Feliz cuarto de siglo cYbErDaRk.NeT

Cyberdark

Es gracioso lo que hace el tiempo con mis recuerdos. Mientras que otras personas son capaces de reconstruir conversaciones al pie de la letra como si citaran el diálogo de un clásico del cine, servidor ha terminado con una macedonia de retazos que tengo que detenerme a conectar mientras pienso cuándo y cómo sucedieron. Siempre a tientas valorando lo que pueden haber inyectado mis emociones o el simple paso del tiempo. De ahí, por ejemplo, que escriba tantas reseñas. Son mi agarre para recuperar ideas más allá de saber que leí un libro en concreto.

No recordaba si fue en marzo o en abril del año 2000 cuando David Fernández envió a varias listas de correo el mensaje con la creación de una base de datos con libros de ciencia ficción y fantasía: cYbErDaRk.NeT. No encuentro evidencias en La Internet, o al menos con la mierda de buscadores que tenemos a estas alturas del siglo XXI; ese gigantesco zoco en que se han convertido Google, Bing, el SEO y el resto de monetizadores de nuestro día a día en la red. Ir al lugar donde se produjo el anuncio es imposible (ya no queda rastro de yahoogroups). Con curiosidad he recurrido a la siguiente evolución del medio preguntándole a ChatGPT. Y se ha inventado todo, desde la fecha hasta las personas que colaboraban con la web. Al menos ha mostrado que en las formas es un campeón. Cuando incapaz de proveer una mínima fuente se lo he señalado, me ha pedido muchas disculpas.

McLuhan sacaría conclusiones apasionantes de estos tiempos.

El hecho es que fue el 29 de febrero de 2000 cuando llegó aquel mensaje. Al menos así lo tengo escrito en Aburreovejas. Uno de los contados fragmentos que quedan de aquella época, a la espera de que alguien los conecte a través de una historia. Mientras un explorador de la cultura popular cartografía (o no) lo que quede de esos vestigios entre los que los vivieron, un cuarto de siglo más tarde todavía se puede acudir a su legado como testimonio.

Veinte años después de su creación ahí continúa La tercera fundación, la base de datos literaria más importante en castellano, heredera de Cyberdark (y Terminus Trantor). Una referencia indispensable para cualquiera que realice una mínima investigación sobre cualquier texto de fantasía, ciencia ficción o terror publicado en nuestra lengua. Miedo da pensar lo que ocurrirá cuando la asociación detrás de su conservación, Los Conseguidores, padezca el transcurrir de los años como lo padecemos el resto. También queda la tienda que ayudó a mantenerla, resistiendo el embate de Amazon contra todo pronóstico. El único lugar donde todavía se puede acceder a ciertos libros que, aunque parezca mentira, no están disponibles en el gran mercado.

Sigue leyendo

Niebla y ruinas, de Eva Cid

Niebla y RuinasAun recuerdo cuando Miquel Barceló etiquetaba como “papanatismo dickiano” la defensa de la importancia de la persona detrás de Tiempo desarticulado, Los tres estigmas de Palmer Eldritch, Una mirada a la oscuridad… Como si argumentar la relevancia de uno de los autores imprescindibles para comprender la segunda mitad del siglo XX y este inicio de siglo XXI implicara la pertenencia a algún tipo de culto. En un nuevo caso de “consejos doy que para mi ya sabes”, es el mismo discurso que sostuve durante tres o cuatro años después de fracasar en mis primeras intentonas con Dark Souls y Bloodborne; dos juegos que han marcado un antes y un después tras su lanzamiento. Veía mucho de secta detrás de la pasión desaforada por su manera hermética, entonces decía perezosa, de entender la narrativa; su acercamiento casi imposible para cualquiera que no tuviera o pudiera desarrollar una habilidad notable en el control del personaje; la necesidad de un estudio minucioso de sus mecánicas para poder encontrar la manera de sacarlas partido y avanzar en sus escenarios a cada cual más demencial. Hasta que un día (abril de 2022) me di de bruces con Elden Ring y terminé entregando la cuchara.

