No quieres ser la Minotauro de hace una década

La Tierra larga

Una de Pratchett (y Baxter)

Fantascy es el sello de Random House Mondadori destinado a agrupar los títulos de la editorial que se pueden englobar dentro de la fantasía, la ciencia ficción o el terror. Y, sin pretenderlo, el último jalón del camino en esa eterna búsqueda de una colección de referencia por parte de los aficionados. Lanzarse a hacer valoraciones sobre su rumbo cuando tiene cuatro meses de vida queda en el vasto terreno que abarca de lo difícil a lo injusto; apenas cuentan con un puñado de libros en el mercado, se han comunicado con mucha cautela cuáles serán sus próximos títulos y cualquier juicio está condenado a errar. Pero es interesante comenzar a hablar un poco de las decisiones que toman, de las direcciones que empiezan a seguir, y testar la temperatura del respetable.

Fantascy cuenta con una clara ventaja respecto a otras colecciones surgidas en los últimos tiempos: no parten de cero. El sello engloba desde su inicio los autores de la casa que mejor funcionan: Terry Pratchett, Brent Weeks, Trudi Canavan, Terry Pratchett, mucho menos Paolo Bacigalupi (la repercusión de El cementerio de barcos no tuvo nada que ver con el puntazo de La chica mecánica). Y Terry Pratchett. Una posición de partida fraguada en hormigón armado a prueba de fluctuaciones. También, han apostado para su alumbramiento por cuatro títulos potentes sin escatimar en medios en su promoción: amplia cobertura en la blogsfera, copias de prensa a todo el que las ha solicitado, sorteos varios, presentación en la feria del libro de Madrid, presencia en el festival Celsius de Avilés y, cómo no, en las redes sociales. La cosa promete mantener el nivel tal y como se intuye en sus lanzamientos para los próximos meses.

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Et in Cyberdark ego

El lunes saltó a la luz un notición que pasó por las redes sociales como una perseida: la compra de la tienda Cyberdark.net por parte de la editorial Alamut/Bibliópolis. Surgió, brilló y se volatilizó en dos coma tres segundos. Como no todo pueden ser reseñas, reseñas y algo de carnaza, llega el turno de la cháchara barata por parte de los que vemos las obras desde el vallado.

El objeto de deseo

De las partes “implicadas”, la potencialmente más beneficiada parecen la propia editorial y sus lectores. Maldita desde el origen de los tiempos por una distribución entre mala y pésima, el complejo Alamut/Biblíopolis cuenta ahora con el plus que supone un nuevo canal que maximiza los ingresos de las ventas realizadas a través de la librería; hablando en plata, las decenas/cientos de libros de la casa vendidos en Cyberdark.net pasan a dejar un 95% del PVP en sus arcas. Un salto cuantitativo si se considera que para muchos compradores de Alamut/Bibliópolis la tienda se había convertido en su lugar de referencia dados los problemas para encontrar la mayoría de sus títulos en librerías “físicas” de tamaño pequeño o mediano. En cierta forma, esta adquisición acerca un poco a los sellos de Prado a la estabilidad que tienen Gigamesh y La Factoría de Ideas; las dos editoriales más longevas del actual panorama de literatura de género (Valdemar aparte) no asociadas a una gran marca editorial y que cuentan con sus propias librerías. Además la tienda es una plataforma de valor incalculable para ahondar en la línea iniciada con las suscripciones o manejar mejor, y diversificar, las ofertas-pseudosaldos que van saliendo con cuentagotas de sus almacenes.

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Sobre el periodismo de titulares, los ebooks pirateados de Scyla y la promoción a la antigua usanza

La pequeña cobertura de los grandes eventos asturianos dedicados a los géneros que Ángel Luis Sucasas ha realizado para El País me ha llamado la atención por su manera de extraer frases lapidarias de las conversaciones que ha mantenido con autores y editores. Frases que darían para tantos titulares mamporreros como artículos de opinión, tan o más aviesos que el siguiente. Mismamente ahí tienen el autoreciclaje de su propia noticia sobre el premio a Cenital, que vuelve a poner en boca de Emilio Bueso una de las boutades más lamentables que recuerdo

esta generación se diferencia de las anteriores en que cuida mucho más su voz literaria.

Tan de caerse por su propio peso que no merece la pena poner negro sobre blanco la retahíla de contraejemplos que la desmontan.

Pero más allá de este ejercicio de descontextualización de una descontextualización, quiero centrarme en el primer artículo sobre el festival de Avilés donde el editor del complejo Minotauro/Timun Mas, José López Jara, rompe en llantos sobre el triste sino de su sello Scyla eBooks. Libros específicamente editados para el mercado de libros electrónico y con precios que van entre los 0,99 y los 2,99 euros. Dice López Jara

“Creo que es una cuestión cultural.” […] “En nuestra línea digital, Scyla, hemos llegado a poner libros a 99 céntimos. Y la gente los pirateó igual”

Vale, se han puesto los libros baratos y se han pirateado, una obviedad como decir “pusimos el libro de texto muy barato y aun así hubo gente que prefirió fotocopiarlo”. “Piratería” ha habido, hay y habrá siempre, por muy accesible que esté ese material. Y a partir de este punto entro en el terreno de la interpretación, la lectura de vísceras y el análisis del vuelo de las aves. Parece que las palabras de López Jara vienen de la mano de la ínfima repercusión que está teniendo Scyla eBooks y la cabeza de turco que ha encontrado para justificarlo.

