Historia y antología de la ciencia ficción española, selección de Julián Díez y Fernando Ángel Moreno (2 de 2)

Historia y antología de la ciencia ficción españolaLos dos primeros relatos de Historia y antología de la ciencia ficción española provienen de una forma de entender la literatura en las antípodas de nuestro tiempo. “Cuatro siglos de buen gobierno” es una buena muestra de las narraciones que escribía Nilo María Fabra. Una ucronía a la (muy) antigua usanza concebida con la intención de aliviar aquel sentimiento de decadencia de la patria tan extendido entre la intelectualidad española de finales del siglo XIX; una historia de España alternativa cuyo punto de ruptura se sitúa en la sucesión de los Reyes Católicos. En una veintena de páginas Fabra reconstruye 400 años de Historia repletos de decisiones que mantienen nuestro país en ese primer plano de la política mundial que, desde su óptica, jamás debió abandonar. A pesar de sus carencias literarias, “Cuatro siglos de buen gobierno” despierta en mi la misma condescendencia con la que escucho las gestas deportivas que se relatan entre sí los niños del colegio cuando suben del patio después del recreo.

Mucho más satisfactorio es el brevísimo “El fin del mundo”, de Azorín (1911). Con una prosa exquisita, el autor de La voluntad cuenta la extinción de la humanidad a partir de uno de los miedos luditas por excelencia: la muerte de la pasión, el genio, cualquier ansia… a manos de la homogeneidad lograda por la acción de ciencia y tecnología. Esa aniquilación del deseo de vivir lleva al último hombre vivo a explorar las consecuencias de su desaparición en una cadena de pensamientos que bordean el solipsismo. Me queda la duda de si su último párrafo, que introduce una interpretación hasta entonces ausente, era estrictamente necesario.

Aparte de su calidad, “El fin del mundo” sirve para dar testimonio de cómo grandes escritores españoles de finales del XIX y comienzos del XX se acercaron a este género proyectivo para abordar inquietudes que no podían tratar desde el ensayo o con sus obras eminentemente realistas. En este sentido, es difícil negar que esta tradición es bastante más escueta y “pobre” que la anglosajona, pero su breve inclusión en la antología sirve para recordar que aquella España de hace un siglo no fue un campo baldío para la ciencia ficción.

Sigue leyendo

Historia y antología de la ciencia ficción española, selección de Julián Díez y Fernando Ángel Moreno (1 de 2)

Historia y Antología de la ciencia ficción españolaDesde que Domingo Santos abriera el fuego hace más de 30 años con Lo mejor de la ciencia ficción española, son varias las antologías que han glosado diversas épocas de la ciencia ficción española. Juanma Santiago hizo un sucinto repaso de estos libros en un artículo para Lecturalia escrito a raíz de la publicación del más reciente: Prospectivas. Todos ellos, incluyendo el generalmente olvidado De la Luna a Mecanópolis, prefirieron centrarse en un período de tiempo concreto, restringiendo su búsqueda, su propuesta, a unas pocas décadas. Si no me falla la memoria, hasta el momento no se había afrontado la tarea llevada a cabo por Julián Díez y Fernando Ángel Moreno en esta Historia y antología de la ciencia ficción española recién publicada por Cátedra: glosar en un único volumen las diferentes épocas de la ciencia ficción en España, añadiendo un extenso estudio sobre el género fuera y dentro de nuestras fronteras. Una labor de selección e integración con múltiples riesgos de los cuales los antólogos han salido bien parados.

Si tengo que destacar un aspecto de este libro por encima del resto es la labor de síntesis. Los relatos escogidos deparan un certero recorrido por las fases que ha atravesado la ciencia ficción en España: la relativa popularidad de sus comienzos, que llevó a autores como Azorín, Galdós o Blasco Ibáñez a hacer sus pinitos en él; el auge décadas más tarde de la literatura de a duro y la aparición de escritores-lectores aficionados en los 60 y 70; la generación de los 80-90 curtida en los últimos coletazos de Nueva Dimensión, los fanzines y colecciones como Ultramar, Nova o Miraguano; la predominancia de los autores masculinos entre los que han cultivado el género con más regularidad;…