Desde entonces he sufrido, progresado, profundizado en todos los que llevan la coletilla Souls, salvo el II; un detalle que abunda en mi imperfección como “fromita” y mi voluntad por enmendarme. También ando interesado en profundizar en lo que tienen detrás. Averiguar qué cuentan sin necesidad de leerme las descripciones de cada objeto hallado durante la partida; racionalizar los resortes que han tocado para cautivarme. Además de los vídeos de aficionados como Acre o el trabajo de Adrián Suárez, no he encontrado nadie que lo exponga mejor que Eva Cid. Dolmen ha reunido en Niebla y ruinas una serie de textos (dos o tres por cada título) sobre los videojuegos creados por Hidetaka Miyazaki para From Software desde Demon’s Souls. Sin entretenerse en extensas presentaciones ni argumentaciones secundarias, utilizando entre 1000 y 3000 palabras, Cid entra al meollo de cada título de manera certera para exponer la claves sobre las cuales se sostienen. Deja al desnudo la maestría de unas producciones donde el lugar narrativo, las mecánicas que ponen en marcha, las exigencias sobre el jugador, quedan interconectadas a niveles casi absurdos sobre los cuales merece la pena detenerse para observar cómo se realimentan.

Sigue leyendo

El pequeño Quentin Tarantino va al cine

Quentin Tarantino

La película empieza en la página en blanco. Aunque lo primero sea, seguramente, la inesperada presencia de una imagen o una idea en la mente, el primer paso en la hechura de una película, en lanzar esa imagen al camino hacia ser una obra, se da en la página en blanco. Esto, que puede parecer o ser tautológico, no lo es tanto si pensamos en la cantidad de directores –abrumadora cantidad de directores– que esperan, sentados, a que les caiga un guion interesante para ponerse a dirigir, a orquestar a su manera un mundo que no es suyo. Y Tarantino siempre se ha preciado de ser el autor de sus guiones, de sus diálogos, de sus personajes, o sea que no fue ninguna sorpresa ver que publicaba, por fin, un libro sobre cine. En Meditaciones de cine / Cinema Speculation hay menos name-dropping del que uno esperaría dada la afición al guiño cultural que ha sembrado en su obra, y en cambio lo que sí tenemos es un libro sobre cine que se lee casi diría como unas memorias: las películas, sí, pero sobre todo lo que vemos aquí es el hecho de ir al cine como hecho fundacional en la memoria de Tarantino.

Tarantino eleva sus visionados a categoría de acontecimiento, de evento decisivo en su vida, como quien habla de hechos históricos que han marcado un antes y un después político y personal. Recuerda qué comentaron su madre y su padrastro volviendo a casa en coche después de ver una película, recuerda qué sintió al ver tal o cual película, y toda esa constelación de hechos y anécdotas que rodean el hecho principal de ir al cine quedan grabados en la mente de ese crio que décadas después escribirá este libro que comento hoy en esta página. Como digo, es una memoria de los primeros pasos de su cinefilia. Y eso al leer te lleva a tu propia, parecida nostalgia espoleada por tus películas formativas, las que te han sido más formativas. El aspecto social, compartido, de las salas de cine es uno de los elementos vertebrales de la experiencia cultural para Tarantino. Uno de los que más recuerda y a los que más importancia da. A las estrepitosas, increpadoras reacciones del público en las sesiones de los estrenos blaxploitation. Aspira a eso como director. A la ebullición social prendiendo en la sala de cine, por el cine.

No sé si hago bien o no pero creo que no mencionaré los títulos que comenta el autor. Para mí fue una sorpresa y una alegría ir descubriendo, página a página, las películas, anticipando nombres e interpretaciones, o sea que prefiero dejar esa ventana abierta para que pueda sentir lo mismo quien lea el libro por primera vez. Lo que sí puedo decir es que los referentes aquí son menos obscuros de lo que podríamos esperar dados sus guiños, sus homenajes al cine tradicionalmente despreciado en su obra.

