Aunque Vonnegut solía hablar de Cronomoto como si fuera su última novela, me cuesta hablar de ella en tales términos. Tanto por estructura como por discurso soy más partidario de calificarla como su testamento literario. En el amplio e indefinido territorio entre la realidad de la ficción, Cronomoto es un compendio un tanto deslavazado de sus grandes leitmotivs. Una sucesión de pequeñas ficciones, anécdotas, remembranzas a través de las cuales el autor de Madrenoche y Cuna de gato se retrató una última vez una década antes de morir.
En apariencia, Vonnegut articula este vademécum alrededor del cronomoto, una broma cósmica durante la cual el universo revive los diez últimos años de vida. Un período donde el libre albedrío queda suprimido y todos y cada uno de los seres humanos sobre la faz de la Tierra se ven obligados a experimentar de nuevo sus existencias tomando las mismas disyuntivas, incapaces de evitar las malas decisiones, escapar a muertes que ya han vivido… La humanidad queda atrapada en una suerte de vida sobre raíles, un film del que son guionistas y actores, atados a una tediosa pantomima en la cual sólo pueden dejarse llevar. Sin embargo las ganas de Vonnegut de ir más allá en el tiempo y el espacio pronto se hacen evidentes. Lejos de constreñirse a este fenómeno, se acerca a la vida de sus antepasados en EEUU, su experiencia mientras era soldado en la Segunda Guerra Mundial, su vida en familia y su relación con sus mujeres, hermanos e hijos, y se proyecta al futuro cercano para explorar las consecuencias del acontecimiento.
Como no podía ser de otra manera, la parte más claramente ficticia atañe sobre todo a Kilgore Trout, el archiconocido alterego de Vonnegut que servía de catalizador de los protagonistas de El almuerzo de los campeones o Matadero cinco. Un escritor de ciencia ficción orgulloso de su labor del cual se cuenta no sólo su precario modo vida sino que presenta algunos de sus relatos más imaginativos, que cree destruir nada más terminarlos. Su visión de la literatura está en las antípodas del mainstream literario, ya que se focaliza sobre algunos de los temas a partir de los cuales el propio Vonnegut construyó su legado. Tal y como resume en uno de los capítulos de Cronomoto:
fuerzas irresistibles de la naturaleza, inventos crueles, ideales absurdos y gobiernos que logran que los héroes y las heroínas se sientan piltrafas.
Estamos ante una suerte de hibridación entre hechos verídicos y fabulaciones que dan pie a elocuentes reflexiones centradas en los aspectos más absurdos de la naturaleza humana. Vonnegut no tiene piedad y tanto la emprende con grandes creadores de muerte y destrucción que posteriormente recibieron premios por sus valores humanos (Sajarov), se regodea en cómo El viejo y el mar hubiera dejado de ser historia si Hemingway hubiera hecho que su personaje hiciera lo que tenía que haber hecho con el pez espada, o discute sobre la naturaleza del libre albedrío y de dónde surgen las decisiones que tomamos. El material a partir del cual modela su visión sobre el sinsentido de la vida, la estupidez del convenciones y comportamientos o la ilusión del progreso. Los ejes que auparon a Vonnegut al Olimpo de la literatura.
No se puede negar que no están aquí en su encarnación más elaborada, pero sí están engrasados con la elocuencia que uno podría esperar del autor de Las sirenas de Titán, Cuna de gato, Madrenoche, Matadero cinco y El desayuno de los campeones. Libros que deberían ser leídos por delante de este. Ahora bien, para un lector iniciado en Vonnegut y con deseos de reencontrarse con su dolorosa visión del siglo XX o su efervescente sentido del humor, Cronomoto es una de las últimas oportunidades con las que cuenta.
Cronomoto (Malpaso Editorial, 2015)
Timequake (1997)
Traducción: Carlos Gardini
Rústica. 240pp. 19 €
Ficha en la web de la editorial
El más grande.
Me lo leeré.