Expect Me Tomorrow, de Christopher Priest

Expect Me Tomorrow(Algunas de) Las últimas novelas de Christopher Priest pueden tomarse como una pequeña cruzada escéptica, una censura a visiones dominantes de nuestro presente. No sólo tengo en cuenta An American Story, donde ponía en solfa la versión oficial del 11S. The Separation (El último día de la guerra) era un libro poliédrico que además de sumergirse en los momentos de cambio que dan lugar a las ucronías y la dificultad de conciliar las historias orales, sacudía la percepción de la Segunda Guerra Mundial como un acontecimiento granítico ocurrió-como-tenía-que-ocurrir. Hay más ejemplos.

Esta enmienda de la interpretación unívoca de lo factual no es fruto de una deriva hacia terrenos mcgufos, una candidatura para convertirse en colaborador recurrente del equivalente a Íker Jiménez en el Channel 4. Tiene más que ver con alejarse de visiones simplificadoras de los hechos, abrazar la complejidad de un presente en el cual se prescinde de todo lo que no concuerda con una versión, como si no existiera, para emitir mensajes rotundos, incontrovertibles, reduccionistas. Este propósito en su caso llega con un peaje potencial: quedarse en novela de tesis, o con varias tesis; un riesgo para el relato dramático a abordar. A través de la estructura, el tono, la voz, Priest lograba acomodar forma y fondo en sus grandes obras. Sin embargo, en los últimos años de su vida he percibido descuido en ese andamiaje. En demasiadas ocasiones los enigmas que se van resolviendo, lejos de ser transformadores, transmiten una excesiva finalidad didáctica/paternalista. A falta de leer Airside, su último libro publicado en vida, Expect Me Tomorrow vendría a ser el ejemplo más reciente.

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It’s the End of the World, de Adam Roberts

It's the End of the WorldCuando una gran parte de los lectores ha perdido la noción de qué es una distopía y qué un apocalíptico (o postapocalíptico), la lectura de It’s the End of the World es toda una satisfacción. Adam Roberts no utiliza ni una sola vez el término distopía para describir las diferentes vertientes de lo apocalíptico y por qué es un tema central a la hora de contar historias desde los primeros textos escritos. Una vitalidad ratificada a lo largo de la historia de la literatura, realimentada por la actualidad del último año y medio a la que no se sustrae este blog, tal y como lo demuestran diversos textos escritos por Julián Díez, Santiago L. Moreno o Mario Amadas.

Roberts suena en España por Ejército Nuevo Modelo, la novela de ciencia ficción bélica con sustrato transhumanista publicada en 2016 por Gigamesh. Escritor prolífico, compagina su labor creativa con la enseñanza de Literatura Inglesa y Escritura en una de las múltiples facultades asociadas a la Universidad de Londres. Tiene una amplia bibliografía en el campo de la no-ficción e It’s the End of the World es su ejemplo más reciente. Un ensayo terminado durante el confinamiento de primavera de 2020 que se alzó con el Premio Británico de Ciencia Ficción al mejor libro de no-ficción. El aroma oportunista tanto en la publicación como en el galardón es inevitable. Sin embargo, basta leer la introducción para quitárselo de la cabeza. Roberts desenmaraña el corpus de ideas alrededor del fin del mundo y lo sistematiza a través de un discurso capaz de llegar a una serie de conclusiones. Algunas previsibles; otras, ¡bien por él!, no tanto.

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Las torres del olvido, de George Turner

Las torres del olvidoEn alguna ocasión ya he comentado que una de las dificultades de reseñar de manera justa una obra literaria de ciencia ficción es la de ser capaz de distinguir entre las distintas cualidades que se deben juzgar. La obvia, como el valor de los toreros, es la calidad como producto literario, artístico. A partir de ahí, la especificidad del género requiere de una cierta originalidad, si no en el tema, al menos en su tratamiento; verosimilitud y vuelo imaginativo.

Hay una más, especialmente polémica, y de la que los escritores de cf suelen abominar como de la peste en tanto acostumbra a centrar el interés de los medios de comunicación cuando se acercan a nuestro género: su acierto profético. De ahí la atención que despierta en los últimos tiempos la distopía; en un periodo de incertidumbre, buscar predicciones sensatas acerca del futuro es casi una necesidad inevitable, por mucho que resulte estéril.

Una y otra vez, en mi labor como periodista, sabedores mis clientes de mi proximidad al género, he recibido en algún momento la propuesta de hacer algo sobre “los aciertos de la ciencia ficción”. Es curiosísimo: siempre me lo han pedido como si fuera algo superoriginal. Y sistemáticamente han quedado decepcionados ante mi respuesta: son pocos, son casuales, no son el propósito de la cf. El nuestro es un género que ha dedicado buena parte de sus propuestas más serias a llevar a cabo admoniciones, no profecías. “Si esto sigue así…” no es lo mismo que “esto será así”. Entre otras cosas, porque una novela que tuviera un propósito completamente profético, y algún ejemplo hay, resultaría terriblemente aburrida.

Todo esto me sirve para decir que estamos ante un caso bastante singular, porque el principal interés de Las torres del olvido es que seguramente es la novela de cf que me ha transmitido más seriamente la sensación de encontrarme ante una obra diseñada con precisión absoluta para reproducir el futuro que nos tememos hoy. Esto implica, en efecto, que nos encontramos por momentos ante una novela aburrida; en numerosas páginas es excesivamente discursiva, casi víctima del tipo de torpezas que suelen cometer los autores externos al género cuando se introducen en él, aunque no sea el caso de Turner, pese a que en España esta obra se haya reeditado numerosas veces fuera de colección especializada.

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El sanador, de Antti Tuomainen

El sanador

El sanador

No hay nada peor para el bolsillo que entrar con otros lectores en una librería. Te recomiendan libros y te recomiendan libros hasta el punto que picas. Siempre.

Aunque ya tenía material de sobra para el viaje de vuelta a EE.UU., el día antes del vuelo me dio por entrar en una con dos buenos amigos y salí de ella con esta novela negra ciertamente llamativa. Además de tener una trama dominada por varios crímenes y desnudar algunos de los estratos más podridos de nuestra “sana” sociedad occidental, tiene una nítida componente de literatura prospectiva: se desarrolla en una Helsinki a pocos años vista en la que los efectos del calentamiento global causan estragos y anticipan una crisis que promete enviar a la humanidad a una nueva edad media. Sin embargo esa faceta no llega a dominar la narración, como ocurre en la mayoría de las ocasiones, sino que se queda en un atractivo segundo plano.

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