Me copian.

Me piratean.

Todo gratis.

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Sobre el limitadísimo efecto de la crítica especializada en las ventas

Los tejedores de cabellos

Los tejedores de cabellos

En las segundas jornadas de ciencia ficción de Valdeavellano de Tera tuve el privilegio de participar en una mesa redonda sobre crítica especializada y ciencia ficción junto a Fernando Ángel Moreno, Juanma Santiago y Álex Vidal. Es una pena que nadie grabara la charla o cualquiera de las otras que tuvieron lugar allí en los tres años que se celebraron las jornadas (entre los años 2006 y 2008). Eso fuerza a tirar de memoria o, lo que es peor, de nostalgia. En aquel diálogo ameno y bastante menos autocomplaciente de lo que suele ser norma, Luis G. Prado (entre el público) comentó algo que pocas veces se dice en “abierto”. Quizá porque nadie quiere pisar callos, propios o ajenos, o porque quienes debieran hacerlo son los más reacios a aceptarlo: el limitadísimo efecto de la crítica especializada (repito, ESPECIALIZADA) a la hora de impulsar las ventas de un libro. Su argumento se puede resumir en lo ocurrido con Los tejedores de cabellos, la obra de Andreas Eschbach que publicó en Bibliópolis en el año 2004.

El libro tuvo una distribución pésima que lastró sus resultados. Sin embargo pocas novedades soy capaz de recordar que reunieran tal unanimidad entre sus lectores (con excepciones como la de Santi Moreno, especial que es), con múltiples (y cuando digo múltiples digo innumerables) comentarios positivos en los foros de la época (realmente cYbErDaRk.NeT, El Foro. Interplanetaria como que tenía menos público) y en las reseñas que se escribían desde las webs y las revistas especializadas del momento. Al final, Los tejedores de cabellos no fue un desastre nivel Thomas M. Disch o M. John “Viriconium” Harrison pero sus ventas totales no fueron, ni por asomo, las que por acogida podrían haber indicado.

Dentro de los títulos más de género, concitar una respuesta tan positiva por parte de los lectores más dicharacheros es más condición necesaria que suficiente para cubrir un mínimo de ventas.

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Alamut apuesta fuerte por las suscripciones

Los diez mil

Los diez mil

He sacado tiempo de donde (prácticamente) no tengo para escribir esta breve entrada y comentar el retorno de las suscripciones a Alamut/Bibliópolis. El tiempo corre y la oferta más atractiva está a puntito de caducar. Después de este miércoles seguirá siendo atractiva, aunque un poquito menos y quizás haya gente que todavía no se ha enterado.

El hecho es que la editorial de Luis G. Prado vuelve a apostar por saltarse intermediarios antes de publicar sus novedades y recoger el dinero directamente de sus lectores, una práctica que ya pudimos disfrutar durante los (buenos viejos) tiempos de Bibliópolis y que hace apenas dos años permitió terminar con éxito la publicación de la serie de Las monarquías de dios, de Paul Kearney. En esta ocasión los libros “agraciados” con la propuesta son, por un lado, la trilogía de Los Macht de este mismo autor, formada por Los diez mil, Corvus y Reyes del amanecer, y, por otro, los tres libros que faltan por publicar de Shadowmarch, de Tad Williams.

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Sobre la nueva colección de RBA…

Mongoliad

Mongoliad

Esto es algo que he comentado por twitter en varias ocasiones, pero como esa red social son lágrimas en la lluvia aprovecho este espacio para hacerlo. Puesto a que me lluevan “guantazos”, mejor que queden aquí “congelados”; después son más fáciles de encontrar.

Lamento mucho parte de las decisiones que está tomando RBA en su sello de literatura fantástica. A pesar de que están publicando buenas novedades, veo la colección camino del abismo. Mi posición, supongo, puede verse como la del aficionado de vuelta de todo, entre pesimista y catastrofista, que teme que ocurra lo mismo que con la gran mayoría de colecciones que las grandes editoriales han publicado. La desaparición o, lo que es quizás peor, su transformación en Minotauro’.

