escribieron para uno podrían servir para el otro. Pero no todo ha permanecido inalterado en este tiempo, yo no soy el mismo y Liu tiene su parte de culpa.

El primer relato del libro, “Días de fantasmas”, ha bastado para traer de regreso la misma apatía que sentí hace tres años cuando llegué a la mitad de El zoo de papel. Coincidió la lectura con un septiembre extremadamente caluroso que acrecentó aún más mi desgana. Eran demasiados relatos, quince en total y más de quinientas páginas. Cuando lo terminé me sentí como si me hubiera dado un atracón de merengues y de yemas de Ávila. Lo había olvidado por completo pero mi organismo, que tiene mejor memoria, sí se acordaba y ha puesto todo tipo de trabas fisiológicas para evitar que se repitiera el empacho. Así que puedo decir que Liu me cambió, aunque no en la manera en que cabría esperar. Pero volvamos al primer relato del libro que seguramente interesará más que los trastornos de mi metabolismo. Su argumento gira alrededor de unas monedas antiguas de bronce de la dinastía Zhou que han ido pasando de una generación a otra hasta acabar en un remoto planeta al que los humanos se han adaptado para sobrevivir. Se trata de una historia que transcurre en varias épocas y que sirve a Liu para poner en valor la diversidad. Es puro Liu, y en él podemos encontrar muchos de los elementos que caracterizan sus relatos: grandes dosis de sentimentalismo, asiáticos discriminados por razón de su raza, utilización profusa de las cursivas y una trama concebida con la clara finalidad de transmitir un mensaje.

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Planetas invisibles. I Antología de ciencia ficción china editada por Ken Liu

Planetas invisiblesEl fenómeno editorial detrás de los dos Lius, Ken y Cixin, lleva aparejado la traducción de literatura fantástica como no se había visto con otro país en décadas. Este pequeño acontecimiento es tan llamativo que ha propiciado la publicación de Planetas invisibles y Estrellas rotas, dos antologías de Ken Liu que ejercen de muestrario de la mejor ciencia ficción china contemporánea. La semana pasada Mario Amadas escribió sobre el volumen más reciente, Estrellas rotas. Aprovechando la ocasión me he leído el anterior, aparecido en EE.UU. en 2016; una selección con relatos de los diez años previos, con abundantes premios locales y algunas traducciones a EE.UU. más allá del omnipresente Cixin Liu. El mascarón de proa de una literatura en expansión del que Planetas invisibles recoge dos cuentos ya traducidos: “El círculo” y “Cuidando de Dios”.

Este último figuraba en el tercer volumen de Terra Nova. Frente a la perspectiva más seria de las novelas de Los tres cuerpos o la mayoría de relatos de La Tierra errante, “Cuidando de Dios” es una sátira de la colonización y la cuestión generacional; ese qué hacer con nuestros mayores cuando se jubilen. Ambas cuestiones se sustancian en una extravagante especie alienígena con apariencia de venerables ancianos que pasan por ser los creadores de la humanidad. Tras varias visitas a la Tierra para controlar el desarrollo de su experimento, han regresado a pasar sus últimos días con su “descendencia”. Debido a su número (dos mil millones de nada), cada familia terrestre se ve obligada a dar cobijo a uno o dos de ellos, con el problema que supone tanto individual (la convivencia no es sencilla) como globalmente (los recursos necesarios para hacerlo). Cixin desarrolla este choque mediante los conflictos de uno de estos señores con los miembros de su familia de acogida. Los disparates y la incomprensión a lo extraña pareja se suceden de una ligera amargura que ayuda en la digestión del deje parabólico. Esta faceta alegórica se complementa con “El círculo”, un cuento más didáctico sobre la construcción de una máquina de calcular en un entorno medieval que se acerca a la megalomanía de los grandes timoneles y cómo su obsesión puede ser el origen de su caída. Al igual que “Cuidando de Dios”, ya había sido traducido. Con alguna modificación, formaba parte de El problema de los tres cuerpos. Esta autonomía recién ganada le sienta bien al impulsar el aroma a cuento tradicional legendario.

