Los arácnidos, de Félix J. Palma

Los arácnidos

Los arácnidos

Entre los autores de los últimos años que han cultivado la literatura fantástica y han publicado en colecciones y revistas de género, hay uno que, a pesar de la calidad media de su obra, ha permanecido arrinconado en un triste segundo plano alejado de la atención del aficionado. Quizá porque se ha dedicado casi por completo a la creación de relatos y estos son obviados sistemáticamente por la mayoría de los lectores a la hora de seleccionar o alabar sus lecturas; quizá porque sus novelas no han aparecido en editoriales afines; quizá porque su enfoque del fantástico ha derivado hacia una perspectiva alejada de los cánones que estamos habituados a consumir. Su nombre es Félix J. Palma y Los arácnidos su más reciente colección de relatos. Un excelente vehículo para comprobar hasta qué punto es injusta esta realidad.

El calificativo que mejor se ajusta a esta recopilación es idiosincrásico. En Los arácnidos se observan con claridad meridiana las señas de identidad que Palma ha mantenido durante los últimos años, en los que ha compuesto un universo narrativo atractivo, tan genuino como coherente. Una serie de narraciones enclavadas en nuestra España actual en las que individuos de clase media con una vida “normal” deciden, tras un hecho a priori casual, romper de alguna forma su anodina rutina diaria. Un conjunto de estampas cotidianas en las que el azar, los deseos no consumados, la envidia, la avaricia,… consuman, a priori, nimias catástrofes personales de insospechadas consecuencias. Y, a veces, en este contexto, se cuela un levísimo aire fantástico que potencia determinados aspectos de la narración.

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Fabricantes de sueños 2005

Fabricantes de sueños 2005

Fabricantes de sueños 2005

Fabricantes de sueños puede parecer, a primera vista, una antología de relatos un tanto presuntuosa. Pretende recoger, nada más y nada menos, los mejores cuentos de ciencia ficción, fantasía y terror publicados cada año en España. Sin embargo en el mercado anglosajón es de lo más corriente encontrar títulos como The best science fiction of… así que la A.E.F.C.F.T. hace muy bien en seguir patrocinando este tipo de libros por más que muy a menudo no dejen de tener un cierto carácter subjetivo, en función del número de páginas –unas 240– y de las opiniones de cada antologista.

El volumen correspondiente a 2005, que recoge lo mejor de 2004, ha sido seleccionado por José Carlos Canalda, Antonio José Cervero y José Vicente Ortuño. Y aunque, como es casi obligado en este tipo de proyectos, es un tanto irregular no es menos cierto que merece la pena hacerse con él, más que nada por la existencia de un par de joyas irremplazables. En total nos encontramos con diez cuentos: cuatro de terror, uno de fantasía y cinco de ciencia ficción, aunque queda claro que el miedo es el gran protagonista de este libro ya que tanto el relato de fantasía como uno de los de ciencia ficción funcionan perfectamente dentro de este registro.

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Su cara frente a mi, de Luis Ángel Cofiño

Su cara frente a mi

Su cara frente a mi

Cárcel de París, año 2285. Dos policías interrogan a Rose Dunford, reclusa de 33 años legales –en su cuerpo actual–, 68 físicos –de vida acumulada– y 109 subjetivos –por efecto de un viaje relativista– condenada a dos cadenas perpetuas que deberá cumplir en su integridad como autora material de un horrible crimen. Pero Rose no es una vulgar asesina, sino toda una leyenda: tomó parte en la expedición europea que descubrió un planeta de características similares a la Tierra primigenia, colaboró en la operación de rescate del cadáver de su marido, también astronauta –hecho que le deparó una indeseada popularidad– y se convirtió en epicentro de una vorágine de acontecimientos que la condujeron a su actual situación. En la sala de interrogatorios, recuerda…

A principios del siglo XXIII, Estados Unidos y Europa son potencias tecnológicas enfrentadas en una carrera espacial cuya meta es enviar la primera nave tripulada a Alpha Centauri, el sistema estelar más próximo al sol. Los norteamericanos apostaron por el uso de tecnología tradicional –motores de fusión de hidrógeno–, en un periplo que les ocuparía decenios. En cambio, el bloque europeo prefirió investigar una alternativa más razonable y finalmente logró desarrollar el revolucionario motor Flash de antimateria, que permitía velocidades relativistas a un décimo de la velocidad de la luz. A la expedición de Rose le acompañó la suerte al descubrir un planeta potencialmente colonizable, pero el precio que se debió pagar por ello fue muy alto: la vida de su marido y otros tripulantes.

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Vacío perfecto, de Stanislaw Lem

Vacío perfecto

Vacío perfecto

Hay quien dice que Vacío perfecto es un libro de ficción, que su autor, Stanislaw Lem, en realidad existe. Yo no lo creo así y como yo hay otros muchos que, al contrario de la mayoría de académicos y lectores, dudan ya de la existencia de tal señor, de que éste fuera polaco y de que esté considerado como uno de los mejores escritores del siglo XX. Desde que se dispone del Language Analizator Technical Atomizer, superordenador puesto en funcionamiento en la Univesidad de Arizona de forma experimental, en el primer trimestre del año 2002, no es ya tan fácil afirmar esto.

En realidad Vacío perfecto es una trampa lógica, un artefacto semántico, un arma usada en una guerra en la que combatieron científicos, lógicos y miembros de agencias de seguridad de oriente y occidente durante los largos años de la guerra fría. No voy a abundar en la historia del siglo XX y en sus derivaciones ocultas, salidas a la luz solo muy recientemente. Hay una amplia bibliografía que da cuenta de aquella época. La información que nos atañe en cuanto a Lem y su existencia, aparece en la excelente tesis Lem y constructos filosófico-artísticos en la Europa del este de Margaret Goonell, uno de los primeros productos del equipo de analistas que trabajó con el LATA y que tuvo acceso la documentación que la caída del muro puso al alcance de occidente.

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