Sigue leyendo

Cinco duros Vol.2: 1988-1989, de Diego Vargas Pardo

Cinco Duros vol.2Es de alabar la labor de Diego Vargas para armar la historia de la industria del videojuego en España. Tras el primer libro de Cinco duros, delimitado temporalmente al período 1981 a 1987, ha aumentado el número de personas entrevistadas para abarcar nuevos proyectos, campos, empresas. Así completa huecos que quedaron por tratar en ese período de manera que todo lo que atañe al bienio 1988-1989 tenga sentido. Cubre el origen de las revistas (Microhobby, Micromanía), la génesis de las aventuras conversacionales o los primeros pasos de lo que después sería el Centro Mail mientras entra en el cenit de la producción de juegos de 8 bits en España. Esta decisión libra la posible confusión de ir hacia atrás y hacia adelante en el tiempo y enriquece su historia del fenómeno de los microordenadores en nuestro país.

En esta línea, además de las grandes producciones (varios juegos deportivos, Mad Mix Game, Navy Moves, Viaje al centro de la tierra, Mot), se acerca a grupos de programadores menos documentados en una iniciativa de finalidad comprehensiva. Me ha gustado la parte en la cual Luis López, Luigi, habla sobre la creación de juegos exclusivos para MSX en Topo (Colt 36, Temptations, Ale Hop), una de esas marcianadas que se salía de los ports directos del Spectrum que se convirtieron en un estándar. También hay lugar para la “serie B” (Ibersoft y su Sabrina), la producción amateur (Código Soft y sus intentos de hacer videojuegos en Palencia), ciertos detalles de programación curiosos (ojalá más), el rebote de precios de los videojuegos después de un boicot proveniente del Reino Unido…

En esta polifonía hay de nuevo espacio para temas sensibles. Tiene su miga todo lo que rodea a la aparición del Turbo Girl y su campaña de promoción en Micromanía; una labor de mercadotecnia que elevó a la categoría de hito de su época un juego mediocre que después no tuvo las ventas esperadas (para incomprensión de sus programadores). Se cuenta la salida de varios trabajadores de Topo para fundar Animagic, el estudio detrás de Mortadelo y Filemón 2. O la odisea de Ulises (guiño, guiño), que debiera haber publicado Dinamic y terminó en Opera después de unas vicisitudes en las que la primera pasó de las condiciones pactadas y la segunda parece que amenazó con una demanda por incumplimiento de contrato. Digo parece porque, como otras veces, no se dispone de la opinión de la otra parte (ya pasó con el Fernando Martín; aquí vuelve con una ilustración de cubierta “desaparecida”). Se pierde la oportunidad de abarcar estos desencuentros desde ambas partes.

Sigue leyendo

Una memoria llamada imperio, de Arkady Martine

Una memoria llamada imperioYes, But. Seguro que os habéis encontrado por Internet con alguna de las viñetas que Anton Gudim publica bajo ese título. Nos muestra, por ejemplo, una bolsa de la compra hecha de tela (yes) y a continuación esa misma bolsa repleta de productos envueltos en plástico (but), o nos enseña un flamante gimnasio para gatos (yes) y luego vemos al minino jugando con la caja en la que venía el juguete (but). Me temo que Una memoria llamada imperio, la novela debut de la estadounidense Arkady Martine, es un poco así, como una viñeta de Gudim.

Yes: Nada más arrancar, la historia nos transporta a Teixcalaán, un imperio galáctico que abarca un centenar de sistemas solares, para presentarnos a Mahit Dzmare, habitante de la pequeña estación independiente de Lsel (un toroide de treinta kilómetros de diámetro «suspendido en el punto de equilibrio entre un sol próximo y el planeta útil más cercano»). Mahit viaja rumbo a la capital del imperio para ocupar el cargo de embajadora. Es joven e inexperta y sabe que, a pesar de su exhaustiva preparación académica, no le será fácil desenvolverse en la rígida sociedad teixcalaanlí, donde la poesía no solo es un arte, sino una forma habitual de comunicación. Pero cuenta con un arma secreta: tiene parte de las memorias de su antecesor almacenadas en un implante neuronal —todavía no se ha acostumbrado del todo a esa voz socarrona que de vez en cuando irrumpe en su cabeza—, lo que sin duda la ayudará a moverse en la maraña de engaños e intereses cruzados en la que está a punto de zambullirse…

But: …y de repente, allá por la página sesenta y tantos, Mahit y dos altos dignatarios a los que acaba de conocer se ponen a jugar al «pacto de la verdad», que consiste en que cada uno confiesa a los demás un secreto que todos se comprometen a guardar. La perplejidad hace que deje de frotarme las manos de inmediato. Si hacía un momento me estaba adentrando en lo que pensaba era una sofisticada intriga política, ¿por qué estoy leyendo ahora una escena que parece sacada de alguna de las sagas de internados de Enid Blyton?