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Estrellas rotas. II Antología de ciencia ficción china editada por Ken Liu

Estrellas rotasCoger Estrellas rotas –la segunda antología de ciencia ficción china publicada por Alianza, después de Planetas invisibles, es como hacer un viaje a tierras lejanas y desconocidas, donde encontramos imaginarios y atrevimientos característicos de nuestro género, pero con ese aroma de novedad y frescura que aportan las literaturas emergentes. ¿China? ¿Literatura emergente? Como veremos en los ensayos finales que cierran el volumen, a la ciencia ficción, en China, le ha costado abrirse paso y darse a conocer, le ha costado existir; ha crecido en un entorno que le era hostil, que tenía programas que cumplir en el teatro cultural, y donde nadie tenía tiempo para las desmelenadas invenciones de la ciencia ficción. Así en China como en España, vemos.

Preparada, prologada y, en su versión en inglés, traducida por Ken Liu, esta antología, que, como digo, es la segunda parte de un proyecto de representación que tiene, en total, casi mil páginas, es una puerta de entrada inmejorable a una realidad no anglófona que conviene dar a conocer, que ya es hora de que se propague. Los cuentos van precedidos de una pequeña nota biográfica de los autores, para que les pongamos cara y circunstancia, y una contextualización de sus aportaciones al género. En ese sentido, tanto el prólogo y las notas, como, sobre todo, los tres ensayos del final, contribuyen a la creación de una cartografía útil, precisa e iluminadora sobre una literatura que está despuntando en un género particularmente dominado, como sabemos, por la palabra anglófona. Me parece un gesto, el incluir tres ensayos en una antología de cuentos, por otra parte, brillante, atrevido: primero porque el ensayismo sobre ciencia ficción se tiene que reivindicar, tiene que haber más y el que hay tiene que ser más visible, y, segundo, por la necesaria función analítica e interpretativa (aparte de divulgativa), con la que cumplen siempre estos textos, sobre todo si hablamos de una literatura foránea que ni siquiera en su país, por la férrea estructura cultural a la que tiene que enfrentarse, ha tenido mucha visibilidad.

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The Worlds of Robert F. Young

The Worlds Of Robert F. YoungYa he comentado en alguna ocasión mi admiración por el trabajo con los clásicos de Valdemar. Ha conseguido crear un (cierto) mercado más allá de los 20 títulos en perpetua reedición, recuperando nombres mayores o menores, más o menos populares, en unas ediciones que se reciben con una cierta expectativa, ya sea para leerlos o simplemente coleccionarlos. Mientas, la ciencia ficción continúa de cara a la pared y con las orejeras de burro bien puestas, abonada a un terreno donde más allá de una docena de nombres y un puñado de títulos extra, existe un yermo en el que se han visto sepultados una serie de escritores principales y secundarios, en un maridaje uniformador; desde el presente, sin un buen bagaje, resulta complicado discernir la relevancia de unos y de otros. Especialmente si escribiste sobre todo relatos, y agravado por haber permanecido alejado de los mentideros del fandom. Tal es el caso de Robert F. Young. Young desarrolló su carrera desde un cierto anonimato, fiel al formato breve hasta el punto que sus únicas cinco novelas comenzaron a aparecer cuando pasaba de los 60, la primera publicada en 1975 directamente en francés (la lengua en que está escrita). The Worlds of Robert F. Young fue su primera colección de relatos y abarca siete años de carrera literaria, los que van desde 1955 a 1962. Algo que no tiene mayor misterio; su primera edición fue en 1965.

