Once años han pasado desde que Gigamesh publicase Declara, aquella perspicaz y a ratos farragosa reescritura de los primeros años de la guerra fría en clave sobrenatural. Once años durante los cuales, si exceptuamos las reediciones, los seguidores de Tim Powers en España apenas hemos podido disfrutar de los cuatro relatos del volumen promocional El reparador de biblias. Sin embargo este 2014 se ha transformado en el año del gran “regreso” del autor de Las puertas de Anubis; además de su visita en verano, hace un par de semanas llegaron a las tiendas dos novedades: la colección de cuentos Tiempo de sembrar piedras, que añade dos relatos largos a El reparador de biblias, y la novela Ocúltame entre las tumbas, su retorno al universo de La fuerza de su mirada.
Como es más o menos sabido, Powers construye muchos argumentos a partir de hechos históricos reinterpretados desde una óptica de fantasía. En La fuerza de su mirada relataba los últimos años de los tres nombres más representativos de la segunda generación de poetas románticos ingleses, John Keats, Percy Shelley y Lord Byron, todos ellos muertos de manera prematura lejos de Inglaterra. El prisma “deformador” bajo el cual observaba sus biografías era el vampirismo; en su novela todos mantenían un vínculo con unas criaturas preternaturales, los nephilim, que al mismo tiempo eran la fuente de inspiración de sus grandes poemas y la causa de sus tragedias personales. Aunque como narrador Powers siempre ha tenido problemas para imprimir una cadencia a sus historias, además de una cierta tendencia a la confusión cuando la acción se precipita, en La fuerza de su mirada ambas debilidades pasaban bastante inadvertidas gracias al indudable carisma de sus personajes, la ingeniosa reconstrucción de sus vidas, cómo conectaba hechos sin relación aparente, una atmósfera densa y enfermiza o el particular calvario que atravesaba su protagonista.
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