Hasta el momento, existe una cierta unanimidad alrededor de El rey Lansquenete, probablemente el título de ciencia ficción española más destacable del año. Una obra en la frontera entre el relato largo y la novela corta, cuidada tanto a nivel formal como de fondo en la cual destacan su narrador y un desenlace del todo coherente con su desarrollo. Había expectación sobre si su autor, Santiago García Albás, sería capaz de mantener el nivel en las otras tres Cybersiones que quedaban por publicar; historias sin relación argumental y escritas a lo largo de varios años para ser presentadas al premio Alberto Magno. Pues bien, tras leer Delirios de grandeza las expectativas no se quiebran; si bien no me parece tan redonda como El rey Lansquenete, ha logrado una historia sólida y de un calado notable..
Marcos Solarza se gana la vida vendiendo paquetes de Sensolux; unos módulos que enriquecen la experiencia perceptiva de sus usuarios con todo tipo de sensaciones olfativas, visuales, gustativas… Hombre de recursos, tan zalamero como ambicioso, es un astuto “depredador” en un entorno difícil de precisar porque habita una realidad construida gracias a la interacción de los diferentes usuarios que coinciden en un determinado lugar, cada uno contribuyendo según su “nivel” socioeconómico, viviendo y transmitiendo su propio grado de “excelencia”. Sin embargo su carrera queda truncada y se ve obligado a sobrevivir como un doblecero; los parias que han perdido sus complementos y experimentan el mundo tal y como es.
La envoltura de Delirios de grandeza es la de un thriller criminal contado por un narrador pegado a la experiencia de Solarza y desnuda el mundo y su tragedia. El estilo mantiene un registro coloquial y una cierta sorna que se adueña esporádicamente de la historia tanto a través de los diálogos como a la hora de transmitir el mundo, y un vocabulario que puntualiza en qué momento perceptivo está Solarza, avasallando en las descripciones tanto de lo más hermoso como de lo más mísero. También es fundamental la carga alegórica que resuena por encima del relato y conecta la historia con el resto de Cybersiones: exploraciones de las facetas más inquietantes, atractivas, contradictorias… de la realidad virtual.
Solarza medra en un mundo de carestía donde la única propiedad privada es la posibilidad de alterar los sentidos; algo que comenzó siendo un castigo para disidentes y que ha terminado extendiéndose al resto de ciudadanos por elección propia. Esta huída de la realidad está presente desde las primeras páginas, donde entre el oropel se cuela alguna imagen, alguna palabra, que rasga el velo por debajo del umbral de la percepción modificada, y estalla en su más cruda sordidez llegada la mitad del relato. Mientras, por el camino, se esboza la ratonera en la que ha caído la humanidad en la cual apenas se vislumbran dos salidas; sendas huidas a cada cual más pesimista.
Como decía al principio, Delirios de grandeza me ha convencido un poco menos que El rey Lansquenete. Por su forma de thriller, un tipo de historia más rígida y, en este caso, menos sorprendente; y algunas elecciones narrativas, como un inicio deliberadamente embarullado que no se corresponde con la claridad expositiva de los capítulos posteriores. También, a pesar de la carga satírica con la que se trata, a algún lector se le puede hacer cuesta arriba el ambiente eminentemente masculino y cómo se exhacerban una serie de comportamientos e imágenes claramente machistas. Nada a lo que no estemos acostumbrados en el mundo de la publicidad, llevado hasta sus últimas consecuencias.
Como curiosidad, Delirios de grandeza quedó en segundo lugar en el Alberto Magno del año 2007 detrás de “Luna de locos”, relato de José Antonio Cotrina hasta el momento inédito y que, tras esta publicación, crece en valor pues fue capaz de superar a esta contundente historia de ciencia ficción postapocalíptica.
Delirios de grandeza (Sportula, 2014)
ebook. 91 pp. 2,68 €
Ficha en La tercera fundación
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