Como conviene comenzar por las premisas, debo decir que considero Terra Nova uno de los proyectos más ilusionantes surgidos desde la esfera aficionada a la ciencia ficción en España (ver Nota 1 al final del texto). Hacía años, muchos, que no aparecía una publicación de esta envergadura dispuesta a parchear en la medida de sus posibilidades la brecha creciente en la traducción de relatos anglosajones de entidad. Además con la firme voluntad de editar las mejores obras breves escritas en nuestro idioma. Una combinación que explica el entusiasmo despertado por su primer volumen entre los lectores de base. Como es bien sabido, el título terminó promocionado a una editorial con un cajón de resonancia todavía mayor.
Ok, los lectores amantes de las narraciones breves están de enhorabuena pero ¿qué pasa con los escritores?
Cuando se presentó hace dos años, se abrió una nueva “ventana” para los autores interesados en escribir ciencia ficción. No abundan los espacios para publicar y con Terra Nova resurgió la oportunidad de ser editado en una antología que era algo más que cuatro colegas publicando para los amigos, familiares y blogueros hardcore. El paso a Random-House-Mondadori Penguin-yo-qué-sé-más otorgó un impulso y una capacidad de difusión como no se veía desde hace 30 años. Lo menos.
Chicas, chicos, tienen delante una antología visible en todas las librerías del país, con una tirada de miles de ejemplares a un precio competitivo; un libro que pretende ser popular. Se promete una edición profesional y pueden medir sus armas con algunos de los mejores autores extranjeros. Llámenme demagogo, paternalista, metomentodo o mercachifle, pero debieran estar comprando Terra Nova de dos en dos y recomendándolo en redes sociales, tertulias, bodas, bautizos y entierros. Su éxito algún día puede ser el suyo. Obviamente, si les interesa un lugar donde publicar ciencia ficción en formato breve que pueda llegar a más de 200 personas.
El género de moda lo llaman…
Aunque alguno de los que ha puesto su granito de arena puede andar con la mosca detrás de la oreja. Si se atiende al segundo volumen, de las cinco historias escritas en nuestra lengua cuatro ya habían aparecido previamente en otras publicaciones. Un porcentaje bastante elevado para una antología que, en su momento, solicitó originales en abierto y en privado. Por fortuna esta duda se ha visto conjurada con el anuncio de la convocatoria para la próxima entrega con un concurso abierto para publicar UN relato. Una resolución que, a su vez, abre nuevos interrogantes: ¿se seguirán reimprimiendo relatos de otras publicaciones? ¿Se pedirán relatos a escritores señalados? ¿Lo de elegir un único relato es así o está la mano abierta?
Nada inquietante para el lector de a pie.
En otro orden de cosas, Mariano Villarreal (ver nota 2) ha aludido en múltiples ocasiones al tipo de relatos que selecciona para Terra Nova. Como ejemplo, por comodidad, me gustaría citar esta entrevista en el portal Fantífica, donde asegura:
En Terra Nova el lector podrá encontrar relatos de ciencia ficción que tratan sobre conflictos humanos, sociales, políticos, económicos… historias que fomentan el pensamiento crítico y pueden funcionar como una metáfora de nuestra realidad, por lo que pensamos que pueden resultar de interés no solo para el amante del género sino también para un amplio sector de lectores en general.
y un poco más adelante:
Es posible que estos escritores y estos cuentos no suenen demasiado a los lectores menos comprometidos con la narrativa breve actual de género, pero les aseguro que se trata de grandes escritores y magníficas historias, que trascienden los límites del género.
Ciencia ficción social, política, económica, pensamiento crítico… especulación de altura, trascendencia… es el vocabulario mínimo para defender la vigencia de la ciencia ficción como herramienta para analizar la realidad; la fórmula ineludible para cualquier editor en pleno proceso de “venta” de su iniciativa (sólo echo en falta la palabra transmigración). Desafortunadamente en el volumen 2 menos de la mitad de relatos se prestan a ello. La mayoría bien hace un uso superficial de esos elementos, escondiéndose en los recovecos del género de “toa” la vida, las tramas y personajes convencionales; bien se decantan por una línea oblicua, si no perpendicular.
