Nocturnos de Viriconium, de M. John Harrison

Nocturnos de ViriconiumEste es el típico libro que te cuesta seguir, que no entiendes de la misa la media y, sin embargo, no puedes parar de leer. Oscuro, opresivo, denso, hipnótico… M. John Harrison en estado puro, en trámite de clausurar una de sus obras más conocidas y, a la postre, el clavo, la tapa y nueve décimas partes del ataúd de su futuro comercial en España.

Como los dos volúmenes anteriores, la mayor parte de sus doscientas y poco páginas contiene una novela. La última de la secuencia de Viriconium: “En Viriconium”; el contrapunto a “La ciudad pastel” y “Tormenta de alas”. Si aquellas, a su aire, mantenían una serie de características asimilables como fantasía heroica, ésta es arena de otro costal; una fantasía urbana deudora de J. G. Ballard y su manera anticlimática de tratar la realidad y los personajes en su deambular por cualquiera de sus paisajes urbanos o posturbanos.

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Ocúltame entre las tumbas, de Tim Powers

Ocúltame entre las tumbasOnce años han pasado desde que Gigamesh publicase Declara, aquella perspicaz y a ratos farragosa reescritura de los primeros años de la guerra fría en clave sobrenatural. Once años durante los cuales, si exceptuamos las reediciones, los seguidores de Tim Powers en España apenas hemos podido disfrutar de los cuatro relatos del volumen promocional El reparador de biblias. Sin embargo este 2014 se ha transformado en el año del gran “regreso” del autor de Las puertas de Anubis; además de su visita en verano, hace un par de semanas llegaron a las tiendas dos novedades: la colección de cuentos Tiempo de sembrar piedras, que añade dos relatos largos a El reparador de biblias, y la novela Ocúltame entre las tumbas, su retorno al universo de La fuerza de su mirada.

Como es más o menos sabido, Powers construye muchos argumentos a partir de hechos históricos reinterpretados desde una óptica de fantasía. En La fuerza de su mirada relataba los últimos años de los tres nombres más representativos de la segunda generación de poetas románticos ingleses, John Keats, Percy Shelley y Lord Byron, todos ellos muertos de manera prematura lejos de Inglaterra. El prisma “deformador” bajo el cual observaba sus biografías era el vampirismo; en su novela todos mantenían un vínculo con unas criaturas preternaturales, los nephilim, que al mismo tiempo eran la fuente de inspiración de sus grandes poemas y la causa de sus tragedias personales. Aunque como narrador Powers siempre ha tenido problemas para imprimir una cadencia a sus historias, además de una cierta tendencia a la confusión cuando la acción se precipita, en La fuerza de su mirada ambas debilidades pasaban bastante inadvertidas gracias al indudable carisma de sus personajes, la ingeniosa reconstrucción de sus vidas, cómo conectaba hechos sin relación aparente, una atmósfera densa y enfermiza o el particular calvario que atravesaba su protagonista.

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Aceldama, de Francisco Jota-Pérez

AceldamaLo primero que debo comentar es que me considero seguidor y admirador de la obra de Francisco Jota-Pérez. Llevo casi una década leyendo sus libros y pocas veces me he sentido decepcionado. Así que al entrar, o sumergirme, en Aceldama sabía que su estilo y temática me interesaban. Digo esto porque veo aconsejable una breve documentación previa sobre la obra y estilo de Francisco Jota-Pérez antes de su lectura. Me atrevo a afirmar que nadie acaba sus libros con indiferencia: o encantan o se sale rebotado.

Aceldama es la Barcelona de un futuro no demasiado lejano, teñida de un punto onírico y gran subjetivismo por parte del narrador. Es una sociedad donde la tecnología ha avanzado más allá de la comprensión del ciudadano y el desasosiego resulta inherente. La ciudad va camino de lo incierto, y el autor en vez de narrarlo al detalle decide pincelar con decenas de apuntes que desconciertan y provocan ensoñación. Él deja pistas y es el lector quien decide si indagar y/o entender. Existen demasiadas referencias (alquimia, psicogeografía, nanotecnología, boxeo) y la labor de los protagonistas es convertirse en piezas esenciales para entender el mensaje y sometimiento a la psique que supone entrar en el enjambre Barcelona/Aceldama.

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Storytelling, de Christian Salmon

StorytellingHacer una pregunta sobre el historial médico a un amigo puede conducir a un relato extenso de sus afecciones, en ocasiones muy próximo a un cuento de suspense o de terror. Los periodistas de postín han convertido la historia en el centro de su actividad, donde la existencia de un relato que enlace diferentes hechos es fundamental para que merezca su publicación y nuestra credibilidad. Cuando la policía investiga un caso en el fondo está montando una historia, dando respuesta a una serie de cuestiones prácticamente miméticas a las que tendría que responder un reportaje periodístico. Nueve de cada diez veces el concepto de gravedad se introduce en clase a través de la leyenda de cómo la manzana cayó sobre la cabeza de Newton. Somos yonquis de las historias, esas “herramientas” de las cuales nos servimos porque gracias a su intermediación creemos entender mejor el mundo.

Dentro del arte de contar historias, en los últimos tiempos ha cobrado relevancia el storytelling, una técnica de comunicación que, básicamente, consiste en encapsular un determinado aprendizaje, una idea, un mensaje dentro de un pequeño relato. Lo importante no es su veracidad, a todas luces irrelevante, sino su verosimilitud y la manera en que transmita su contenido, siempre ligado a la emoción que debe despertar en el receptor. Christian Salmon es un escritor francés que fue bastante popular en España hace seis años a raíz de la publicación de este libro. En él expone cómo en las últimas tres décadas esta técnica ha alterado por completo el modo de gestionar las grandes empresas o la manera de hacer política.

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Tiempo profundo

Tiempo profundo

Me gustan mucho las antologías temáticas; esa reunión de relatos y novelas cortas alrededor de una idea más o menos peregrina surgida de la mente del seleccionador de turno. Vale, muchas veces dan lugar a libros a la deriva por la proverbial irregularidad de las colecciones. Sin embargo cuando el antólogo está inspirado y, además de los Nombres (así, con mayúscula) o la voluntad de llegar a una cierta extensión, mantiene unos criterios de calidad y fidelidad a su punto de partida, consigue un volumen como este: una recopilación que sirve de inspirada presentación de lo que Luis G. Prado entiende por ciencia ficción trans.

Tiempo profundo transporta al lector hacia universos donde la humanidad ha trascendido su estado actual y domina su entorno a un nivel ahora apenas soñado. Se desplazan planetas o sistemas enteros y se controla el ciclo de las estrellas, acelerándolo o retardándolo a voluntad; las nanomáquinas recrean los mundos o el propio cuerpo con un coste mínimo; la personalidad se almacena o se transmite digitalmente permitiendo viajes por el vacío prácticamente sin gasto energético;… Gran parte de lo que, por ejemplo, Michio Kaku glosaba en La física de lo imposible elevado a la enésima potencia y presentado sobre un abismo todavía mayor: escalas colosales de tiempo y/o espacio. Entre dos párrafos los personajes se desplazan docenas de años luz, secuencias correlativas están separadas por cientos de millones de años, en un punto y seguido transcurren milenios… El famoso tiempo profundo establecido por Hutton en el siglo XVIII, estirado hasta lo indecible.

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