El jardín de infancia, de Geoff Ryman

El jardín de infanciaCuando estuve pensando sobre un clásico que desempolvar y concluir si esa capa polvorienta que lo cubría le hacía justicia me dirigí a las listas de dos premios británicos: los BSFA y el Arthur C. Clarke. Revisando las décadas de los ochenta y noventa un nombre llamó rápidamente mi atención: Geoff Ryman. Ryman es un autor canadiense que desde mediados los ochenta hasta poco después de iniciarse el nuevo siglo hizo casi pleno en los premios más lustrosos de la ciencia ficción internacional: BSFA, Arthur C. Clarke (estos dos por partida doble), así como el Premio Mundial de Fantasia, el Phillip K. Dick, el James Tiptree, Jr. o un Nebula. Un repertorio que llama poderosamente la atención en un nombre que las generaciones actuales mayoritariamente desconocemos.

Hasta hace apenas unas semanas no tenía la más mínima idea de quién era Geoff Ryman. Es muy probable, además, que tú tampoco lo sepas. Pero, ¿por qué teniendo igual o más premios que muchos otros escritores Ryman no aparece en ninguna lista de recomendaciones, ya no solo nacional sino también internacional? En lo que tiene que ver con más allá de los Pirineos quizá no sea un personaje tan desconocido como en España. Sus obras de reeditan de vez en cuando en formato Masterworks donde habitualmente encontramos a los ampliamente considerados clásicos. Incluso recientemente se ha publicado un relato suyo en una nueva antología dedicada al futuro de Londres editada en tierras británicas. Sin embargo, a pesar de mi actual residencia en el Reino Unido, no he escuchado su nombre en los últimos años. Mientras, en lo que se refiere a la publicación en castellano, la suerte editorial de Ryman ha sido dispar: Grupo AJEC, La Factoría de Ideas y Ómicron, además de Ultramar a principios de los noventa. ¿Por qué nadie lo recuerda?

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Challenger, de Guillem López

ChallengerPara el cretino que anida en mi interior resulta tentador acercarse a un libro como éste, con un cúmulo de valoraciones encendidas prácticamente unánimes, con ganas de comprobar cuánto hay de cierto entre tanta palabra grandilocuente y, si se tercia, marcar la diferencia. No hace falta decir cómo. Sin embargo en el caso de Challengerdespués de 100 páginas ya estaba experimentando lo mismo que ha llevado a ese puñado de lectores a apreciarlo tal y como lo han hecho y a preguntarme qué habría sido de él si en lugar de haberse publicado en una colección con una distribución muy limitada hubiera aparecido en algún sello de tamaño mediano que asegurara una mayor difusión. No, no estoy pensando en un hipermegaéxito de ventas, pero sí en algo de visibilidad para un título cuyo alcance parece reservado exclusivamente para lectores muy muy muy metidos en el mundillo.

Challenger es un fix-up de 73 relatos que transcurren el 28 de Enero de 1986 en un intervalo de unas pocas horas alrededor del accidente del Challenger, en su inmensa mayoría en el área metropolitana de Miami. Narrados prácticamente todos en tercera persona, cuentan con un personaje mediante el cuál se observa qué está viviendo en ese momento y, en la medida de lo posible, la posible conexión con alguno de las otros 72 retazos de la obra. Tal acumulación de piezas puede asustar dado su número, su breve extensión, estar en una secuencia aparentemente aleatoria y tener cada uno su propio protagonista “foco”. No hay dramatis personae, ni un mapa de la ciudad, ni una referencia a los vínculos entre ellos más allá de los que el lector acierte a encontrar en su memoria a corto plazo. Afortunadamente Guillem López los sitúa con ingenio y se hace relativamente sencillo interconectarlos.

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The Islanders, de Christopher Priest

The IslandersHa pasado una década desde que Saldotauro publicara La separación, la última novela de Christopher Priest traducida al castellano. Desde entonces apenas hemos visto en nuestras librerías varias reediciones de algunos de sus títulos: El prestigio a raíz de su adaptación al cine; El mundo invertido, recientemente saldado por los inefables editores de La Factoría de Ideas;… Esta sequía tiene explicación. Durante casi una década, Priest estuvo enfrascado en la escritura de dos obras aparecidas en 2011 y en 2013. Todavía no he leído la última de ellas, The Adjacent, pero entiendo bien por qué ninguna editorial se ha animado a traducir The Islanders. Al handicap de Priest como escritor en tierra de nadie entre el género y el mainstream, o sus tradicionales bajas ventas en España, se une la particularísima idiosincrasia de The Islanders, una obra tan endémica como endogámica.