Sigue leyendo

Arcana mundi, de Elizabeth Bear

Arcana mundiHace poco más de un año escribía sobre cómo se podía hacer una edición directamente para el mercado electrónico a raíz de la aparición de Fata Libelli, sello que ya ha cumplido su primer aniversario publicando relatos directamente en ebook. Por ahora las antologías temáticas no me han atraído lo suficiente, pero las colecciones de autor que llevo leídas me han parecido bastante recomendables. Presentan nombres prácticamente inéditos en nuestro país y recuperan algunas de sus mejores obras breves más recientes; una pequeña recompensa para los aficionados a las extensiones breves. El último nombre en sumarse a Tim Pratt, Peter Watts o Reggie Oliver es Elizabeth Bear. Si hacemos caso a su ficha en La tercera fundación, hasta Arcana mundi apenas se habían traducido cuatro relatos. Escaso bagaje para una autora prolífica, con una veintena de novelas a su espalda y varios relatos finalistas de los premios Hugo, Nebula, Locus, Sturgeon…

En los siete cuentos aquí recogidos hay un poco de todo: postapocalíptico, space opera, fantasía clásica, biopunk, fantasía contemporánea… Sin embargo, como ocurre cuando hay criterio, no estamos ante balas de francotirador, cada muestra una singularidad en sí misma, sino que se pueden encontrar conexiones entre ellos. Uno de los temas persistentes en Arcana mundi es el de la soledad y cómo Bear la conecta con la necesidad de seguir adelante; un sentimiento vivido generalmente a nivel personal por los protagonistas pero también, en dos relatos, llevado al extremo de ser compartido por toda la especie frente a un universo tan propicio para la vida como para verla desaparecer. La perspectiva de Bear, cuando es positiva, quiebra esa soledad con encuentros con personajes de todo tipo, entre los que se incluyen inteligencias no humanas o animales de compañía, mientras que cuando se mantiene en un cierto pesimismo, se torna irreversible; un pozo del cuál resulta imposible escapar aun cuando se intente llenar de diversas maneras.

Sigue leyendo

Requiem, de Graham Joyce

RequiemLa muerte de Graham Joyce el pasado mes de Septiembre ha supuesto una pérdida irreparable para la literatura fantástica británica. Incluso me atrevería a decir que de un calibre similar a la de Iain Banks, con el cual compartía generación, militancia y relevancia dentro del entorno aficionado anglosajón (fuera ya es otro asunto). Su novela más conocida, Los hechos de la vida, fue su incomparable tarjeta de presentación en España y, a la postre, también un lastre: todo lo traducido posteriormente ha padecida la comparación con un libro polifacético que tanto funciona como retrato social de la Inglaterra tras la Segunda Guerra Mundial, saga familiar de personajes atractivos o leve recreación fantástica de la realidad. En su obituario para The Guardian, Christopher Priest comentaba que Joyce no gustaba de repetirse en sus novelas y eso es algo evidente a poco que se hayan leído El fin de mi vida, Amigos nocturnos o La tierra silenciada. Títulos traducidos que apenas comparten entre sí nada más de un sutil acercamiento desde la fantasía oscura a temas universales: la muerte, el paso de la adolescencia a la edad adulta, las relaciones entre generaciones… Requiem es un ejemplo más en una carrera truncada de manera desafortunada y prematura.

Su protagonista, Tom, llega a Jerusalem poco después de la muerte de su mujer, Kathy, para refugiarse en casa de su mejor amiga. Lo que en principio parecía una necesidad de cobijo para paliar su pérdida se revela como una huida de ciertos eventos ocurridos en su trabajo y su relación con Kathy. Mientras se aloja en un pequeño hostal durante sus primeros días en la ciudad, Tom conoce a un viejo judío que guarda un importante manuscrito del Mar Muerto. Un incunable atesorado con celo cuyo texto alberga otro enigma, esta vez relacionado con los últimos días de la vida de Jesús y el papel que su mujer, María Magdalena, jugó en los primeros días del cristianismo.

Sigue leyendo

Umbría, de Santiago Eximeno

Umbría, de Santiago EximenoHace un par de meses escribía por aquí sobre Umbría, una región ficticia creada por César Mallorquí, Elia Barceló, Armando Boix y Julián Díez para situar varias de sus historias. Da la casualidad que otra Umbría también es un lugar narrativo importante en la obra de otro escritor español: Santiago Eximeno. A lo largo de la última década ha escrito una serie de relatos alrededor de una abominable región imaginaria con ese mismo nombre; un purgatorio que se cruza en la trayectoria de personajes quebrados por dramas ocultos, puestos de manifiesto y acentuados por su influencia. En sus manos, Umbría funciona como un catalizador de su sufrimiento, con unas cualidades ciertamente tortuosas.