Sin haber leído nada fuera de ese intervalo, es difícil hacerse una idea de lo representativos que pueden ser, pero invitan a abrir la cuestión de si el olvido en que ha caído es merecido, como el enésimo buen artesano perdido entre líneas de la historia de la ciencia ficción, o si en la escritura de relatos llegó a estar en la categoría de los Matheson, Sheckley, Bradbury… En estas páginas hay cuentos potentes que se zambullen dentro de la ciencia ficción de los cincuenta y ponen sobre la mesa las inquietudes de aquellos años, desde la fiebre por el consumo a la hipocresía detrás de los EE.UU. de los suburbios, pasando por otras cuestiones más personales como el origen del arte y las tensiones sobre su creación o su relación con la sociedad en la que emerge. En este sentido, la crítica de liberalismo económico evidente en una mayoría de cuentos ponen a Young como un narrador próximo a los valores de Sheckley, Pohl o Kornbluth, quizás sin su contundencia y filo, fiel a un trazo más melancólico cercano a Bradbury.

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El zoo de papel y otros relatos, de Ken Liu

En el relato “Lo hermoso y lo sublime” de Bruce Sterling, el escritor tejano plantea un futuro en el que los robots y las inteligencias artificiales se han hecho cargo del progreso científico, de las ciencias duras, la ingeniería, la mecánica y la investigación. Como consecuencia se produce una profunda transformación de la civilización; de la carrera tecnológica y la competitiva lucha por el control de los recursos se pasa a una pacífica utopía humanista basada en la abundancia. La “inteligencia” analítica y racional se encuentra a disponibilidad de cualquiera, por lo que ya no vale nada y los valores que rigen este mundo futuro son la la pasión, la emoción, la intuición, el amor romántico, el decoro, lo emotivo, el yo, la sensibilidad y el melodrama, donde el éxtasis estético de lo bello y lo sublime es a lo máximo que puede aspirar la humanidad.

No se trata de un relato excepcional, pero sí resulta muy interesante, ya que aquí es donde se aprecia con más claridad un recurso que Sterling ha empleado muchas veces en sus obras; nos presenta esta sociedad utópica vista a través de los ojos de sus propios miembros, lo que produce un curioso efecto en el lector, que se encuentra peleando con unos personajes que se comportan como auténticos cretinos (el efecto Laura Webster). Por supuesto, no lo son, simplemente no los podemos entender. Este recurso condiciona el relato tanto en lo formal como en lo argumental, el cuento toma forma de comedia romántica de enredo escrita en un estilo afectado, en la que se narra la historia de De Koonig, un artista de éxito que ha de recuperar a Leonia, el amor de su vida, prometida por su padre a un ingeniero fabricante de ultraligeros, el técnico Somp. Finalmente, la sensibilidad y el amor verdadero triunfan sobre la mecánica y la grasa. Al finalizar el relato, asistimos a la escena de despedida entre el triunfante De Koonig y un abatido Somp, un socialmente torpe morlock representante de la vieja cultura ya obsoleta, que se ha quedado compuesto, sin novia y sin ultraligero. —Maldita sea —le espeta un amargado Somp a De Koonig—, nosotros fabricamos cosas, intentamos entender el mundo, no nos dedicamos a recitar de memoria versos de Catulo en latín para ligar en la oficina. Moñas, que eres un moñas. (Traducción muy creativa de mi cosecha).

Pues bien, El zoo de papel podría ser perfectamente una obra escrita por De Koonig, apologética de los valores de este mundo creado por Sterling, y yo sería Somp, el amargado técnico sin futuro.

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El muro de las tormentas, de Ken Liu

El muro de las tormentasComprar el primer libro de una trilogía en España siempre ha tenido mucho de acto de fe; pocas veces existe el compromiso explícito de seguirla hasta su conclusión. Y de tenerlo, tampoco se suele apuntar cuándo puede hacerlo. Por eso valoro la labor de Alianza con los libros de La dinastía del diente de león de Ken Liu. Su primer volumen, La gracia de los reyes, llegó a las librerías hace menos de un año y su continuación, este El muro de las tormentas, lo ha hecho apenas medio año después de aparecer en inglés. A esto hay que unir el cuidado estándar de publicación: la tapa dura, los mapas a color, la calidad del papel, una aseada edición… Todo un acierto por parte del equipo detrás de la colección Runas.

