Imaginativa, compleja y original, hay mucha tela que cortar en Ciudad nómada, rebaño miseria, primera novela de Pablo Loperena, publicada en 2020 por la editorial Insólita y cuyo germen es el relato del mismo nombre que ganó el premio Alberto Magno en 2016. Su principal virtud es el universo en el que se desarrolla, su complejidad y la minuciosidad con la que el autor construye cada detalle: estructura social, sistemas político y económico, lenguaje, valores, historia, mitos… Paradójicamente, el motivo por el que su lectura se me hizo, en ocasiones, cuesta arriba, está relacionado precisamente con esto: el suministro de información al respecto es constante y prolijo a lo largo de toda la narración (unas veces a través del narrador, otras mediante personajes que se explican cosas los unos a los otros) y acaba resultando abrumador. En general, da la sensación de que la trama es, más que el motor de la novela, la excusa para presentarnos el escenario en el que todo sucede con el mayor detalle posible.
Ciudad nómada, rebaño miseria transcurre en un mundo en el que la humanidad ha transformado el planeta en un gigantesco campo de cultivo (gracias a un proceso global denominado “Reparcelación”) que es trabajado incesantemente por monstruosas ciudades-máquina que lo recorren sin parar sembrando, cosechando y procesando los productos. La inmensa mayoría de la población mundial reside en el interior de estas “ciudades nómadas”. Pero en el exterior, en torno a ellas y en perpetuo movimiento para no quedarse atrás, se arraciman los marginados de la sociedad, los “rebaños miseria” del título, que reutilizan como pueden los desperdicios de la ciudad y se insultan entre sí con expresiones tan molonas como “sesoseco”, “chuscado” o “saco de costras”. La obra se centra fundamentalmente en la vida de los “rebaños miseria” a través de las andanzas de Salvaje, una niña paria que se ha consagrado en cuerpo y alma a una misión de venganza, y Diantre, el tecnomago que la toma bajo su protección. Un porcentaje de la acción, no obstante, se produce en las ciudades, que Loperena nos muestra a través de los ojos de Bo, un ciudadano de clase media, y Nat, una mecaingeniera perteneciente a las capas más bajas de la sociedad urbanita.