Un minuto antes de la oscuridad, de Ismael Martínez Biurrun

Un minuto antes de la oscuridad

De todas las novedades anunciadas por Fantascy para esta primera mitad de 2014 me interesaba sobremanera Un minuto antes de la oscuridad. Una novela que explora una serie de temores tácitamente arraigados entre los lectores de clase trabajadora con ínfulas de clase media. La mayoría de sus personajes se asoman a un abismo construido en base a grandes raciones de rutina e incertidumbre, esperanza y mentira; un cocktail saturado de amargura que funciona como un incisivo reflejo de la España acomodada de hoy en día.

Su puesta en escena incluye varias crisis. La más importante, y a la postre mejor construida, atañe a su pareja protagonista: el matrimonio formado por Ciro y Sole. Ciro es un profesor universitario en un Madrid al borde del colapso. Por el día asiste a su facultad a pesar de que sus aulas se hallan bajo mínimos; la mayoría de sus compañeros y alumnos ya han huido hacia unos refugios en las provincias de la meseta, unos lugares con connotaciones cuasi míticas de los que apenas se sabe nada. Y cuando termina su jornada regresa a los suburbios para reunirse con su familia y sus vecinos; a quemar una basura que ya nadie recoge, comentar las últimas noticias sobre el declive y planificar acciones para resistir hasta la aparición de los brotes verdes, esa luz al final del túnel que no termina de llegar. Su mayor preocupación viene de los ataques de los denominados hawaianos; hordas que deambulan por el extrarradio de la capital mientras atacan a sus habitantes de manera aleatoria. La masa informe a la que nadie hace frente y que amenaza con devorarlos.

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14 maneras de describir la lluvia, de Daniel Pérez Navarro

14 maneras de describir la lluviaBajo este sugerente título se halla una novela peculiar sobre una hija, un padre y el misterio que ambos ocultan. Un enigma relacionado con la profesión del padre y el origen de su hija que pone en peligro a todos los que se relacionan con ellos. Lo refrescante viene del camino elegido por Daniel Pérez Navarro para construir esta historia sobre el cambio generacional en un pueblo del litoral Mediterráneo, con gotas de thriller y de tebeo de superhéroes underground.

Como el propio autor ha revelado, en el estilo de 14 maneras de describir la lluvia se adivina la influencia de El Jarama. Tengo demasiado atrás en el tiempo la obra de Sánchez Ferlosio, pero se puede encontrar su rastro en cómo Pérez Navarro ha enfocado al narrador omnisciente. Al igual que el de El Jarama, es completamente imparcial; no se entromete en la narración y prescinde de acotaciones que suelen sobre explicar los hechos. Tal ejercicio de objetividad tiene un precio. Estamos demasiado habituados a que se nos describa con pelos y señales qué piensan o qué les ocurre a los personajes. La eliminación de parte del contexto implica, primero, un distanciamiento que puede derivar en una ligera dificultad para comprender la narración; y, segundo, dota de una importancia decisiva a los diálogos.

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Saga, de Brian K. Vaughan y Fiona Staples

Saga

Saga

Seguramente hayan sufrido alguna vez el síndrome Soy leyenda cuando un producto cultural, ya sea película, serie de tv, novela o tebeo, triunfa entre crítica y público y a usted no sólo le parece incomprensible que semejante pufo pueda gustar a un ser vivo que no esté corrompido por un extraño virus, sino que además le resulta odioso y aborrecible, más aún, le ofende personalmente, es decir, no sé como os puede gustar esa puta mierda, joder. Y venga todo Dios a dar la turra con lo mismo, hasta que acaba uno encerrado en casa, pasando las noches abrazado a la recortada, odiando muy fuerte y soltando espumarajos en un blog, con la convicción febril del que sabe que todo el mundo es idiota menos él.

A mí esto no me ha pasado nunca, cuidao, pero me puedo imaginar perfectamente cómo se debe sentir un pobre desgraciado al que, por poner un ejemplo completamente al azar, no le haya gustado Saga, el tebeo de ciencia ficción de Image Comics que lo está petando entre público y crítica (tres Eisner y un Hugo en 2013) desde que comenzó a publicarse allá por 2012.

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La invención del pasado, de Miguel-Anxo Murado

La invención del pasadoAl comienzo de cada capítulo del libro de Lengua que tuve en 3º de EGB había un texto a una columna acompañado de una ilustración a toda página. Había cuentos, relatos históricos más o menos relevantes… Uno de ellos estaba dedicado a la batalla de Covadonga y en su ilustración correspondiente se veía sucumbir una columna de soldados sarracenos en una estrecha garganta por la acción de las piedras arrojadas desde lo alto de las montañas por los cristianos.

Así es como arraigan las leyendas en el imaginario colectivo.