Sigue leyendo

Ahí fuera gritando. Una antología de black horror, selección de Jordan Peele

Ahí fuera gritandoHubo un tiempo en el cual la traducción de antologías de terror era algo cotidiano. Entre finales de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, especialmente en Martínez Roca, se pudo disfrutar de un formato ideal para el terror en una vigorizante sucesión de libros. Los que mejor recuerdo (Horror 2) acudían a volúmenes con los mejores relatos de x publicación (la revista Twilight Zone, The Magazine of Fantasy & Science Fiction) o giraban alrededor de otras cuestiones, como dar espacio a gente aquilatada (Visiones nocturnas con Stephen King, Dan Simmons y George R. R. Martin) para que dispusieran de esas páginas a su antojo. Incluso en los menos logrados, siempre emergía algún relato que salvaba la selección; permitía disfrutar de las verdades del barquero sobre nuestro mundo, sorprenderse ante la vuelta a algún lugar común, asustarse con desarrollos más allá de la norma… Ahí fuera gritando recupera ese espíritu a partir del denominado “black horror“.

Según se publicita, Jordan Peele ha invocado a docena y media de afrodescendientes para componer un menú que despliegue la experiencia vital de la minoría mayoritaria en EE.UU; historias destiladas a partir de los miedos dominantes entre la población negra, cocinados a partir de elementos clave de una cultura construida con retales de los lugares de donde fueron esclavizados. Me refiero a la campaña de mercadotecnia porque, en general, estos libros se componen con la colaboración de un staff editorial en el que al menos otra persona suele colaborar con el gran nombre que se pone en la cubierta delantera y redacta el prólogo. Pero si el director de Déjame salir, Nosotros o ¡NOP! ha orquestado Ahí fuera gritando en solitario, está bien informado del actual panorama de escritores. Nalo Hopkinson, Nnedi Okorafor, N. K. Jemisin, P. DJèli CLark, Rebecca Roanhorse… De los más conocidos a este lado del terror y la fantasía oscura, apenas me faltan Victor LaValle y Nana Kwame Adjei-Brenyah.

Se puede discutir si ese “black horror” puede venir exclusivamente de escritores pertenecientes a esta minoría. George Romero compuso su obra más recordada e influyente con una parte de la materia fundacional de esta antología; Matt Ruff sostuvo todo Territorio Lovecraft alrededor de la xenofobia consustancial a la sociedad estadounidense del siglo XX… Pero esta conversación alejaría el foco de lo más relevante. Los mejores cuentos de Ahí fuera gritando saben mirar al presente y explorar los temores de la población negra contemporánea. En sus mejores ficciones, acudiendo al crisol norteamericano para erigir una experiencia única. A la postre, un contraejemplo casi continuo para quienes defienden que todo sobre lo que se sostiene la antología es un constructo ideado por estudios universitarios deseando hacerse un nicho artificial que busca imponer en la realidad lo que idea en los despachos.

Sigue leyendo

La larga marcha, de Stephen King

La larga marchaEs sabido que Stephen King escogió el pseudónimo de Richard Bachman para publicar un puñado de novelas. Como descanso, realmente, de sí mismo, e imagino que para ver que podía vender su talento sin la maquinaria de la publicidad ni la reymidasizada condición de su nombre. Ya he comentado que aterricé tarde en King. Durante años lo único que había leído de él era Mientras escribo, y sólo ahora, finalmente rendido, he empezado a adentrarme en su narrativa. La larga marcha era uno de los títulos que más me llamaban la atención; más, seguramente, que otras obras más reputadas o que las ya conocidas por las adaptaciones al cine que normalmente traen sus libros consigo como panes bajo el brazo.

