La gracia de los reyes, de Ken Liu

La gracia de los reyesDentro del fandomverso se había creado un enorme interés por la primera novela de Ken Liu, autor de un puñado de celebrados relatos de ciencia ficción dispersos entre varias antologías (Terra Nova, Cuentos para Algernon, A la deriva en el mar de las lluvias). Si alguien se guía por estas traducciones para prever qué puede encontrar en La gracia de los reyes se llevará una sorpresa. Tras un puñado de historias en las cuales abordaba temas como el desarraigo, las relaciones paterno-filiales o la importancia de la memoria con un tratamiento mayormente intimista, su opera prima rompe cualquier expectativa con una fantasía épica de inspiración oriental y tintes muy muy muy clásicos a la contra de los tiempos.

En las dos últimas décadas la fantasía contemporánea más próxima a este subgénero ha aparecido dominada por personajes ambiguos, diálogos repletos de poses e ingenio, continuos giros en el argumento… Frente a esto, en cada recodo de La gracia de los reyes Ken Liu se esfuerza por destilar la armonía de lo tradicional. Recupera el aire de leyenda de la China antigua en un relato sobre la contienda entre los diversos reinos previos a la formación de un Imperio y la nueva estructura opresora. En un panorama vasto, cuenta una guerra civil a través de un narrador omnisciente con un tono añejo y dos protagonistas que atienden a arquetipos básicos en la narrativa épica: el pícaro y el guerrero.

Kuni Garu asiste en su adolescencia al intento de asesinato del emperador Mapidéré, forjador del Imperio Xana y trasunto de Qin Shi Huang; el megalómano que unificó China, inició las obras de la Gran Muralla y se preparó ese abracadabrante mausoleo con miles de guerreros de terracota por donde corrían ríos de mercurio. Garu es un vividor amante de las fiestas, honorable con los que menos tienen, ingenioso a la hora de sacar la pasta a los mejor situados y enamorado de una mujer de una casta superior. Por ella, cambia su modo de vida y se convierte en funcionario encargado de transportar las remesas de los condenados a trabajos forzados y destinados a levantar las grandes obras del Imperio. Una labor que pone a prueba su tolerancia y le llevará a transformarse en proscrito. La otra figura central es Mata Zyndu, el guerrero nieto del general del reino que más tiempo resistió a las fuerzas de Mapidéré, un luchador de cualidades heroicas y un temperamento explosivo.

Ambos representan visiones contrapuestas en conflicto a pesar de su amistad. La visión del gobierno empática del primero, centrada en ganarse la confianza y el respeto de los gobernados, capaz de perdonar y con la vista puesta en el bien común se confronta con una visión autoritaria templada sobre el honor y los méritos en los momentos aciagos, negligente en la gestión civil, insensible a los errores y la deslealtad. Liu traza con buena mano el choque, aunque se deja llevar por una visión levemente maniqueísta y se decanta por uno de ellos: un sensato Kuni frente a un Mata irascible y desatado, una fuerza de la naturaleza para el cual términos como misericordia, ceder y perdón son sinónimos de cobardía, capitulación y traición. Comprensible desde su narrativa personal pero demasiado extremo en el sentido que, como digo, escora la novela hacia el otro personaje.

Este duelo se enmarca en un relato dominado por una épica entendida en el sentido más antiguo del término. No hay una narración pormenorizada de gestas o grandes luchas, descripciones de ciudades inconmensurables… Se contemplan batallas, se detallan proezas, se vislumbran máquinas voladoras imposibles, el proyecto de unir mediante túneles subterráneos islas con la costa con una tecnología medieval… desde una contención donde prima una narración certera y una descripción escueta. En 600 páginas Liu concentra material a partir del cual otro autor habría escrito una trilogía… siendo conservador.

Ken LiuLo que más me ha agradado es la nube de historias alrededor de este marco. La mirada a los afluentes grandes y pequeños de este gran escenario de la mano de bandoleros, comerciantes, consejeros, pensadores, padres, madres, hijos e hijas sufridores deseando vengar la muerte de sus familiares. Con diverso grado de suerte, cada aparición empuja la novela hacia un relato si no coral sí multipolar formado por la acreción de dos decenas de relatos personales. Un vívido fresco de las relaciones de poder, el afán de justicia y de venganza, las ambiciones individuales y la voluntad de progreso en un período convulso de varios lustros en la historia de una civilización.

En el lado contrario sitúo la presencia de unas deidades que tientan y, según su éxito, empujan a parte de los anteriores hacia algunos de sus comportamientos. Dado el marco en el cual Liu se emplaza, potencia el elemento caprichoso, aleatorio, irracional de muchas decisiones de modo innecesario. Ninguno de los personajes toma una determinación incoherente desde sus marcos personales mientras se multiplica la complejidad del relato (más nombres que recordar, más facciones en los que situarlos) y se dilata una novela un tanto arrítmica ya dilatada de por sí. Esto y ese aire tan clásico me parecen los handicaps más importantes de La gracia de los reyes. Una narración que necesita de una cierta inclinación del lector hacia las historias de antaño en la cual Ken Liu demuestra su pericia con historias breves aunque titubea a la hora de engarzarlos en un todo de orden superior.

Excelentemente editada por Alianza, la novela es autoconclusiva aunque inicia una trilogía, La dinastía del diente de león. Una serie cuyo potencial ahora mismo me parece supeditado a que Liu logre domeñar este nuevo formato y no se limite a repetir la pauta en una trama plagada de nuevos relatos personales, traiciones, batallas y pequeños destellos de magia y tecnología. Supongo que dentro de un año podremos comprobar hacia dónde ha soplado el viento.

La gracia de los reyes (Alianza Editorial, col. Runas, 2016)
The Grace Of Kings (2015)
Traducción: Francisco Muñoz de Bustillo
Tapa Dura. 648pp. 24 €

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