En La gracia de los reyes Ken Liu abordaba un relato de tintes clásicos centrado en el nacimiento de una dinastía y el proceso de construcción de su imperio. Su principal interés y, a la sazón, lo atractivo de su lectura derivaba de cómo crecía su historia principal a medida que se adherían a ella multitud de historias más pequeñas. Cómo un narración épica sobre el poder, su conquista y sus consecuencias se sostenía muchas veces sobre la espalda de una miríada de personajes de las más variadas procedencias. Siguiendo esta línea, El muro de las tormentas se convierte en una obra más compleja y heterogénea. Liu incorpora facetas inéditas del escenario y profundiza en aspectos ya vistos mientras los enriquece con nuevas capas.

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La gracia de los reyes, de Ken Liu

La gracia de los reyesDentro del fandomverso se había creado un enorme interés por la primera novela de Ken Liu, autor de un puñado de celebrados relatos de ciencia ficción dispersos entre varias antologías (Terra Nova, Cuentos para Algernon, A la deriva en el mar de las lluvias). Si alguien se guía por estas traducciones para prever qué puede encontrar en La gracia de los reyes se llevará una sorpresa. Tras un puñado de historias en las cuales abordaba temas como el desarraigo, las relaciones paterno-filiales o la importancia de la memoria con un tratamiento mayormente intimista, su opera prima rompe cualquier expectativa con una fantasía épica de inspiración oriental y tintes muy muy muy clásicos a la contra de los tiempos.

En las dos últimas décadas la fantasía contemporánea más próxima a este subgénero ha aparecido dominada por personajes ambiguos, diálogos repletos de poses e ingenio, continuos giros en el argumento… Frente a esto, en cada recodo de La gracia de los reyes Ken Liu se esfuerza por destilar la armonía de lo tradicional. Recupera el aire de leyenda de la China antigua en un relato sobre la contienda entre los diversos reinos previos a la formación de un Imperio y la nueva estructura opresora. En un panorama vasto, cuenta una guerra civil a través de un narrador omnisciente con un tono añejo y dos protagonistas que atienden a arquetipos básicos en la narrativa épica: el pícaro y el guerrero.

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Terra Nova vol. 3

Terra Nova vol. 3El tercer volumen de Terra Nova, publicado hace aproximadamente medio año, supone en algunos aspectos un avance respecto al volumen anterior. Por ejemplo a la hora de atraer la atención de sus posibles compradores, con una ilustración de cubierta bastante más adecuada para un público alejado del (micro)fandom. Sin embargo, en lo que a la selección se refiere, la cosa me ha parecido más desigual. La mitad del volumen se fía a tres relatos largos/novelas cortas, situados de manera consecutiva al final y gran parte de la valoración está condicionado por la impresión que produzcan. En mi caso particular, dos me han parecido tan tan flojos que han amargado mi percepción de la antología, con tres o cuatro relatos entre lo mejor de 2014. Especialmente por uno, sin duda entre lo peor publicado con diferencia y, para más inri, ganador de aquel curioso certamen ideado por los editores de la colección para dinamizar la participación de autores hispanos.

Comenzando por los no escritos en castellano, Terra Nova vol. 3 se abre con “El héroe” “El jugador”, de Paolo Bacigalupi. El autor de La chica mecánica explora la influencia que los padres tienen en sus hijos a través de un periodista de Laos emigrado a EEUU. Para indagar en esa conexión, encadena dos narraciones en paralelo: en la principal cuenta su labor mientras se relaciona con la redacción y las noticias, en un entorno donde el peso de las redes sociales y la interacción con los lectores lo domina todo. Mientras, en la “secundaria” se retrotrae a su infancia en Laos y la caída en desgracia de su padre; cómo sus principios estaban por encima de cualquier otra consideración. El clímax en este plano da pie a la resolución en la cual queda claro que es fiel hijo de su padre.