Este volumen recoge (supongo) todas esas historias, entre las cuales figuran varias ya publicadas en antologías como Paura, Artifex o su colección Bebés jugando con cuchillos. En su mayoría están protagonizadas por personajes con familias rotas o en el punto de ruptura: maridos que han discutido con sus parejas de manera violenta, se acaban de separar de ellas o las han perdido traumáticamente; padres alejados de sus hijos por disputas e incapaces de reconciliarse. Sus relaciones han sucumbido a la erosión del tiempo, un desgaste que ha producido una serie de heridas amplificadas cuando Umbría o sus pobladores aparecen ante ellos. En este sentido, Umbría me ha supuesto un amargo contrapunto a la reciente lectura de La hormiga que quiso ser astronauta, de Félix J. Palma; todo lo que con el tiempo amenaza una relación y aterra a su protagonista (¡y a quién no!).

Sigue leyendo

La hormiga que quiso ser astronauta, de Félix J. Palma

La hormiga que quiso ser astronautaAhora que Félix J. Palma vuelve a ser actualidad por la publicación de su tercera novela postvictoriana, he aprovechado para dar cuenta de su primera novela, escrita a finales de los años 90 y reeditada hace un lustro por Marelle. El pequeño cajón de sastre donde Luis G. Prado continuó la linea iniciada por Malabares, manteniendo el nivel de calidad pero sin mejorar el resultado comercial. Una reedición de lo más necesaria al abrigo del éxito de El mapa del tiempo medio año antes: puso de nuevo en circulación una obra más cercana a la labor de Palma como relatista y, desde mi perspectiva, más satisfactoria.

A lo largo de 16 capítulos organizados en una cuenta regresiva, La hormiga que quiso ser astronauta descubre en primera persona la vida sentimental de Alejandro, un tardoadolescente sevillano cuya percepción de la realidad está condicionada por su imaginación. Convive con una serie de ilusiones que tiñen su experiencia cotidiana de un aire onírico, hasta el punto que es incapaz de discernir entre realidad y ficción. De esta forma, su día a día adquiere un tono vívido y evocador, el medio perfecto para imprimir frescura a una historia más vieja que el mundo: el rechazo a madurar; la negación a aceptar la hiel que tiñe las cosas buenas de la vida.

Sigue leyendo

Nocturnos de Viriconium, de M. John Harrison

Nocturnos de ViriconiumEste es el típico libro que te cuesta seguir, que no entiendes de la misa la media y, sin embargo, no puedes parar de leer. Oscuro, opresivo, denso, hipnótico… M. John Harrison en estado puro, en trámite de clausurar una de sus obras más conocidas y, a la postre, el clavo, la tapa y nueve décimas partes del ataúd de su futuro comercial en España.

Como los dos volúmenes anteriores, la mayor parte de sus doscientas y poco páginas contiene una novela. La última de la secuencia de Viriconium: “En Viriconium”; el contrapunto a “La ciudad pastel” y “Tormenta de alas”. Si aquellas, a su aire, mantenían una serie de características asimilables como fantasía heroica, ésta es arena de otro costal; una fantasía urbana deudora de J. G. Ballard y su manera anticlimática de tratar la realidad y los personajes en su deambular por cualquiera de sus paisajes urbanos o posturbanos.

Sigue leyendo

Ocúltame entre las tumbas, de Tim Powers

Ocúltame entre las tumbasOnce años han pasado desde que Gigamesh publicase Declara, aquella perspicaz y a ratos farragosa reescritura de los primeros años de la guerra fría en clave sobrenatural. Once años durante los cuales, si exceptuamos las reediciones, los seguidores de Tim Powers en España apenas hemos podido disfrutar de los cuatro relatos del volumen promocional El reparador de biblias. Sin embargo este 2014 se ha transformado en el año del gran “regreso” del autor de Las puertas de Anubis; además de su visita en verano, hace un par de semanas llegaron a las tiendas dos novedades: la colección de cuentos Tiempo de sembrar piedras, que añade dos relatos largos a El reparador de biblias, y la novela Ocúltame entre las tumbas, su retorno al universo de La fuerza de su mirada.