Se puede tomar como ejemplo el relato que abre la antología, “La textura de las palabras” de Felicidad Martínez; una buena muestra de ciencia ficción antropológica con una construcción meticulosa; del escenario, del personaje principal o de la propia narración. Sin embargo, pecando de frívolo, me cuesta encontrar resonancias de alguna preocupación por nuestra sociedad. Es una sensación todavía más acusada en el relato de Ramón Muñoz, un centenar de páginas en un paisaje neo-ballardiano (el adjetivo de moda); una suerte de ciudad flotante en descomposición poblada por diferentes etnias del sudeste asiático. Sin embargo ese paisaje socioeconómico decrépito no convierte “En el filo” en una historia de ciencia ficción sobre conflictos “sociales, políticos, económicos…”; una historia que “fomenta el pensamiento crítico y puede funcionar como una metáfora de nuestra realidad”. Como comentaba en la reseña, la narración se decanta por el relato criminal con gotas de historia de artefacto y unas migajas de desastre ecológico.
Encuentro más ejemplos de esa escasa carga de “compromiso”. Las historias de Egan, Andreu… Incluso se puede hablar largo y tendido de la cobardía implícita en el desarrollo de “Juicio final”, de Carlos Gardini, que casaría en el grupo “síle” (una distopía en toda regla) si no fuera porque una deriva espiritual la transforma en una mermelada pseudomística en las antípodas de su punto de partida.
¡Ojito! Para nada afirmo que por esa mínima conexión con nuestra actualidad cotidiana sean malas historias (bueno, la de Gardini me lo parece. Y la de Muñoz ahí le anda). Mi diatriba es otra. No se puede defender que Terra Nova va de lo que no es. Por criterio de selección me parece un vademécum de ciencia ficción de amplio espectro (menos los monstruitos y las naves espaciales, un socorrido tópico convenientemente devaluado por el antólogo durante la presentación). Una idea complicada de apoyar debido al sempiterno complejo de inferioridad del género visto desde dentro del género. De ahí que para poner en valor la muestra elegida se citen bien obras o autores con las que no tienen mucho que ver (Nunca me abandones, La conjura contra América, La carretera… la lista se la saben), bien se aluda a la pretendida alegoría de presente o a esa preocupación por la condición humana que no siempre figuran con el peso necesario.
Si crees en las historias seleccionadas, no afirmes que has vestido al rey con fragmentos de tela que no lleva encima.
Porque apostar por producción española tiene además un limitación propia: apenas se han publicado muestras notables de ese tipo de ciencia ficción. Algo de lo que el propio antólogo parece consciente cuando la única novela española que cita en la introducción es El mapa del tiempo, de Félix J. Palma; obra con numerosas virtudes y pesados defectos que funciona de muy diversas maneras pero donde lo social, político, económico… está ausente. Mientras, se olvida de la novela más polémica y militante escrita en los últimos años: Cenital, de Emilio Bueso. ¿Demasiado políticamente incorrecto para el fandom, quizá?
Recientemente hubo en Facebook un pequeño hilo sobre el tema y apenas aparecieron un puñado de relatos: los imprescindibles “La última lección sobre Cisneros” de Bermúdez Castillo, “Ñ” de David Soriano, “Bidesari” de José Ramón Vázquez o “Tren” de Julián Díez. A ellos se pueden añadir “Noche de sábado” de Elia Barceló, “200” de Santiago Eximeno, algún relato de Alejandro Carneiro… Escaso bagaje, más si se consider la actual situación social, política, económica de España; el caldo de cultivo perfecto para ficciones de este tipo. Narraciones preocupadas por bucear en los desvaríos nacionalistas, en las perversiones de los medios de comunicación, el acuciante problema energético, la tragedia de la inmigración… ¿Se escriben? Si se escriben, ¿por qué no se publican? ¿Es solo una cuestión de calidad o hay miedo a tratar o publicar ciertos temas?
Como servidor tiene una visión limitada, aquí dejo estos interrogantes por si alguien puede ofrecerme esos ejemplos que me habré perdido. O decide zurrarme la badana con una visión más amplia del significado del compromiso.
En esto, cada vez me siento más cerca de la interpretación que hacía Paco Ibáñez del poema de Gabriel Celaya “La poesía es un arma cargada de futuro” en aquel célebre concierto de París del año 69, cambiando poesía por ciencia ficción.
Hay que mojarse.
Nota 1: Idea nada sorprendente dada su predominancia entre el mundillo #FIAWOL de España (tan predominante como puede ser la opinión de 30 o 40 personas opinando desde sus cuentas de twitter, blogs o páginas de Facebook como si sus palabras pudieran importar a alguien más que esas 30 o 40 personas. O invertir la caída del pedrusco de Sísifo).
