Fantasma, de Laura Lee Bahr

FantasmaFantasma es el tipo de libro al que no habría llegado de no estar enchufado a twitter, goodreads y tres o cuatro blogs donde ha recibido excelentes calificativos. También, es la típica lectura de la cual habría disfrutado más de no haber conocido sus claves principales antes de su lectura y haberlas descubierto sobre la marcha. Sin embargo, prácticamente cada reseña que he leído sobre él, el texto de cubierta trasera o el propio prólogo explicitan con tal claridad su naturaleza que me han hurtado dicha posibilidad. Ahora mismo, a la hora de recomendarla, estoy en la disyuntiva de recaer en ese lugar común o intentar aproximarme a sus virtudes por caminos aledaños; más pedantes y menos concretos, supongo.

Fantasma es una narración llena de sentido e intención. Su autora, Laura Lee Bahr, utiliza las tres personas verbales para construir un discurso variado, ajustado al propósito de sus protagonistas. La primera la pone en acción Sarah, una supuesta (calificativo del que espero no abusar porque la novela abunda en posibilidades) fantasma víctima de un crimen poco claro. Su papel es el de cicerone, en especial cuando a través de la segunda persona interpela al lector, actual inquilino de su antiguo apartamento y enfrentado a todo tipo de enigmas: quién es ella, por qué se interesa por ti, qué le ocurrió, cuál era su relación con un periodista, Simon, el personaje al que seguimos a través de la tercera persona y con su propio vínculo con el lector.

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The Armageddon Rag, de George R. R. Martin

The Armageddon RagHace unos meses Jot Down dedicó una de sus entrevistas río a Alejo Cuervo, un idílico ejercicio de adoración al supremo líder del vicio y la subcultura. De ella me quedé con la desagradable noticia de la no publicación de The Armageddon Rag. Una novela durante varios años en la lista de próximos lanzamientos de Gigamesh y, a la postre, el gran fracaso de ventas de George R. R. Martin. Curiosamente, cuando se publicó en EEUU en 1983, tanto le cerró las puertas de las grandes editoriales como le abrió las de la televisión; un mundo donde trabajaría a lo largo de la década siguiente y moldearía su escritura hasta la que hemos visto en Canción de Hielo y Fuego. Además, ahora que por fin la he podido leer, también puedo decir que es su novela más personal.

Situada a inicios de la década de los 80, The Armageddon Rag Martin relata el periplo por EEUU de Sandy Blair, escritor y antiguo editor de la revista The Hedgehog; el reverso contracultural de The Rolling Stone hasta que Blair fue cesado de sus funciones y derivó hacia estándares más comerciales. Bloqueado en el folio 37 de su cuarta novela y enfrentado a una fecha de entrega imposible de cumplir, Blair ha aceptado escribir un artículo para su antigua revista sobre la muerte de Jamie Lynch, el promotor detrás de The Nazgûl, un grupo ficticio primo hermano de Led Zeppelin, Black Sabbath o Deep Purple que tuvo su funesto final a comienzos de la década de los 70 cuando su cantante, Patrick Henry Hobbins, fue asesinado por un francotirador en un macrofestival celebrado a las afueras de Albuquerque. Blair llega a Maine y descubre que Lynch fue eviscerado sobre un póster de The Nazgûl el día del aniversario de la muerte Hobbins. Esta conexión con la banda lo lleva a un viaje de costa a costa para hablar con el resto de miembros, averiguar los motivos del asesinato y, de paso, encontrarse a sí mismo.

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Mataré a vuestros muertos, de Daniel Ausente

Mataré a vuestros muertosLas cuatro damas, Los nombres muertos, las dos primeras novelas Holmesianas de Rodolfo Martínez, Infierno nevado, Profundo, El joven Lovecraft… durante los últimos lustros las obras de “inspiración” Lovecraftiana también han arraigado en España hasta el punto de constituir un género en sí mismo. Se podría llegar a pensar que, a imagen y semejanza de las historias de espada y brujería a lo Conan, el número de combinaciones entre sus elementos son limitadas y leídas un par leídas todas. Sin embargo el material de partida es tan maleable y tan fácil de adaptar a cualquier lugar del espacio y el tiempo, que siempre resulta atractivo acercarse a ver los nuevos enfoques. Tal es el caso de Mataré a vuestros muertos.

