Resulta un poco difícil hablar de la saga de fantasía épica que mayor éxito está teniendo en nuestro país en los últimos años. Y resulta difícil por dos razones: la principal, que yo también me he rendido a los encantos de esta descomunal obra literaria; pero, no menos importante, su propio triunfo, que hace que la unanimidad de elogios por parte de crítica y público –a veces desmesurados– sea tal que es casi imposible encontrar alguna voz disonante.
Efectivamente, frente a frases como «la mejor obra de fantasía de todos los tiempos», «un antes y un después en el género», «mejor que Tolkien» a uno le entra la timidez a la hora de hablar de Canción de hielo y fuego de una forma menos efervescente.
Lo malo es que Tormenta de espadas es tan, tan buena que, al final, se acaba entendiendo a los fans más fans de la obra de Martin. Y es que, me da la sensación, los volúmenes impares de esta serie van a ser los mejores. Juego de tronos me deslumbró pero Choque de reyes me dejó un tanto frío, y dicen que Festín de cuervos es el volumen más flojo de todos. En fin, se verá, en cualquier caso.