Rosalera, de Tade Thompson

RosaleraDe la ciencia ficción se dice a menudo que es “la literatura de las ideas” y, ateniéndonos a este criterio, Rosalera (Runas / Alianza) es una novela sobresaliente. Ubicada en un escenario refrescante (la acción no solo transcurre en Nigeria sino que, para mayor gustirrinín del lector, en las primeras páginas se menciona como de pasada que los Estados Unidos, localización sempiterna del género, han “desaparecido del mapa”), y ambientada en un futuro próximo salpimentado con unas gotitas de ucronía (en 2012, un alienígena del tamaño de Hyde Park aterrizó en Londres), la primera novela del británico Tade Thompson —y primera entrega de una serie, la Trilogía del Ajenjo— es un bombardeo continuo de ideas estimulantes y ocurrencias asombrosas.

El protagonista del libro es Kaaro, un nigeriano de etnia yoruba que se ha convertido en “sensible” por la reacción de su organismo a la exposición de microorganismos alienígenas. Su condición le da capacidades telepáticas y le permite acceder a la “xenosfera”, una especie de plano virtual al que todos los humanos suben información de forma inconsciente, pero del que solo unos pocos —otros sensibles como él— pueden extraer datos. Kaaro vive en Rosalera (una ciudad con forma de rosquilla surgida en torno a una cúpula de origen extraterrestre que se abre periódicamente para liberar una sustancia con poderes curativos) y, además de poner sus habilidades extraordinarias al servicio de un banco (evitando que otros telépatas puedan acceder a los datos personales de los clientes de la entidad), trabaja para una agencia secreta del gobierno, la Sección 45.

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La hipótesis Saint-Germain, de Manuel Moyano

La hipótesis Saint-GermainHay libros que, cortos para lectores con un bagaje, no me importaría nada que se hicieran un hueco entre tanto bestseller estúpido. Esas narraciones sin el más mínimo sentido sustentadas sobre cimientos de goma eva que, por encadenar varios misterios en sus primeras páginas o poner de protagonista a un dios de la noche del trivial, concilian una atención que ni de lejos llegan a consumar en unos desarrollos y desenlaces inconsistentes si hay suerte, incoherentes un 90% de las veces. En La hipótesis Saint-Germain Manuel Moyano se viste el mono de escribir una de estas novelas fórmula y relata lo que durante muchas páginas se asemeja a un thriller pseudo-esotérico-sobrenatural, de esos que invitan a establecer un cordón sanitario en su perímetro.

Así, el editor de una revista prima hermana de Más allá o Año cero, Daniel Bagao, cuenta en primera persona cómo se ve empujado a una loca investigación en pos de un millonario que podría llevar vivo varios siglos. El susodicho habría estado involucrado en algunos de los avances científicos y tecnológicos más relevantes de nuestra historia reciente: la carrera espacial, la teoría de la relatividad… Mientras desgrana sus pesquisas, empujado por un seguidor de su revista con ínfulas que le lleva a quebrantar sus más arraigadas convicciones, su personalidad cobra relieve. Detrás de una fachada de respetabilidad se vislumbra a un cínico consciente de su condición; un tipo machista, ligeramente clasista y bastante ambicioso únicamente preocupado por las consecuencias de sus actos cuando es su acomodada existencia la que puede verse afectada.

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The Power (El poder), de Naomi Alderman

The PowerMañana las chicas jóvenes comienzan a manifestar una capacidad: un órgano incipiente desarrollado sobre su tórax les permite emitir descargas eléctricas. A medida que más y más mujeres descubren esa habilidad, de forma natural o inducida, y aumenta la intensidad de la electricidad emitida, la extrañeza da paso a una serie de alteraciones que empujan las relaciones familiares, económicas o de poder en nuevas direcciones. Como ocurre en los sistemas no lineales, las pequeñas agitaciones detrás de las primeras interacciones desencadenan una serie de movimientos amplificados imprevisibles.