Desde su primera página, Daniel Ausente establece las pautas del escenario. Una Barcelona urbana heredera de la temática quinqui de los años 80: vida en las calles, pisos donde se trapichea con droga, fiestas clandestinas en locales clausurados… Es una geografía abonada para pandilleros, madres coraje, estudiantes… gente de barrio enfrentada a un mal que ha vuelto a tomar forma tras años de inactividad. Y, puntualmente, introduce breves flashes del pasado a través de pasajes en primera persona, fragmentos a través de los cuales penetran narradores que escapan a esa perspectiva general.

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Influencia, de Ramsey Campbell

InfluenciaEn la tertulia de Santander hemos montado un anárquico club de lectura. Cada uno o dos meses seleccionamos un nuevo título fácil de conseguir, en librerías, bibliotecas u otros medios. Así cualquiera puede hacerse con él y participar en el pequeño debate de la siguiente tertulia. A mediados de Abril, acercándose el verano y el festival Celsius, nos decantamos por uno de los escasos nombres entonces confirmados: Ramsey Campbell. Uno de los saldos más recientes de La Factoría, reedición del premio Británico de Fantasía en 1989. Todavía no sé si mi opinión está en minoría porque retrasamos el debate hasta Junio, pero he quedado bastante satisfecho con la elección.

Parto de la base que Influencia no es el colmo de la originalidad. Campbell escribe una narración mil veces vista: el intento de una fuerza sobrenatural por poseer a una niña pequeña y vivir de nuevo a través de ella. Rowan es la hija de un matrimonio con problemas económicos pretendida por su tía abuela, Queenie, una mujer excéntrica con un fuerte ascendiente sobre toda su familia. Arrastra una intrahistoria de la cual no se habla y apenas se vislumbra en pequeños fragmentos encerrados en conversaciones desperdigadas a lo largo de la novela. Una serie de temas de los cuales los más cercanos saben y hablan de manera críptica, con multitud de silencios y sobreentendidos, para cabreo (y curiosidad) de los observadores ajenos.

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Ominosus

OminosusNunca he sido muy fan de Lovecraft. Mi iniciación a sus Mitos llegó a través de La llamada de Cthulhu, aquel juego de rol en el que la cordura de tu personaje duraba menos que un sobre en una sede del PP. A raíz de aquellas tardes enfrentado a batracios legamosos, criaturas fungosas y presencias ominosas, me leí Dagón y otros cuentos macabros, una de las colecciones publicadas por Alianza. La verdad, no me sentí atraído en exceso por unas historias escleróticas, atravesadas por un lenguaje demasiado recargado para mi tierno gusto. Más tarde leí En las montañas de la locura, relatos aquí y allá, y entré mejor en ese mundo insensible ante el sufrimiento de los personajes que pululaban por él. Pero mi mente ya estaba más orientada hacia otro tipo de lecturas y apenas he vuelto a él puntualmente, más a través de otros autores observando sus mitos bajo “otra mirada” que mediante su obra. Sin embargo en los últimos meses ha regresado a mi pila indirectamente… y con fuerza.

En Navidad devoré El rito, la novela de Laird Barron publicada por Valdemar. Quedé atrapado por su recreación de los grandes temas de Lovecraft y cómo Barron los utilizaba para aproximarse a otras inquietudes caso del pavor que produce lo femenino entre un grupo significativo de varones. Además como huevo de pascua incluía su propia versión de lo que hizo Angela Carter en La cámara sangrienta, arrancando cualquier rasgo edulcorado a un cuento clásico, “El enano saltarín”, y recreándolo hasta incrustarlo en todo su salvaje esplendor dentro de la cosmogonía de su novela. Como cuando uno se siente atraído por un fogonazo queda con ganas de más, he terminado llegando hasta la antología Ominosus; la ofrenda de Fata Libelli a la ficción de tintes lovecraftianos que incluye una novela corta de Barron.
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Umbría, de Santiago Eximeno

Umbría, de Santiago EximenoHace un par de meses escribía por aquí sobre Umbría, una región ficticia creada por César Mallorquí, Elia Barceló, Armando Boix y Julián Díez para situar varias de sus historias. Da la casualidad que otra Umbría también es un lugar narrativo importante en la obra de otro escritor español: Santiago Eximeno. A lo largo de la última década ha escrito una serie de relatos alrededor de una abominable región imaginaria con ese mismo nombre; un purgatorio que se cruza en la trayectoria de personajes quebrados por dramas ocultos, puestos de manifiesto y acentuados por su influencia. En sus manos, Umbría funciona como un catalizador de su sufrimiento, con unas cualidades ciertamente tortuosas.