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Cuentos para Algernon, año II, selección de Marcheto

Cuantos para Algernon Año IIHay cosas que por repetidas terminan pareciendo baldías. Sin embargo no conviene dejar de incidir en ellas: la labor de presentación de nuevos autores de narrativa breve en inglés que está realizando Marcheto, alma mater de Cuentos para Algernon, no tiene precio. Al ritmo de un relato mensual, una antología al año, está en proceso de erigir un hito que, al menos, parece que ha calado entre los aficionados a la ciencia ficción, la fantasía y el terror del núcleo duro; de ahí el merecido premio Ignotus como mejor página web de año 2013, compartido con la hasta ahora casi invencible La tercera fundación. Hace tres meses presentó el segundo volumen de su antología con todos los relatos publicados durante el año anterior, excepto “Pequeña américa”, de Dan Chaon, cuyo autor no dio el visto bueno para aparecer en ella.

Puestos a comenzar por algún lugar, me gustaría destacar el pequeño especial dedicado al humor situado al final de la antología; una tipología narrativa que, como bien comenta la antóloga, apenas cuenta con reconocimiento por parte de lectores y crítica. No tanto hacia los autores que la han cultivado en sus diferentes vertientes (Robert Sheckley, Fredric Brown, Kurt Vonnegut, Philip José Farmer) como hacia las obras en sí, incluso las más brillantes olvidadas en beneficio de otras de (un supuesto) mayor calado o, muchas veces, más vacías pero de temáticas más afines al grueso de lectores.

La aportación de este Cuentos para Algernon es un tanto desigual y honestamente me cuesta ver el ingenio insidioso de los autores citados en la selección de relatos, especialmente en los dos últimos. Aun así “La llamada de la compañía de tortillas”, de Ken Liu, como sátira de los cuentos lovecraftianos en clave mercadotécnica, y “Un Opera bello Spazio”, de Oliver Buckram, una vibrante ópera espacial en el sentido más estricto de la palabra, irradian ingenio y funcionan como sátiras de sus dos blancos respectivos. Incluso el de Liu es un artefacto sagaz que va más allá del guiño al maestro de Providence y extiende sus tentáculos hacia terrenos como la mercadotecnia o el espionaje industrial. Arena de otro costal son el segundo cuento de Buckram, “Media conversación, oída desde el interior de una babosa inteligente”, cuya principal virtud es su brevedad, y “De mat y mates”, de Anatoly Belilovsky, supongo que porque el humor apela a valores todavía más personales que cualquier otro tipo de ficción. No terminé de encontrar la gracia a esta historia sobre las conexiones que una pasión puede llevar a establecer entre personajes de lo más diverso sometidos al caos del mundo.

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Terra Nova vol. 2

Terra Nova vol. 2

Un año después del primer Terra Nova nos llegó el segundo volumen, con un claro salto cuantitativo: más páginas, más autores, más traducciones. La principal artífice de este impulso es la nueva editorial bajo la cual se publica: el nuevo sello del conglomerado Penguin Random House Mondadori (¿me olvido de alguien?), Fantascy, que ha apostado por la antología seleccionada por Mariano Villarreal y Luis Pestarini como uno de sus buques insignias. La consecuencia más evidente se puede observar en la edición en papel de la nueva entrega: ha multiplicado su visibilidad varios órdenes de magnitud. Además, respetando el precio anterior, la edición electrónica está por debajo de los 4 euros; un acicate para cualquier lector con ganas de acercarse a la ciencia ficción más actual en formato breve.

Cualitativamente, sin haber leído al completo el primer volumen, me atrevo a decir que también hay una ligera mejora. Echo en falta historias de entidad equiparable a “El zoo de papel” de Ken Liu o “El ciclo de vida de los objetos de software”, pero el nivel medio está más cohesionado. Ayuda que más de la mitad de los once relatos sean extranjeros, además de la relativa “trampa” hecha con el material escrito en nuestro idioma; cuatro de las cinco piezas habían sido publicadas con anterioridad.

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