Éste es el regreso del autor de El glamour a su Archipiélago del Sueño, un lugar narrativo que, si no me equivoco, no tocaba desde que escribiera La afirmación. En sus páginas Priest se da un impúdico autohomenaje durante el cual toca la mayoría de temas a los que se ha entregado durante sus casi cincuenta años de carrera: su inquietud por la veracidad de los narradores; cómo afectan a la vida las obsesiones y las crisis de identidad; el doble y todas las confusiones asociadas a su figura; la inmigración y el cinismo con el cual se trata en nuestro viejo mundo… Tampoco se limita a retornar a una geografía específica o un trasfondo común a La afirmación o relatos como “La negación”, “Rameras” o “El observado”. A lo largo de toda su extensión, Priest siembra referencias, explícitas e implícitas, a gran parte de su obra hasta el punto de, por ejemplo, presentar una nueva versión de El hombre transportado, el truco de magia central de El prestigio, esta vez con el sobrenombre de “The Lady Vanishes” (a la sazón, una de las películas más divertidas de Hitchcock). No es necesario ser un avezado Priestólogo para apreciar las virtudes de The Islanders. Estamos ante una especie de huevos de pascua que enriquecen las múltiples historias que conforman el conjunto. Pero si apunto estas ideas al comienzo de esta reseña es para dejar claro lo siguiente: solo recomendaría The Islanders a un lector familiarizado con las obras más importantes de este autor.

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253, de Geoff Ryman

253

253

Un tren parte siguiendo su recorrido, a apenas un par de paradas del final de línea. En su interior 253 pasajeros, cada cual con su propia historia a sus espaldas, sus propios anhelos y sus propias esperanzas y miedos. Sin saberlo, parten muchos de ellos hacia la muerte al descarrilarse el tren en el final del recorrido, y su salvación dependerá únicamente del azar. O, si lo preferimos, del destino. Ryman entreteje las vidas de estos 253 personajes, más todavía si contamos a sus amigos, familiares y conocidos, en 253 cuentos cortos de 253 palabras cada uno, distribuidos a lo largo de los 7 vagones del tren

El libro está concebido para su lectura en formato web, en un tramado hipertextual en el que nadie está aislado, y no es posible entender del todo la historia de ningún personaje sin enmarcarla en el todo superior. Sabemos, desde el primer momento, que este tren descarrilará, y somos conscientes de la cruel ironía que rodea a muchos de los personajes. Vemos cómo una decisión tomada en décimas de segundo los conducirá a la salvación o la perdición. La inmersión es total, en tanto que los personajes de la novela son los mismos personajes que encarnamos en nosotros mismos o nos encontramos en el día a día, con la salvedad de la distancia que separa Londres de nuestras ciudades respectivas, una distancia que empequeñece a medida que percibimos las similitudes entre ellos y nosotros.

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Aire, de Geoff Ryman

Aire

Cuando una novela llega avalada por multitud de premios de la ciencia ficción mundial: Arthur C. Clarke, British Science Fiction, Sunburst, James Tiptre Jr., finalista del Nebula, Philip K. Dick y John W. Campbell… o, lo que es lo mismo, la crítica y aficionados de Gran Bretaña, Canadá y buena parte de los Estados Unidos, es casi obligado pensar que estamos ante la obra de género más importante de 2006.

Geoff Ryman es un autor iconoclasta y posmoderno, preocupado tanto por el presente como por el futuro más inmediato. En España tiene publicados varios libros: El país irredento (Ultramar, 1991), premio Mundial de Fantasía y British Science Fiction 1986, y los recientes 253 (Grupo Editorial AJEC, 2007), premio Philip K. Dick 1999, y El jardín de infancia (Ómicron, 2007), premio Arthur C. Clarke y John W. Campbell 1989. En esta su tercera novela editada en el presente ejercicio –por lo que bien puede decirse que éste es el año Ryman en España–, el autor analiza las consecuencias derivadas de la implantación de una nueva tecnología de comunicación a escala global.

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