Nos mienten, de Eduardo Vaquerizo

Nos mientenLa primera novela indignada de la ciencia ficción“. “Una distopía indignada cuyo futuro podría ser el nuestro“. “Un grito de auxilio desde el mañana“… Estas son algunas de las frases utilizadas para promocionar Nos mienten, la última novela publicada de Eduardo Vaquerizo. Sin querer entrar en polémicas estériles sobre la idoneidad de ciertas etiquetas, una vez más los chicos de marketing de Fantascy exhiben su oportunismo a la hora de colocar el producto exacerbando alguna de las características de la obra hasta ponerlas por delante de otras mucho más relevantes. Aun con su componente de crítica social, Nos mienten es un inconfundible thriller de futuro cercano donde la resolución del misterio planteado en las 50 primeras páginas y la acción derivada de ello lo son todo. Del olvido de obras anteriores escritas desde una óptica similar mejor no hablar. En esa carrera sin freno hacia la venta de un producto único, pionero, original, exclusivo… la honestidad ocupa su lugar en el gallinero, justo entre la mesura y el (re)conocimiento.

Por citar una de las muchas historias con las cuales comparte base, Nos mienten empieza a crecer con los mimbres de El fugitivo: a mediados del presente siglo una guardaespaldas a sueldo de una de las familias al mando de España (y Europa; y el mundo), los Ramoneda, es acusada de un crimen que no ha cometido. Perseguida por sus antiguos compañeros dentro del servicio de seguridad, se ve obligada a huir por su vida para, más tarde, indagar cómo ha llegado a esa situación. Manipulada por un poder superior, ayudada por fuerzas en el margen del sistema, se descubre en medio de un plan destinado a mantener el status quo global por los siglos de los siglos detrás del cual se encuentra esa oligarquía obsesionada por perpetuarse como dueños del corral.

Supongo que alguien puede pensar que he sido un tanto avieso al relatar el argumento detrás de Nos mienten. Créanme, apenas se desvía de estas líneas maestras. El número de lugares comunes en su construcción es, siendo fino, evidente. Para alejarse de ellos Eduardo Vaquerizo emplea tres bazas. Primero, imprime al relato un estilo perfectamente ajustado a la trama. Mediante frases breves, casi sin subordinadas, y una narración en presente elabora un discurso desnudo que potencia la tensión derivada de la incertidumbre o acentúa el dramatismo de ciertos hechos. Me hubiera agradado más una retórica más áspera, o un punto adicional de mala leche, pero su fluidez es innegable.

Además trabaja ampliamente al personaje protagonista: Nora Robles. Una guardaespaldas casada con un compañero de trabajo con el cual comparte un proyecto vital supeditado a atravesar una serie de etapas; el equivalente a medio siglo vista de progresar en la empresa, ahorrar para aumentar la familia y esas cosas que tanto preocupa a la gente de bien, apretados por el miedo a despeñarse hacia el arroyo y ver sus “ilusiones” descarrilar… como han descarrilado la inmensa mayoría a su alrededor. En este cuadro la parte que mejor funciona es su relación con los restos de su familia: una madre y una hermana que representan el otro lado del espejo; las ilusiones frustradas, la supervivencia a cualquier precio y el sacrificio para que ella pudiera ver cumplidas unas expectativas… abortadas por su caída en desgracia.

La tercera cualidad de Vaquerizo para ganar su propio momentum es ese escenario de lucha de clases extrapolado a partir de la España actual. En Nos mienten existen las megacorporaciones que han usurpado el papel de esos gobiernos nación pan nuestro de cada vida en cualquier historia cyberpunk y postcyberpunk. Pero lejos de los grandes complejos supeditados al beneficio de los accionistas o del consejo de administración maquiavélico de turno, aquí pertenecen a familias cerradas, la nueva nobleza de mediados del siglo XXI que hacen y deshacen a su antojo en una sociedad al borde de la desintegración.

Eduardo VaquerizoAnte el naufragio del estado del bienestar, apenas un puñado de asalariados tienen posibilidades de sacar la cabeza por encima del nivel del agua. La falta de seguro médico, la imposibilidad de comprar mejoras tecnobiológicas, la condena a vivir en los márgenes del sistema…  evidencian la lucha de clases en una única dirección. Algo que observamos a través de la diatriba de Robles y, esporádicamente, cuando se rompe la unidad narrativa y algún personaje secundario ocupa durante unas páginas el foco; el mecanismo para conocer otros aspectos de la vida en ese futuro al borde del colapso, un acercamiento a unos personajes con tendencia a desvanecerse cuando Robles recupera su papel de guía. Ahora bien, este factor “social” es muy secundario. La huida y sus necesidades, la táctica y la acción de las batallas, la planificación de los próximos movimientos, la discusión de las nuevas revelaciones puestas sobre la mesa son la historia. El potencial alegórico del escenario carece del peso suficiente y es sobre todo atrezzo.

Como thriller, su disfrute está condicionado a la complicidad que el lector esté dispuesto a otorgar y al número de deus ex machina que pueda tolerar. Tanto la policía al servicio de las familias como los cuerpos de seguridad de los Ramoneda han visto pocos episodios de series policiales y no parecen comportarse de manera inteligente en sus pesquisas. Un flanco descubierto que añadir a que prácticamente todas y cada una de las situaciones peliagudas por las cuales atraviesa la protagonista se salvan por el equivalente tecnológico de la intervención divina.

Con Nos mienten arrastro una decepción muy personal: llegué a ella con la aspiración de encontrar lo que prometen los blurbs o el propio título. Una obra más próximo a las grandes novelas de John Brunner, 334 de Disch o, en un ámbito nacional, Cazadores de luz de Casariego, Su cara frente a mi de Cofiño o un Cinco días antes de Castrosín bien tramado (por citar los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza; hay más). Sin embargo me he encontrado con una novela más próxima a Leyes de mercado o Carbono alterado, con la mitad de revoluciones y el cuarto de mala baba. Una obra con sus pequeñas aportaciones, espero que disfrutable por ese gran público que siempre buscan las editoriales grandes y muy pocas veces hallado, pero lejos de las expectativas creadas por la campaña de promoción y un título en primera persona del plural que le sienta al contenido como un traje de faralaes a un personaje de La Patrulla-X.

Nos mienten (Penguin House Mondadori, Fantascy, 2015)
Rústica. 352 pp. 14.90 €
Ficha en La tercera fundación

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