Este volumen recoge (supongo) todas esas historias, entre las cuales figuran varias ya publicadas en antologías como Paura, Artifex o su colección Bebés jugando con cuchillos. En su mayoría están protagonizadas por personajes con familias rotas o en el punto de ruptura: maridos que han discutido con sus parejas de manera violenta, se acaban de separar de ellas o las han perdido traumáticamente; padres alejados de sus hijos por disputas e incapaces de reconciliarse. Sus relaciones han sucumbido a la erosión del tiempo, un desgaste que ha producido una serie de heridas amplificadas cuando Umbría o sus pobladores aparecen ante ellos. En este sentido, Umbría me ha supuesto un amargo contrapunto a la reciente lectura de La hormiga que quiso ser astronauta, de Félix J. Palma; todo lo que con el tiempo amenaza una relación y aterra a su protagonista (¡y a quién no!).

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Apuntes macabros, de Juan de Dios Garduño

Apuntes macabrosUna de las novedades más llamativas que el portal de venta Lektu está poniendo en marcha es el llamado pago social: descargarse un libro con el único “cargo” de una mención en una red social. Viendo los títulos y editoriales que han entrado en el tema, los escritores y editores parecen estar utilizando este método bien para introducirse ante un lector muchas veces reacio a acercarse a productos absolutamente desconocidos, bien como salida a obras cuya vida comercial es, digamos, peliaguda.

Mi síndrome de diógenes digital no está tan subido como el de diógenes de celulosa, e intento acumular el menor número de libros posible en el lector; la tarjeta de memoria es mucho más complicada de seguir que las estanterías de madera, de ahí que intente mantenerme alejado de este tipo de promociones. Sin embargo Apuntes macabros, que se puede conseguir en Lektu al precio de un mensajito en Twitter o en Facebook, me atrajo desde el momento que no había leído nada de Juan de Dios Garduño. Un autor que se ha hecho un cierto nombre en los últimos años a raíz de su primera novela publicada, Y pese a todo…, en trámite de ser adaptada al cine con el título de Welcome to Harmony. Es una pequeña colección con diez relatos y poco más de un centenar de páginas (cuando se publicó en papel en 2011). Destaca la gran variedad de estilos y aproximaciones, como si fueran un campo de pruebas, que abarca del diario al interrogatorio policial, pasando por piezas de diversa índole en primera y tercera persona. Textos que, me duele decir, conforman un libro harto decepcionante.

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Nacido de hombre y mujer y otros relatos espeluznantes, de Richard Matheson

Nacido de hombre y mujer y otros relatos espeluznantesNo recuerdo ya cuántos años hemos esperado para ver este libro a la venta. Por lo menos seis han pasado desde que Gigamesh regalara Los primeros cuentos como ejemplar promocional el día de la lectura. La parsimonia cotidiana en la santa casa. Sea como fuere, hace unos meses llegó a las librerías el primer volumen de los dos destinados a recoger los cuentos fantásticos completos de Richard Matheson, el escritor estadounidense fundamentalmente conocido por las adaptaciones al cine y la televisión de novelas como Soy Leyenda, El increíble hombre menguante o La casa infernal y relatos como “Duelo” o “Pesadilla a 20000 pies”. Una inestimable labor de recuperación ahora mismo solo al alcance de editoriales como esta o, en otro orden, Valdemar; sellos preocupados por invertir en un catálogo con personalidad y mantener una política de edición a la contra de modas y pelotazos puntuales.

Nacido de hombre y mujer y otros relatos espeluznares recoge cuarenta y dos cuentos publicados entre 1950 y 1954, lo que podríamos llamar el primer vuelo de Matheson; unos primeros pasos en el mundo de la escritura profesional en plena burbuja editorial en el mundo de las revistas de relatos de EE.UU.. Una época en la cual había una multitud de cabeceras donde los escritores con un poco de arte podían vender casi cualquier relato que escribieran. En parte, esta circunstancia explica la heterogeneidad de un volumen donde junto a cuentos memorables y otros más normalitos existen varios más que mediocres, cuando no sepulcrales, que podrían haber mejorado con un poco de labor editorial antes de su primera publicación.