Nota 2: Desde un punto de vista “españacéntrico”, al alma máter de Cuásar, Luis Pestarini, apenas le hemos leído nada sobre Terra Nova, de ahí que siempre nos refiramos a Mariano Villarreal en el 99% de las referencias a este proyecto.
Nota X: Puestos a reconocer pecadillos, servidor también tuvo su etapa “ciencia ficción comprometida”, tal y como atestigua esta reseña del ATE vol. 3. Aunque ya entonces diferenciaba entre el escenario y otro tipo de especulación más arraigada en el presente.
Interesante disertación, que te agradezco, y un buen toque de atención. Habría tanto que comentar, matizar, rebatir, aceptar… ¿por donde empiezo?
Por la idea central de la antología, que es una mano abierta a los escritores en favor de un tipo de literatura comprometida. No es mi intención vestir al rey con traje inexistente; todas y cada una de las historias incluidas lo han sido por mi convencimiento personal, y el de los editores, de su alta calidad literaria y especulativa, y en muchos de ellos, como apuntas, el componente social y crítico está muy presente. No en todos, claro, sería demasiado doctrinario, aburrido, y no podríamos ofrecer toda la riqueza del género actual en formato breve.
Como ya he apuntado en otras partes, esta antología se armó cuando Fantascy no existía siquiera como sello, así que no fue posible publicitar una convocatoria abierta para recepción de material como en el primer y tercer volumen; utilicé material no inédito pero de valor y prácticamente inencontrable, y el libro se orientó además a un target diferente: el lector en general. Creo firmemente que este tipo de recuperaciones son muy positivas para la normalización del género. El volumen 3 incluirá solo material inédito salvo una excepción muy, muy justificada; y quiero dejar claro que se trata siempre de una selección, aunque se haya animado a algunos autores a nivel personal a remitir un cuento a evaluación.
Ah, coincido en que en el listado slipstream merece estar la novela de Emilio Bueso, pero en el momento en que escribí esta introducción (se redacta a un año vista) ni siquiera había sido publicada, o al menos no lo había leído.
Imagino me dejo detalles sin responder, pero la mayoría responde a tu valoración personal como lector, que te agradezco, respeto y encuentro razonada y constructiva. Ojalá contáramos con más lectores tan combativos como tú, Nacho.
Bueno, respecto a la parte que me toca, ya que me menciones (aunque yo no hablaría de “desvaríos nacionalistas”, supongo que porque desvarío me suena despectivo) siempre he intentado escribir historias de ese tipo. No todas, claro, pero era una componente que tenía presente. Quizá porque el “compromiso” social y político lo tenía de serie cuando las cosas no parecían tan catastróficas. Creo que es complicado esperar que, de pronto, hombres de más cerca de los cincuenta años que de los cuarenta, de nivel educativo más o menos alto que suelen ser, por edad, el colectivo menos afectado por la crisis hayan descubierto un compromiso político que no tenían en el pasado (o al menos no lo mostraban abiertamente en sus obras). Y justo ése es el perfil del autor de género en España.
Supongo, también, que gente de mi edad (más/menos siete años) tenderá a ser más combativa por los mismos motivos que le comenté a Juanma Santiago en su charla de la Hispacon sobre el éxito de las distopías juveniles: es lo que estamos viviendo. Paro del 50%, emigración, recorte de todo tipo de derechos sociales… Claro que la gente de más edad lo sufre, pero no en la misma proporción. Al fin y al cabo tienen un proyecto vital más asentado y no uno abortado antes de empezar. La juventud vive en el escenario descrito en varias novelas cyberpunk. Las distopías de los 80 están resultando sorprendentemente certeras.
A mí, como ya he dicho muchas veces, me gusta reflexionar sobre lo personal más que sobre lo global. Utilizo decorados de género para hablar de soledades, tristezas, rupturas, etc. Ni siquiera veo que “200” tenga mucho en común con el resto de relatos y novelas cortas que mencionas, aunque sí es cierto que hay una reflexión sobre los medios de comunicación en esa historia.
Llevas razón en que la mayoría son bastante diferentes al tuyo, aunque hay algún relato que sí que parte de lo personal para tratar también “lo global” (Bidesari). Algo que también está presente en algún relato de este Terra Nova como el de Nnedi Okorafor.