Una de las novedades más llamativas que el portal de venta Lektu está poniendo en marcha es el llamado pago social: descargarse un libro con el único “cargo” de una mención en una red social. Viendo los títulos y editoriales que han entrado en el tema, los escritores y editores parecen estar utilizando este método bien para introducirse ante un lector muchas veces reacio a acercarse a productos absolutamente desconocidos, bien como salida a obras cuya vida comercial es, digamos, peliaguda.
Mi síndrome de diógenes digital no está tan subido como el de diógenes de celulosa, e intento acumular el menor número de libros posible en el lector; la tarjeta de memoria es mucho más complicada de seguir que las estanterías de madera, de ahí que intente mantenerme alejado de este tipo de promociones. Sin embargo Apuntes macabros, que se puede conseguir en Lektu al precio de un mensajito en Twitter o en Facebook, me atrajo desde el momento que no había leído nada de Juan de Dios Garduño. Un autor que se ha hecho un cierto nombre en los últimos años a raíz de su primera novela publicada, Y pese a todo…, en trámite de ser adaptada al cine con el título de Welcome to Harmony. Es una pequeña colección con diez relatos y poco más de un centenar de páginas (cuando se publicó en papel en 2011). Destaca la gran variedad de estilos y aproximaciones, como si fueran un campo de pruebas, que abarca del diario al interrogatorio policial, pasando por piezas de diversa índole en primera y tercera persona. Textos que, me duele decir, conforman un libro harto decepcionante.
El primer cuento, “Amor de madre”, resume un poco mi percepción. Es una descarnada historia sobre abusos a menores que altera las convenciones de este tipo de relatos al cambiar el papel del abusador. Sin embargo su efectividad en mi caso queda lastrada desde la primera página por la deficiente voz del narrador; un niño en un barrio deprimido de la Inglaterra de finales del XIX que utiliza unas construcciones gramaticales y, especialmente, un vocabulario impropios de su edad o extracción social. Como ocurre en otros cuentos, el hecho de acudir a otro país y otra época añade trabas a unas narraciones que hubieran ganado verosimilitud en un entorno más próximo.
El segundo cuento, “El último caso del Doctor Watson”, juega a capturar la voz literaria del acompañante de Sherlock Holmes mientras recibe un último encargo posterior a la muerte del detective. Con un tono más logrado pero, también, insípido, basa su potencial en la gracieta de unas últimas líneas que conectan con el título del cuento. Esta tónica se repite en la mayoría de piezas que acusan una atmósfera pobre, falta de contenido, carencia de personajes y cuya única fuerza radica en su giro final (“De cómo el señor alcalde acude al debate nocturno de Buddy, el enterrador”) o en la “carnaza” puesta sobre el mostrador (“El viejo que cada día veía morir el sol desde su azotea” o “Me darás tu sangre en alta mar”). En algún caso, como “Un violinista en el tejado”, ni eso.
El cuento más largo, “La ganga”, una historia sobre comunidades y el precio a pagar para mantenerse dentro de ellas, me ha parecido arena de otro costal. Garduño da un poco más de forma a la historia y crea una pequeña ambientación que se realimenta con un desenlace destinado a dar sentido a unas primeras páginas hasta entonces enigmáticas. Un ambiente más insano tiene “Entre el mar de arena”, una de pueblos encontrados en mitad de la nada con una atmósfera muy efectiva. Poco más positivo puedo destacar.
Quizá mi valoración está afectada en exceso por el cuarto relato, “Hacia el sur”. Es sabido que uno de los mayores problemas de La carretera entre sus lectores está en su final; un pequeño hálito de esperanza en una de las historias más pesimistas y tristes de la historia de la literatura. Garduño en algún momento decidió extender unas páginas más el desenlace de McCarthy sin emular tono, estilo, atmósfera, cadencia… El resultado es un texto sonrojante, más propio de un taller de escritura de secundaria en el cual los alumnos tuvieran que continuar la historia durante tres folios.
La decisión de incluir este y otros textos necesitados de un profundo trabajo editorial me lleva a preguntarme cuál es el criterio detrás de la selección y, sobre todo, qué interés puede tener Apuntes macabros cuando existen tantas otras recopilaciones incomparablemente mejores al mismo precio. De hecho, como tarjeta de presentación arroja más sombras que ganas de continuar con otras obras de su autor.
Apuntes macabros (23 escalones, 2011)
ebook. 651 ks. Pago social
Ficha en Lektu