Me gusta caminar y la premisa de esta novela ya me parecía interesante, curiosa. Un grupo de chavales caminando hasta morir. No sé. ¿Qué será esto? ¿Algo un poco raro, quizá? La maquinaria que lo orquesta todo en la novela, el porqué de esa larga marcha y la mentalidad colectiva, organizada y estructurada, que por una parte la fomenta, que la incita, y que por otra la acepta, es el corazón de esta novela escrita por un jovencísimo King que la desechó y reaprovechó años después, como digo, para publicarla bajo el experimento de Bachman.

Moderada distopía en la línea de la película setentera Punishment Park, de Peter Watkins, la novela, si digo que es moderada, es porque no opta por un imaginario exagerado, chillón, que extreme algunos de los rasgos más idiosincráticos de su tiempo para hacer de ellos una imagen grotesca. Como en la película de Watkins, aquí no hay grandes deformaciones de la realidad. No es, ciertamente, Un mundo feliz ni 1984. En estas páginas vemos mundos que son los nuestros. Y tanto en el libro como en la película hay un control estatal que se entromete en las vidas de la gente: el Estado no tolera la disensión. Cuando la sospecha, mata.

Sigue leyendo

Apartamento 16, de Adam Nevill

Apartamento 16Adam Nevill es el autor de El ritual, aquella historia de cuatro amigos perdidos en un bosque asediados por la culpa del superviviente, el folk horror y el terror preternatural. Pero no quiero tirarme el pisto de haberla leído; me conformé con disfrutarla en su adaptación distribuida por Netflix en 2017. En el club de lectura de la TerSa llevábamos tiempo hablando de leernos uno de sus libros y, de todos los traducidos, nos decantamos por esta novela publicada en 2011 por Minotauro. La sinopsis con un edificio encantado en el medio de Londres, conexiones con artistas nazis, la decadencia de los paisajes urbanos y cultos a dioses de otra dimensión tanto podía ser más de lo mismo, una actualización de Nuestra señora de las tinieblas a los tiempos del auge del populismo de derechas, una garantía de inmersión, atmósfera, el espíritu de nuestro tiempo… Sin duda, nos dio conversación.

Detrás de la historia de la joven estadounidense, April, que acude al Reino Unido a solucionar una herencia tras la muerte de un familiar, su tía Lillian, se suceden los estereotipos. Una situación económica precaria que empuja a conseguir pasta; una muerte que no despierta sospechas hasta que se mira un poco; un comportamiento errático de la fallecida, caracterizado por su deseo de abandonar un edificio, Barrington House, sin éxito; unos vecinos extravagantes y ligeramente hostiles hacia la joven; el descubrimiento del vínculo del edificio con ese pintor olvidado que pasó la Segunda Guerra Mundial entre rejas por sus filias nazis…

Hay más detalles, porque la lista de checks es amplia, incluyendo el flirteo con un especialista en el pintor. Pero aquí hemos venido a jugar y hay cosas que Nevill resuelve bien. Sobre todo la manera de construir la tensión con los oportunos cliffhangers, una sensación ominosa construida por la proverbial presencia que parece acechar a la joven y el descubrimiento de las capas de pasado que han llevado hasta este momento. En los diarios de la muerta, que transmiten el nivel de psicosis en que debió vivir queriendo escapar sin conseguirlo. Y en lo que rodea al pintor, en particular un grupo de excéntricos seguidores que lo han convertido en el centro de sus vidas. Este grupo pintoresco, unido al punto cotidiano de las pesquisas de April, son los pequeños atractivos en ese conjunto transitado y previsible. Un poco como si Ramsey Campbell se diera de bruces con una tropa de ufólogos más propios de Mars Attack que de Independence Day.

Sigue leyendo

Un círculo completo, de Beatriz Alcaná

Un círculo completoMe ha gustado mucho la mitad de esta novela corta. Los capítulos impares en los cuales Beatriz Alcaná cuenta la historia de Viviane, una guía “turística” en un universo de bolsillo donde, en bucle, se reproduce el París de la Belle époque. Su enamoramiento de un poeta le lleva a encontrarse con él mientras pasea por la ciudad y muestra cómo funciona el desplazamiento temporal; sobre todo para quienes no tienen los medios para servirse de él como fuente ocio o de una experiencia y lo convierten en un lugar de trabajo. Una perspectiva alienante a la cual la joven intenta exprimir todo su jugo. A su vez, en los capítulos pares el protagonismo lo toma Denis, compañero de Viviane, pagafantas enamorado, no correspondido y monitor por el otro lado de las bambalinas: la estructura corporativa que explota el recurso.