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I Am a Hero, de Kengo Hanazawa

I Am a Hero

I Am a Hero

Algo que me intrigaba mucho cuando fueron apareciendo en España, publicados un poco a voleo, los primeros tebeos japoneses que miraban más allá del público adolescente masculino (la demografía shonen), era la aparente contradicción que existía entre entre una industria muy férrea, estajanovista y completamente sometida a resultados y la (aparente) libertad absoluta con la que se movían los autores. El descaro calpurniano de aquel Crayon Shin-Chan de Yoshito Usui que se publicaba en cuadernillos como si fuese una Mafalda oriental enloquecida (y mira, luego éxito mundial), el inclasificable Gamma, el hombre de hierro de Yashuito Yamamoto, la historia de un tímido sarariman que se convertía en una Masa oriental en los momentos de agobio cotidiano (por no hablar del inenarrable momento en el que se enamora de su mujer cuando la ve… ¡cagando en el campo!), el Ikkyu de Sakaguchi, mil doscientas páginas para contar la trepidante historia de un monje zen en el Japón del siglo XIV, El caminante, el tebeo de Jiroh Taniguchi sobre los paseos de un señor por su barrio o Gon, un peculiar tebeo de funny animals, las aventuras de un dinosaurio enano cabrón dibujadas con agónico hiperrealismo detallista por Masasi Tanaka. O el Dr. Slump en su totalidad. Aunque quizá lo que me admiraba, y me admira todavía, no son más que herramientas trilladísimas del tebeo japonés, propias de su cultura y de su industria, que yo confundía con la personalidad creativa del autor. Es posible que la respuesta sea una mezcla de ambas cosas. El caso es que si algo me sigue atrayendo del tebeo japonés es que, dicho vulgarmente, no tiene ningún miedo a sacarse la chorra. Y en I Am a Hero, Kengo Hanazawa no solo se la saca, sino que te la restriega por la cara las veces que haga falta, lo que no le impide vender miles de ejemplares y llevarse varios premios de la industria.

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La guardia de Jonás, de Jack Cady

La guardia de JonásEstoy un poco cansado de la diatriba etiquetas sí vs etiquetas no; uno de los chascarrillos periódicos en cualquier mesa redonda que lleve por título “Los límites de la literatura fantástica”, “Los géneros al inicio del siglo XXI” o “La hibridación como arma de choque ante la fiebre Z”. Son demasiados años en presentaciones o tertulias de diversa índole escuchando a autores cansados de cargar con esa marca de caín llamada gé-ne-ro. Independientemente de la opinión sobre el tema, hordas de lectores buscan esas referencias meridianas cuando van a comprar cualquier libro. Quieren una historia policíaca, de la revolución francesa, de naves espaciales, de aldeanismo raruno… aunque tienen un peligro…

Tomen como ejemplo La guardia de Jonás, número uno de la nueva colección de terror contemporáneo creada por Valdemar: Insomnia. Supongo que sus lectores, atraídos por la casa, la cubierta, el texto de cubierta trasera, esperan una historia de fantasmas en alta mar; algo relacionado con ese horror insondable que tan bien trabajó W. H. Hogdson o nos deslumbró en esa pedazo antología que lleva por título Mares tenebrosos. Pues bien. Como tantas otras veces, aquí han obtenido o van a obtener otra cosa. Relacionada, tangente, no necesariamente contradictoria, pero en otro sistema de referencias; leer La guardia de Jonás como una novela de terror ofrece los mismos réditos que buscar en Centauros del desierto una historia sobre la guerra de secesión. Tal y como cuenta en la introducción, Jack Cady puso en esta novela una serie de experiencias personales mientras sirvió en la guardia costera de EE.UU. en el litoral de Nueva Inglaterra a mediados del siglo pasado. Esta es una historia de marinos, un canto de amor a un microcosmos, el barco, enfrentado a una de las manifestaciones más hostiles de la naturaleza.

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