Toda mi postura se apoya en la base, quizás errónea, que RBA no se conformará con las ventas medias de las últimas colecciones de género que se han ido quedando por el camino. Colecciones que lo hicieron muchísimo peor en la mayoría de los aspectos, caso de la desastrosa Omicron que ni tenía la imagen de RBA, ni su posicionamiento en librerías, ni su arsenal de autores, ni…

Sin embargo… Sin embargo la selección de títulos de RBA da un cierto “pavor”. Repasando los títulos que han publicado, sin ánimo de ser exhaustivo:

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Otra de criminal blurbs

Estaba hoy tranquilo esperando a que empezara un training sobre TELPAS (uno de esos acrónimos que tanto abundan en el sistema educativo estadounidense) y, mirando el correo, encontré un email de Minotauro/Timun Mas con sus últimas novedades. ¡Cómo he sonreído! Más que los títulos y los autores me ha llamado la atención cómo los responsables de ¿marketing? no solo acuden a la fórmula de mencionar a los autores de moda (George R.R. Martin es ya definitivamente el nuevo Tolkien) o no se cortan un pelo a la hora de no recoger quién firma las opiniones, citando de forma directa las páginas webs de donde han robado las frases laudatorias. Llegan al extremo de recoger citas firmadas por, textualmente, “Usuario de Amazon“.

El nuevo Stephen King.

P.D: Señores de Minotauro/Timun Mas, no se me enfaden cuando lean estas opiniones. No es inquina. Es una invitación a ser un poquito más… ¿serios?

Poesía cruel, el crowdfunding de Es Pop

La editorial Es Pop se lanza al ruedo del crowdfunding. Una alternativa a la edición convencional obligada por las dificultades de mantener cualquier sello con ventas por debajo de los mil ejemplares.

He leído tres de los cuatro libros que forman la colección Valdemar/Es Pop y, aunque no he encontrado ninguno que me haya parecido absolutamente satisfactorio, me han ofrecido buen género con un acusado componente de serie B. Narraciones ágiles con mucha energía y protagonizadas por personajes carismáticos, en libros con un formato muy atractivo. Personalmente me gustaría tener la oportunidad de continuar leyendo títulos similares y por eso difundo por aquí esta iniciativa.

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Cómo Minotauro recuerda a Ray Bradbury

El hombre ilustrado

El hombre ilustrado

Después del recuerdo de Ray Bradbury de la semana pasada, toca una de las actividades más amargas en las que reincido de vez en cuando: comprobar el tipo de editorial en que se ha convertido Minotauro.

Como comenté hace siete años cuando cumplió su 50 aniversario, Bradbury fue parte fundamental en su nacimiento. Como testimonio tenemos la entrevista que Julián Díez hizo a Paco Porrúa para el número 23 de la revista Gigamesh, de la que extraigo lo siguiente

¿Cómo llegaste a la ciencia ficción?

Por un medio totalmente ajeno al género. Leí un artículo en el año 1954 en Temps Modernes, la revista que publicaba por entonces Sartre, titulado “Qué es la ciencia ficción”. Para mi fue una sorpresa en un cierto sentido, pero sólo relativa: era como una continuación de lo que había leído en mi juventud, Verne, Wells, Poe, la literatura fantástica argentina… Busqué libros en Buenos Aires y encontré El hombre ilustrado, de Bradbury, que cumplió todas las exigencias que tenía como lector: estilo inspirado y adecuado, imaginación en los argumentos e incluso una ideología que me pareció atractiva. Ya en aquel artículo se trataba a la ciencia ficción como la literatura crítica y Bradbury seguía esa pauta, aunque luego el género la haya perdido en parte

(…)

Nos hemos desviado del tema de cómo te acercaste al género y creaste la editorial.

Después de Bradbury, leí a Sturgeon y Simak. Entonces trabajaba como redactor en una enciclopedia y sentía la necesidad de entrar de un modo más activo en el mundo de los libros. Conseguí un poco de dinero y contraté Crónicas marcianas, El hombre ilustrado, Ciudad y Más que humano (…).

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Zarandeando a Christopher Priest

Christopher Priest

Christopher Priest

Menuda se ha liado después que Christopher Priest publicase en su blog su opinión sobre la lista de finalistas del premio Arthur C. Clarke de este año. Si no está al tanto de la polémica, y no puede (o no le apetece) leer sus palabras, su reflexión se sustenta en dos ideas

  • Las novelas seleccionadas le parecen terribles, pobres, un refrito de ideas y formas. Representan un tipo de ciencia ficción acomodada, alejada de la ambición, habilidad y acabado literario que debería premiar un galardón literario.
  • 2011 ha sido un año pobre para la ciencia ficción y el jurado no sólo ha apostado por lo seguro sino que, también, ha olvidado obras más arriesgadas que se han quedado fuera.

Las reacciones han sido numerosas. Pat Cadigan habla de frustración personal y alude a que siempre hay obras que uno aprecia como maestras que quedan fuera de la fase final. John Scalzi sugiere que sea jurado en la próxima edición. Jeff VanderMeer… Quien más se ha extendido con las razones que le han podido llevar a escribir este texto ha sido el columnista de The Guardian Damien G. Walter, desporporcionadamente duro al entrar de lleno en un juicio de intenciones muy desmedido. Sugiere un ataque de ego después que su última obra, de larga y compleja gestación, The Islanders (La separación, su anterior novela, es del año 2002), haya quedado fuera de los finalistas del premio Arthur C. Clarke; que después de toda una vida intentando ser J. G. Ballard no ha logrado dicho estatus; que no ha sido capaz de insuflar su alma a su obra; alude a su tradicional problema: siempre cerca de la literatura mainstream pero sin formar parte de ese mundo.

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