Soy un recién llegado a los mundos de Fumito Ueda y el Team Ico; entré en ellos a través de The Last Guardian, a bote pronto el juego que más me ha emocionado de la presente generación de consolas. El vínculo entre el jugador y la criatura con la que interactúa en esta aventura, una simbiosis alentada y, en alguna ocasión, puesta a prueba por la propia narrativa, constituye una experiencia digna de ser vivida. Especialmente si se desea probar una mecánica en las antípodas de la mayoría de videojuegos que pueblan unas estanterías dominadas por las macroproducciones de mundos abiertos, la acción, el rol o los simuladores deportivos. Aparte de la remasterización de Shadow of the Colossus, que tengo a medio jugar, necesitaba saber qué había detrás de un diseño tan singular. Así llegué a este libro escrito por Mariela González y Daniel Matas, editado por Héroes de papel.
Como es habitual en este sello especializado en libros sobre videojuegos, De sombras y bestias es un producto cuidado. No sólo en el formato, en el que destacan la tapa dura (a mi modo de ver innecesaria; la lectura en rústica hubiera sido más cómoda), una maquetación que personaliza el diseño de cada capítulo y abundante material gráfico de complemento, con fotografías en color de diverso material relacionado con las producciones del Team Ico. El contenido también sobresale por el esmero en su redacción y la ambición en el estudio.
Aparte de
Desde que tengo uso de blogs me he preguntado hasta qué punto la realidad política y social se ha visto reflejada en la ciencia ficción española; si ha sido una cuestión relevante en sus distintas épocas y ha emergido a través del escenario, el argumento, los temas de la narración. Hasta hace una década
El
Tres lustros lleva Gigamesh regalando un volumen especial por el día del libro en determinadas tiendas. Desde 2003 hemos tenido adelantos, colecciones de relatos, novelas más o menos breves y
La atención concitada por
Hacía tiempo que un libro de ciencia ficción no estimulaba tanto mi capacidad para la maravilla como (gran parte de) las últimas 200 páginas de
En esa contienda de discursos y visiones sobre lo que es y lo que debería/podría ser la ciencia ficción, cotiza al alza la demanda de historias con una perspectiva optimista/positiva del escenario, de las relaciones entre los personajes y/o su desarrollo. Tras años de dominio del fin del mundo, el postapocalíptico o la distopía, se ha activado la demanda de narraciones que combatan ese pesimismo, no sé si sanadoras o terapéuticas. Sin embargo en esta búsqueda parece quedar fuera de cuestionamiento la realidad política, económica y casi diría social de nuestra civilización. El capitalismo se mantiene como ideología imperante y su presencia anega cualquier relato hasta el punto de construir un efectivo muro de contención que impide sobrepasarlo. Pensar en una sociedad libre de su influencia continúa fuera de la ecuación.
El supremacismo anglosajón de H. P. Lovecraft es un 