Siempre tengo la sensación de que nos cuesta abarcar todo lo que tenemos delante. Doris Lessing ganó el Nobel hace diez años y cuenta con varias obras que tocan la temática fantástica. Sin embargo, galardonada con el máximo reconocimiento que puede tener un escritor, no será nombrada si se le pregunta a cualquier aficionado al género. Cuando se me pidió un libro sobre algún autor olvidado, pensé en ella tras la campaña para que Margaret Atwood recibiese también el Nobel.
Memorias de una superviviente es un buen reflejo de la obra de Lessing. Una novela no muy larga, contundente en su propuesta y que utiliza un desencadenante llamativo para dialogar sobre lo que le interesa en realidad.
Doris Lessing parece una escritora desencantada con la humanidad. Tuvo una vida interesante y, como muchos otros autores, existe un manto de desesperación en todos sus personajes. La visión de sus obras tiende al pesimismo y en Memorias de una superviviente queda claro desde las primeras páginas de la narración que no vamos a esperar una salida positiva. En esta novela se encuentra una civilización que ha llegado al colapso, ya no hay autoridad ni una misión ideológica que ordene la sociedad, sólo supervivientes. Como uno de esos apocalipsis lentos que se nombran ahora, se relata la transición entre el final del paradigma social y el comienzo de una vida casi tribal en una ciudad de occidente.
Una mujer de clase media que vive en un edificio de apartamentos con vistas a la calle –detalle vital en la narración porque todo el exterior que llega al lector se verá a través de la ventana– sobrevive mientras avanza el final de la sociedad. La suciedad, los parásitos y la violencia crecen. En las calles ve pasar bandas de numerosos jóvenes que imponen su ley a base de represión. Mientras, ella sostiene una burbuja de apartamento. Cuando empieza a cuidar a una niña de doce años que aparece de manera extraña, su misión vital emerge: preocuparse por ella, evitar que le ocurran males, que no caiga en las bandas, entender su existencia y mantenerse con vida. Sin embargo, esta niña es más fuerte que la protagonista, su independencia es agresiva hacia ella y sintomática de un cambio que no llegamos a entender. Aquí no existe una relación protectora como en La carretera, el vínculo es más aséptico y extraño.
Lessing juega con la realidad objetiva y el imaginario de la protagonista. Por momentos de un modo extremadamente sutil, habla de la vida de la niña y sus vivencias pasadas aunque sepamos que no ha accedido a esa información. Gracias al uso de la primera persona existe un espacio de dudas muy amplio en una novela que no ofrece certezas sino preguntas sobre quiénes son ellas o qué está ocurriendo.
Memorias de una superviviente tiene los elementos necesarios para apartar a muchos lectores. Por un lado el elemento de ciencia ficción, que es casi estético, puede alejar a numerosos lectores prejuiciosos de los males que suelen achacar al género; por otro, los que sólo leen género no aceptarán el elemento ambiental como suficiente para leer una obra que al final tampoco puede considerarse cerrado a él. Estamos ante una obra que principalmente habla de la relación entre esa mujer y la niña, de la preocupación y el deber social; en fin, de las que se consideran las bases de nuestra convivencia.
El estilo de Lessing es soberbio, así como la traducción. Cada palabra tiene su motivo y no hay una frase que desentone en un ejercicio literario que puede gustar más o menos pero al cual nunca se le puede achacar falta de solidez. Sólo por su capacidad narrativa merece la pena que esta novela sea leída, una muestra más válida que muchos cursos de escritura creativa.
Por todo esto que cuento he elegido Memorias de una superviviente como una obra olvidada del género, una novela de 1974 que a día de hoy sigue a la venta en DeBolsillo, de una autora que siempre hemos tenido ante nuestros ojos.
Memorias de una superviviente (DeBolsillo, col. Contemporánea, 2013)
The Memoirs Of A Survivor (1974)
Traducción: Mireia Bofill
Bolsillo. 224pp.
Ficha en la web de la Tercera Fundación
Me encanta Doris Lessing. No conocía esta obra, pero todo lo que he leído de ella me ha deslumbrado. Recuerdo especialmente un relato sobre dos perros ambientado en Sudáfrica (en “Cuentos africanos”, creo) y el “Diario de una buena vecina”, donde una mujer cuida de otra, esta vez una anciana. Me lo apunto para leerlo próximamente. Gracias.