En The Power Naomi Alderman toca diversos subgéneros sin decantarse por ninguno hasta sus últimas páginas. Utiliza con destreza elementos propios de la historia de catástrofes, la preapocalíptica, el thriller e, incluso, de nacimiento de una distopía. Este jugar a tantos palos es una de las características más atractivas de su concepción unida a una secuencia narrativa muy meditada. Sus 350 páginas se encuentran divididas en secciones etiquetadas en una cuenta regresiva. The Power comienza diez años antes del presente y en cada una de ellas sitúa (en principio) cuatro capítulos protagonizados por otros tantos personajes que muestran los diferentes cambios hasta llegar al “ahora”.

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Monstruos rotos, de Lauren Beukes

Monstruos rotosEl declive de Detroit se ha convertido en uno de los iconos más representativos de la crisis global. Aunque es un proceso de largo recorrido con décadas a sus espaldas, no ha sido hasta los últimos diez años cuando ha copado los medios de comunicación con esa imagen tan próxima a la que Paul Verhoeven daba en su RoboCop de finales de los 80. La escritora sudafricana Lauren Beukes ha aprovechado su potencial para alojar historias de género y ha situado en sus calles Monstruos rotos, un afilado thriller además de una evocadora radiografía de la ciudad caída. Una simbiosis entre investigación policial y fresco social que no es algo nuevo en Beukes; tanto en Las luminosas como en la inédita Zoo City ya exhibía su inclinación hacia este tipo de historias.

Beukes secuencia Monstruos rotos alrededor de breves capítulos cada uno centrado en un personaje diferente y los agrupa según el día de la investigación. Dos semanas a lo largo de las cuales la ajada capital del motor observa y padece los crímenes de un demente cuyo primer asesinato (la muerte de un niño y su transformación en una macabra escultura formada por mitad superior de su cuerpo unida a los cuartos traseros de un ciervo) apenas es un aperitivo. La opinión pública se muestra ávida por conocer los aspectos más escabrosos, una notoriedad anhelada por el propio asesino.

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Nos mienten, de Eduardo Vaquerizo

Nos mientenLa primera novela indignada de la ciencia ficción“. “Una distopía indignada cuyo futuro podría ser el nuestro“. “Un grito de auxilio desde el mañana“… Estas son algunas de las frases utilizadas para promocionar Nos mienten, la última novela publicada de Eduardo Vaquerizo. Sin querer entrar en polémicas estériles sobre la idoneidad de ciertas etiquetas, una vez más los chicos de marketing de Fantascy exhiben su oportunismo a la hora de colocar el producto exacerbando alguna de las características de la obra hasta ponerlas por delante de otras mucho más relevantes. Aun con su componente de crítica social, Nos mienten es un inconfundible thriller de futuro cercano donde la resolución del misterio planteado en las 50 primeras páginas y la acción derivada de ello lo son todo. Del olvido de obras anteriores escritas desde una óptica similar mejor no hablar. En esa carrera sin freno hacia la venta de un producto único, pionero, original, exclusivo… la honestidad ocupa su lugar en el gallinero, justo entre la mesura y el (re)conocimiento.

Por citar una de las muchas historias con las cuales comparte base, Nos mienten empieza a crecer con los mimbres de El fugitivo: a mediados del presente siglo una guardaespaldas a sueldo de una de las familias al mando de España (y Europa; y el mundo), los Ramoneda, es acusada de un crimen que no ha cometido. Perseguida por sus antiguos compañeros dentro del servicio de seguridad, se ve obligada a huir por su vida para, más tarde, indagar cómo ha llegado a esa situación. Manipulada por un poder superior, ayudada por fuerzas en el margen del sistema, se descubre en medio de un plan destinado a mantener el status quo global por los siglos de los siglos detrás del cual se encuentra esa oligarquía obsesionada por perpetuarse como dueños del corral.

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