Fracasando por placer (XI): Jóvenes cosmonautas. Selección de Isaac Asimov, Martin H. Greenberg y Charles G. Waugh. Colección El libro de bolsillo para lectores jóvenes nº 70. Ed. Labor, 1987

Jóvenes Cosmonautas

Cuando yo era un curtido y experto lector de ciencia ficción, con ese sofisticado nivel de certeza y seguridad en uno mismo que sólo se puede reunir a los quince o dieciséis años (aunque hay a quien le dura hasta bien entrada la mediana edad), despreciaba las cosas que se publicaban en las editoriales importantes. Si no tenía el marchamo de los sellos que realmente entendían de qué iba el tema (Martínez Roca, Edhasa, Acervo…), entonces era algo para el vulgo, adocenado. Mirémoslo por el lado bueno: gracias a eso ahora puedo disfrutar de buena parte de Stephen King, tras haberle despreciado cuando le leyó el resto de mi generación.

Otro objeto habitual de mis menosprecios eran las omnipresentes ediciones de lo que en resumen llamaremos «Cosas que firmaba Asimov». Esto no incluía las «cosas de Asimov que realmente importan», que habían sido publicadas originalmente por los sellos que realmente entendían de qué iba el tema (aquí se podía incluir a Bruguera, que estaba como a medio camino). Sino a toda una panoplia de productos firmados por el Buen Doctor.

Todos sabemos que Isaac Asimov se enorgulleció de haber publicado a lo largo de su vida más de quinientos libros. También sabemos que muchos fueron como este. Una antología recopilada por otros dos señores, los colaboradores habituales, para la que él escribía un textito como de folio y medio, amparado en el hecho de que desde hacía unos años siempre nos hacían gracia sus textitos. En realidad, no es cierto: es lo que pensaban él y sus editores, dado que nos habían hecho gracia las presentaciones de los relatos en sus propias antologías y en los volúmenes históricos que aquí se tradujeron como La Edad de Oro de la Ciencia Ficción, y que en realidad se titulaban Antes de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción. (No recuerdo a qué asistente de la antigua Tertulia de Madrid, posiblemente León Arsenal que era el más ocurrente en ese tipo de salidas, le preguntaron una vez cuál era para él la edad de oro de la ciencia ficción. «Los doce años», fue la respuesta). Pero los textos que acompañan la mayor parte de las 117 antologías (dato que encuentro en la red y cuya fiabilidad dejo en entredicho) que co-firmó son en su mayoría puro rellenazo. Tópicos y naderías, sin olvidar la misma clase de anécdotas un poco majaderas de las que ya hablé en mi texto previo sobre su revista. El que abre esta antología, por ejemplo, es uno de esos compendios de lugares comunes bienintencionados y vacíos sobre el que no tiene sentido extenderse más.

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Los premios Ignotus: 1991-2000

Los premios Ignotus 1999-2000Larga (y discontinua) ha sido la gestación de este proyecto con más de diez años a su espalda. En 2005 iba a ser la editorial Bibliópolis quien se encargara de él. Incluso llegué a fantasear con una posible división en volúmenes. Aquél era FIAWOL del bueno. Sin embargo la realidad de un mercado editorial reacio al formato breve dio al traste con la iniciativa; la pieza de dominó nonata de la cadena de antologías Semillas de tiempo, Artifex y Paura. Tuvo que ser una editorial mucho más modesta y versátil, Sportula, con la publicación de colecciones de relatos y antologías en su ADN, la que recuperara la idea y diera a luz el primero de los volúmenes con los ganadores de la categoría de relato otorgados en el siglo XX. Una década más tarde.

Me parece un acierto la estructura incorporada al libro, en gran parte derivada de aquellos volúmenes de Los premios Hugo traducidos por Martínez Roca a finales de los años 80. Cada relato se acompaña de una introducción escrita por Rodolfo Martínez, muy alejada de lo habitual en estos casos. No hay semblanzas biográficas o descripciones de las claves de las historias prologadas sino anécdotas que Martínez recuerda de su relación con cada autor. Cómo se conocieron, cómo ha evolucionado su relación, algún detalle que admire, anécdotas… Un reflejo de aquellos textos de Asimov un tanto egocéntricos pero repletos de cercanía.

Además, y es lo más relevante del volumen aparte de los relatos, si alguien busca información más canónica, Los premios Ignotus 1991-2000 se abre con un ensayo de Juanma Santiago sobre la intrahistoria de los Ignotus. Medio centenar de páginas a modo de recuerdo de lo que fue la afición durante la década: la creación de la aefcft, el nacimiento de las antologías Visiones, la gestación de los premios, recuerdos año a años de los cuentos ganadores, algunos finalistas, las circunstancias importantes para llevarse el galardón… Memoria viva del fandom contada con un estilo espontáneo y autorreferencial, posiblemente tan apreciado por los iniciados en el sacrosanto misterio del fandom como extraño para el lego.

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Dulces dieciséis y otros relatos, de Eduardo Vaquerizo

Dulces dieciséis y otros relartosVivimos un período de reivindicación de la ciencia ficción española y, en concreto, de la generación HispaCon. Entre lo publicado el último año tenemos dos ejemplos evidentes: la primera antología de Los premios Ignotus, que tengo la sensación ha volado por debajo del radar incluso del público más especializado, y la colección Cyberdark presenta, lanzada por el complejo Cyberdark/Alamut/Bibliópolis. Un sello llamado a poner de nuevo en el mapa los mejores relatos de autores surgidos del fandom en las décadas de los 80 y los 90; hasta ahora han aparecido tres libros, aunque en la presentación en la librería Gigamesh en Marzo Luis G. Prado anunciaba la posibilidad de que fueran veintena, incluyendo antologías temáticas. De llevarse a cabo daría forma a la colección más completa a la hora de entender (un parte de) la literatura fantástica hecha en España; ninguna otra ofrecería una radiografía tan exhaustiva de un periodo de tiempo determinado.

En este contexto, el nombre llamado a abrir la iniciativa, Eduardo Vaquerizo, no resulta para nada extraño. Como comenta Juanma Santiago, la mayoría de autores importantes que cultivaron el relato con asiduidad en aquel período ya han visto recogidos los más significativos, en colecciones generalmente aparecidas en editoriales pequeñas. Rodolfo Martínez, Elia Barceló, Daniel Mares, Armando Boix, Rafael Marín, Félix Palma… cuentan con uno o varios volúmenes en su haber. Los más avispados han podido reunir a través de ellos los relatos publicados en una miríada de fanzines, revistas o antologías. Si no me falla la memoria, apenas él y José Antonio Cotrina (del que llevamos más de una década esperando su particular Cotrinomicón) no habían visto un volumen con sus mejores relatos. He aquí la oportunidad de solucionar ese olvido.

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