Tres o cuatro años más tarde fui con la coro del mismo colegio a visitar Covadonga. Recuerdo que, mientras viajaba en el autobus, esperaba encontrar de alguna manera el lugar que había recreado a partir de aquella ilustración. Como pueden suponer, no lo encontré por ningún lado. Un par de años más tarde, ya en el instituto, subí a los Lagos y todavía esperaba ver algo remotamente parecido a aquella garganta angosta; el lugar en el que unos pocos podrían haber hecho frente a miles; algún objetivo que mereciera el esfuerzo de las tropas musulmanas. No vi nada semejante.

Fue una manera tan buena como cualquiera otra de darme cuenta que la Historia no siempre es como te la cuentan.

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Dog Soldiers, de Robert Stone

Dog Soldiers

Dog Soldiers

No soy muy aficionado al género negro, no sé muy bien porqué. Debe ser por culpa de esa media docena de cromosomas que me sobran, que tampoco me permiten disfrutar de un western clásico a la hora de la siesta, como es obligado en un padre cuarentón o contemplar un buen melodramón de llorar sin torcer el morro. Así que llegué a Dog Soldiers a través de William Gibson. Creo recordar que en el foro de su página web alguien le preguntaba, o se quejaba, de que en sus obras más recientes (de Mundo espejo en adelante) los personajes eran hermanitas de la caridad y del buen rollo a diferencia de lo que ocurría en la trilogía del Sprawl, por ejemplo. Yo, personalmente creo que el sufrido fan no se atrevía a reprocharle al ídolo que le veía acomodado, perdido en estructuras argumentales que se repetían de un libro a otro, rematadas por finales blandos y sin contundencia. Gibson respondía amablemente con un “ej lo que hay” y que si quería leer una novela en la que los personajes se hacían cosas muy desagradables unos a otros, y que, además, habían influido mucho en la forma de construir los argumentos de las novelas del Sprawl (sobre todo en Conde cero, añado yo), que se leyese Dog Soldiers de Robert Stone. Y cómo a mí me gusta mucho leer novelas sobre gente que se hace cosas muy desagradables unos a otros, pues para allá que fui.

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Sindbad en el país del sueño, de Juan Miguel Aguilera

Sindbad en el país del sueñoA Juan Miguel Aguilera, según el agradecimiento final de Sindbad en el país del sueño, le interesaba escribir una novela de fantasía oriental. Y según la dedicatoria inicial siente admiración por Ray Harryhausen… De ahí que esta novela tenga algo de Las mil y una noches y de las películas de Simbad rodadas por el maestro de los efectos especiales. Pero se pueden encontrar más referencias en su interior. Una es a Vathek, de William Beckford, obra gótica-oriental inspirada por la primera traducción occidental de Las mil y una noches presente en el nombre de la ciudad destino de este viaje de Sindbad, y en la atmósfera de toda la narración, aunque por supuesto sin su perversidad. Beckford también usó como personaje a Eblis, trasunto de Lucifer para los musulmanes. Además está, y no es coña, La guerra de las galaxias en la batalla de las alfombras voladoras, en mi opinión subconscientemente (o quien sabe si conscientemente).

Tras la pista que encuentra en el diario de un artesano misteriosamente desaparecido, Sindbad inicia su viaje para colmar su ansia de aventuras y, cómo no, para ayudar a una mujer de escándalo. Curiosamente, y tomando como base lo “avanzado” de la ciencia del mundo árabe en la supuesta época en que se desarrolla, la novela tiene ciertos toques steampunk. Muchas de las referencias a personas reales son de científicos de la antigüedad que al no vivir en la oscura edad media europea elaboraron ideas que no verían su desarrollo hasta la modernidad (como por ejemplo la teoría de la evolución y el uso del vapor como sistema de propulsión).

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Para una autopsia de la vida cotidiana, de J. G. Ballard

Para una autopsia de la vida cotidianaPara una autopsia de la vida cotidiana es un libro que recoge cuatro entrevistas realizadas a J.G. Ballard entre 1982 y 1991. Ha sido publicado por la editorial argentina Caja Negra y contiene un breve prólogo de Pablo Capanna, que sitúa a J.G. Ballard para aquel que no lo conozca. Los originales aparecieron en revistas inglesas y estadounidenses de temática cultural no especializadas de literatura, más interesadas en la visión del autor que en su obra escrita.

En estas entrevistas encontramos a un autor consagrado (ya ha publicado Crash, Rascacielos, Hola, América y Compañía de sueños ilimitada). Vive solo en los suburbios, interactuando poco con la sociedad, viudo desde hace años y con los tres hijos independizados, afirma sentirse huraño ante reuniones sociales. Con sus comentarios trasmite la impresión de llevar una rutina tranquila: escribe, lee, pasea, cuida el jardín y ve la televisión por la noche. Ballard no parece hablar con emoción, resulta reflexivo y, quizá, desapasionado. Deja clara su falta de interés en convertirse en un personaje público, prefiere disfrutar escribiendo y leyendo las publicaciones médicas y científicas a las que está suscrito.

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