Alcaná diferencia con claridad la estética de ambas secuencias. El relato de Viviane es un exuberante recorrido por ese París previo a la Primera Guerra Mundial, con unas descripciones detalladas que, en su riqueza, además de ilustrar un escenario vívido, muestran las facetas del personaje: su pasión por el período y su obsesión con una figura alrededor de la cual hace girar sus visitas; su determinación, subrayada mediante los comportamientos tolerados y censurados a quienes llegan hasta allí; sus transgresiones, sus causas y sus consecuencias. La conexión entre el mundo interior de Viviane y el lugar narrativo es fehaciente.

Mientras, al otro lado del velo sistémico, las vicisitudes de Denis son un poco “sobre la explicación del viaje en el tiempo”, escrito más como soporte explicativo que como relato en sí mismo. Denis carece de la entidad de Viviane, y la textura de ese presente desde el cual se extraen entornos completos para ser utilizados como si fueran un resort en la República Dominicana queda atenuada por su función explicativa. Lo importante es arrojar luz sobre el novum; que el lector no albergue dudas sobre cómo funciona la tecnología, su explotación económica, las consecuencias para quienes viven de ella, o, en una vuelta abracadabrante, quienes se ven apartados del curso del universo para terminar atrapados sin saberlo en un ciclo infinito. Esta distinción entre planos, el hecho que una parte de la narración a ratos sea una muleta de la otra, limita el alcance de Un círculo completo.

Sigue leyendo

La otra Disney, volumen 1 (1946 – 1967), de Alberto Corona

La otra Disney vol. 1A mediados de los 80 mis hermanos y yo comíamos cada sábado en casa de mis abuelos paternos. Tenían un reproductor de vídeo y alquilaban una película que veíamos religiosamente después de la comida. En aquellas sesiones de papeo y peli nos tragamos gran parte del catálogo de Filmayer, la distribuidora de Disney en España, que en el videoclub lucían con sus carátulas de color blanco. La isla del tesoro, Secuestrado, El cuarto deseo, las de Herbie… Ajeno a los cines de reestreno, las sesiones dobles y la realidad cinematográfica de la época en que se rodaron, siempre había asociado muchas de ellas a la serie B o a material orientado al mercado televisivo (las del oeste, ¡Pollyana!) hasta que escuché a Alberto Corona hablar sobre ellas en un podcast a raíz de la publicación de este libro. Se abrió ante mi una realidad opuesta en la cual Las tres vidas de Tomasina o Un gato del FBI habían tenido el mismo tratamiento que El abismo negro o El dragón del lago de fuego, con Walt Disney involucrado en la producción de la mayoría de ellas hasta el mismo momento de su muerte. Esto, más la excelente comunicación de Corona, me llevaron a este libro, dividido en dos volúmenes. El primero publicado en 2020 y el segundo en 2023.

Cada uno de sus veintiséis capítulos trata cronológicamente las películas producidas, centrándose cada uno de ellos en una, diseccionada como piedra angular del estudio. El resto aparecen diseminadas en su interior, tratadas de manera más anecdótica, con comentarios que en general se realimentan con lo desarrollado a modo de refuerzo. Con esta estructura Alberto Corona logra algo a priori complejo. El texto no es una colección de fichas compartimentadas con mínimas conexiones entre ellas, sino que, en cada sección, elabora una serie de temas que van y vuelven mientras se establece una historia de la productora que, a la vez, es un estudio de la figura de Walt Disney. Su legado.

Hay una serie de cuestiones que se van haciendo presentes con el transcurrir de los años y las películas hasta conformar ese ideario. Una recursividad que explota en la que sería la gran obra detrás de la que estuvo involucrado: Mary Poppins. A ella se dedica el capítulo más extenso de La otra Disney vol. 1, sin duda el mejor escrito y el más elaborado. La culminación de la secuencia de todo lo que hemos leído anteriormente.

Sigue leyendo