Challenger, de Guillem López

ChallengerPara el cretino que anida en mi interior resulta tentador acercarse a un libro como éste, con un cúmulo de valoraciones encendidas prácticamente unánimes, con ganas de comprobar cuánto hay de cierto entre tanta palabra grandilocuente y, si se tercia, marcar la diferencia. No hace falta decir cómo. Sin embargo en el caso de Challengerdespués de 100 páginas ya estaba experimentando lo mismo que ha llevado a ese puñado de lectores a apreciarlo tal y como lo han hecho y a preguntarme qué habría sido de él si en lugar de haberse publicado en una colección con una distribución muy limitada hubiera aparecido en algún sello de tamaño mediano que asegurara una mayor difusión. No, no estoy pensando en un hipermegaéxito de ventas, pero sí en algo de visibilidad para un título cuyo alcance parece reservado exclusivamente para lectores muy muy muy metidos en el mundillo.

Challenger es un fix-up de 73 relatos que transcurren el 28 de Enero de 1986 en un intervalo de unas pocas horas alrededor del accidente del Challenger, en su inmensa mayoría en el área metropolitana de Miami. Narrados prácticamente todos en tercera persona, cuentan con un personaje mediante el cuál se observa qué está viviendo en ese momento y, en la medida de lo posible, la posible conexión con alguno de las otros 72 retazos de la obra. Tal acumulación de piezas puede asustar dado su número, su breve extensión, estar en una secuencia aparentemente aleatoria y tener cada uno su propio protagonista “foco”. No hay dramatis personae, ni un mapa de la ciudad, ni una referencia a los vínculos entre ellos más allá de los que el lector acierte a encontrar en su memoria a corto plazo. Afortunadamente Guillem López los sitúa con ingenio y se hace relativamente sencillo interconectarlos.

Juanma Santiago describía Challenger como si Vidas cruzadas hubiera sido dirigida por Quentin Tarantino Yo añadiría que tiene mucho de gran novela americana heterodoxa. En sus páginas Guillem López captura el espíritu de un tiempo y un lugar a través de las vivencias de un conjunto de personajes; grupo cuyo volumen multiplica por una docena el número habitual y al cual se añade un aspecto generalmente olvidado en este tipo de historias: la visión de género.

En ese microcosmos de una Miami entre sacudida y sorda a la catástrofe del transbordador espacial se cruzan rateros de poca monta y mafiosos sin escrúpulos al mando del bajo mundo de la ciudad; suicidas afortunados y enfermeras dispuestas a darle una nueva oportunidad a la vida; espías de mentirijillas soñando con hacer el agosto a costa de crédulos y espías auténticos que se los toman en serio; pescadores sin suerte y monstruos escapados del laboratorio secreto del científico loco de turno; balseros perdidos en su rumbo hacia la tierra prometida y familias descompuestas cuya desgracia aumenta al cruzarse con una puerta a otro universo. Universo donde se vislumbran dioses dormidos dispuestos a retornar a nuestro mundo.

Videntes, alienígenas preparados para invadir la tierra, perros enfrascados en sus diatribas cotidianas, artistas de circo con problemas de visado, balas mágicas de trayectorias ridículamente posibles, organizaciones secretas… El fresco formado por la yuxtaposición de todos esos elementos entre lo serio y lo absurdo parece un tratamiento de choque contra la linealidad argumental a base de la materia prima de las 10 temporadas de Expediente X contadas en 10 horas. Una novela hipertextual a lo 253 sin ningún tipo de hipervínculo entre sus 73 retazos, su par de cientos de personajes o criaturas. Una narración donde Guillem López pone en juego un estilo ecléctico, adaptándose a cada historia según su tono o registro.

Varios relatos se sostienen sobre diálogos sólidamente construidos, otros sobre descripciones muy sugerentes, abundan las acotaciones mordaces, se deslizan visiones metaliterarias de la propia historia… La variedad es uno de sus grandes valores. Hay detalles que funcionan peor. En demasiadas ocasiones López termina enredándose en acciones que ya estaban explicadas con una palabra o frase, añadiendo una nueva palabra o frase que no aporta nada. Arabescos del estilo que lejos de profundizar en el discurso restan frescura y menguan claridad a un discurso innecesariamente retorcido. Después, desde un punto de vista estructural, la imposición de tener 73 escenas, una por cada segundo del viaje del Challenger antes de su explosión, parece un recurso demasiado forzado en cuanto una docena carece de la presencia y la fuerza del resto.

También sus recompensas pueden resultar demasiado etéreas. La ausencia de un hilo argumental al cual aferrarse, una cadena de causa y efecto hacia la recompensa del clímax, un grupo de personajes guía yendo del punto A al punto B con un fin meridiano, puede suponer kriptonita para las expectativas de los lectores menos dispuestos a alejarse de los caminos del planteamiento-nudo-desenlace. Frente al día a día de los catálogos de las colecciones de género, Challenger abre una ventana al sinsentido, el azar, el vértigo de la existencia. Una propuesta ambiciosa cuyas imperfecciones no socavan sus numerosas recompensas. Sólo hace falta una cierta disposición para aceptar el envite.

Challenger (Aristas Martínez, 2015)
Rústica. 512 pp. 25 €
Ficha en la web de la editorial

2 comentarios en “Challenger, de Guillem López

  1. Siempre me ha llamado la atención lo conservadora que suele ser la CF en cuestiones de estilo. Vale, hay bastantes excepciones, pero para ser un género que busca por definición el novum de marras, casi nunca lo busca en lo formal.
    Entiendo que una novela de, por ejemplo, Egan o Rajaniemi o Vinge, que ya bastante te petan la cabeza con el contenido, no sea encima experimental en lo formal*, pero el caso es que la mayoría de la CF nunca llegó, ni llega, a esos extremos de “rarunez”, o sea, que sí que se la puede tildar de conservadora en lo formal. Pero bueno, tampoco es que esté contando nada que no sepamos ya.

    Toda esta ristra de tópicos para decir que no está de más que se valoren este tipo de obras arriesgadas en la forma y (al parecer) acertadísimas en el contenido. Queda apuntada para lectura inmediata.

    *Siempre nos quedará PLUS, de Joseph McElroy, cosas tan rarunas y experimentales, en todos los sentidos, no se hacen en este siglo (en literatura, entiéndase, porque hoy lo raruno y lo experimental es nuestra realidad de cada día). Algún día, con unas cuantas aspirinas de por medio, lo mismo hasta la reseño. (https://en.wikipedia.org/wiki/Plus_%28novel%29).
    (https://en.wikipedia.org/wiki/Plus_%28novel%29)

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