Como es más o menos sabido, Powers construye muchos argumentos a partir de hechos históricos reinterpretados desde una óptica de fantasía. En La fuerza de su mirada relataba los últimos años de los tres nombres más representativos de la segunda generación de poetas románticos ingleses, John Keats, Percy Shelley y Lord Byron, todos ellos muertos de manera prematura lejos de Inglaterra. El prisma “deformador” bajo el cual observaba sus biografías era el vampirismo; en su novela todos mantenían un vínculo con unas criaturas preternaturales, los nephilim, que al mismo tiempo eran la fuente de inspiración de sus grandes poemas y la causa de sus tragedias personales. Aunque como narrador Powers siempre ha tenido problemas para imprimir una cadencia a sus historias, además de una cierta tendencia a la confusión cuando la acción se precipita, en La fuerza de su mirada ambas debilidades pasaban bastante inadvertidas gracias al indudable carisma de sus personajes, la ingeniosa reconstrucción de sus vidas, cómo conectaba hechos sin relación aparente, una atmósfera densa y enfermiza o el particular calvario que atravesaba su protagonista.

Sigue leyendo

Storytelling, de Christian Salmon

StorytellingHacer una pregunta sobre el historial médico a un amigo puede conducir a un relato extenso de sus afecciones, en ocasiones muy próximo a un cuento de suspense o de terror. Los periodistas de postín han convertido la historia en el centro de su actividad, donde la existencia de un relato que enlace diferentes hechos es fundamental para que merezca su publicación y nuestra credibilidad. Cuando la policía investiga un caso en el fondo está montando una historia, dando respuesta a una serie de cuestiones prácticamente miméticas a las que tendría que responder un reportaje periodístico. Nueve de cada diez veces el concepto de gravedad se introduce en clase a través de la leyenda de cómo la manzana cayó sobre la cabeza de Newton. Somos yonquis de las historias, esas “herramientas” de las cuales nos servimos porque gracias a su intermediación creemos entender mejor el mundo.

Dentro del arte de contar historias, en los últimos tiempos ha cobrado relevancia el storytelling, una técnica de comunicación que, básicamente, consiste en encapsular un determinado aprendizaje, una idea, un mensaje dentro de un pequeño relato. Lo importante no es su veracidad, a todas luces irrelevante, sino su verosimilitud y la manera en que transmita su contenido, siempre ligado a la emoción que debe despertar en el receptor. Christian Salmon es un escritor francés que fue bastante popular en España hace seis años a raíz de la publicación de este libro. En él expone cómo en las últimas tres décadas esta técnica ha alterado por completo el modo de gestionar las grandes empresas o la manera de hacer política.

Sigue leyendo

Tiempo profundo

Tiempo profundo

Me gustan mucho las antologías temáticas; esa reunión de relatos y novelas cortas alrededor de una idea más o menos peregrina surgida de la mente del seleccionador de turno. Vale, muchas veces dan lugar a libros a la deriva por la proverbial irregularidad de las colecciones. Sin embargo cuando el antólogo está inspirado y, además de los Nombres (así, con mayúscula) o la voluntad de llegar a una cierta extensión, mantiene unos criterios de calidad y fidelidad a su punto de partida, consigue un volumen como este: una recopilación que sirve de inspirada presentación de lo que Luis G. Prado entiende por ciencia ficción trans.

Tiempo profundo transporta al lector hacia universos donde la humanidad ha trascendido su estado actual y domina su entorno a un nivel ahora apenas soñado. Se desplazan planetas o sistemas enteros y se controla el ciclo de las estrellas, acelerándolo o retardándolo a voluntad; las nanomáquinas recrean los mundos o el propio cuerpo con un coste mínimo; la personalidad se almacena o se transmite digitalmente permitiendo viajes por el vacío prácticamente sin gasto energético;… Gran parte de lo que, por ejemplo, Michio Kaku glosaba en La física de lo imposible elevado a la enésima potencia y presentado sobre un abismo todavía mayor: escalas colosales de tiempo y/o espacio. Entre dos párrafos los personajes se desplazan docenas de años luz, secuencias correlativas están separadas por cientos de millones de años, en un punto y seguido transcurren milenios… El famoso tiempo profundo establecido por Hutton en el siglo XVIII, estirado hasta lo indecible.

Sigue leyendo