Sobre la ciencia en la ciencia ficción

Cuando Alice se subió a la mesaSe puede decir así, si queremos: la ciencia ficción no tiene nada que ver con la ciencia. Hay historias que la incluyen más, otras que menos, pero su presencia, en los surcos de un cuento o novela, está al servicio de la imagen, de la potencia semántica de la imagen, y no del análisis físico, químico o biológico del mundo. La ciencia forma parte de un contexto del que, bien tejido, surge el novum creíble, y no tiene por qué plegarse a las conclusiones de la así llamada realidad porque la ciencia, en la ficción, está al servicio de la imaginación y de la poesía. Representa lo pensado y sentido y no el desmenuzamiento científico del mundo, de los mecanismos internos, físicos, químicos o biológicos que realmente componen este mundo. Los objetivos de la ciencia en la ciencia ficción no son los mismos que en el laboratorio.

La ciencia en la ciencia ficción es un imaginario utilizado para espolear el sentido de la maravilla y hacer que despliegue todo el fulgor que lleva dentro y del que es capaz. Es un corpus explicativo y racional, orquestado para apuntalar un sentimiento, un pensamiento, una idea. Y la ciencia es, en sí misma, imaginario. Que haya fallos o incongruencias científicas en una novela de ciencia ficción es irrelevante. Sí, cierto, soy consciente de que puede chirriar hasta el punto que nos expulse de la lectura, pero en ese caso nos estará expulsando un elemento extraliterario, como si leyésemos un libro plagado de faltas de ortografía, de erratas y desajustes en la maquetación. Comprensible el rechazo, pero por motivos que nada tienen que ver con el texto. Esa novela o ese cuento reajustan las leyes físicas, químicas, biológicas y etcétera, y las resignifican en el nuevo contexto que las gesta a su manera, permitiéndose el lujo de ignorar o violentar determinadas certezas contrastadas.

Hay que adentrarse en la ficción poetizada, que es como decir aumentada, que nos propone todo texto cienciaficcionesco, sin los asideros de nuestra racionalidad cotidiana. “La función de la ciencia en la literatura de ciencia ficción es poética”, leemos en la Teoría de la literatura de ciencia ficción, de Fernando Ángel Moreno, así que todo este texto no es más que una simple nota al pie de esa frase.

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It’s the End of the World, de Adam Roberts

It's the End of the WorldCuando una gran parte de los lectores ha perdido la noción de qué es una distopía y qué un apocalíptico (o postapocalíptico), la lectura de It’s the End of the World es toda una satisfacción. Adam Roberts no utiliza ni una sola vez el término distopía para describir las diferentes vertientes de lo apocalíptico y por qué es un tema central a la hora de contar historias desde los primeros textos escritos. Una vitalidad ratificada a lo largo de la historia de la literatura, realimentada por la actualidad del último año y medio a la que no se sustrae este blog, tal y como lo demuestran diversos textos escritos por Julián Díez, Santiago L. Moreno o Mario Amadas.

Roberts suena en España por Ejército Nuevo Modelo, la novela de ciencia ficción bélica con sustrato transhumanista publicada en 2016 por Gigamesh. Escritor prolífico, compagina su labor creativa con la enseñanza de Literatura Inglesa y Escritura en una de las múltiples facultades asociadas a la Universidad de Londres. Tiene una amplia bibliografía en el campo de la no-ficción e It’s the End of the World es su ejemplo más reciente. Un ensayo terminado durante el confinamiento de primavera de 2020 que se alzó con el Premio Británico de Ciencia Ficción al mejor libro de no-ficción. El aroma oportunista tanto en la publicación como en el galardón es inevitable. Sin embargo, basta leer la introducción para quitárselo de la cabeza. Roberts desenmaraña el corpus de ideas alrededor del fin del mundo y lo sistematiza a través de un discurso capaz de llegar a una serie de conclusiones. Algunas previsibles; otras, ¡bien por él!, no tanto.

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Hijas de norte, de Sarah Hall

Hijas del NorteDeben estar funcionándole bien a Alianza los libros de Sarah Hall como para publicar este Hijas del norte, novela aparecida originalmente en 2007 con el título de The Carhullan Army. Y en cierta forma es una alegría para los que la conocimos hace más de una década cuando la tristemente desaparecida Tropismos tradujo El Miguel Ángel eléctrico. Aquella novela, parcialmente fallida, era una promesa, ambiciosa y con pasajes realmente hermosos (en España beneficiados por el trabajo de Manuel de los Reyes). Suelto esta chapa porque si todo hubiera ido como debiera, Hijas del norte habría aparecido en la editorial salmantina en vez de quedar enterrada en un cajón hasta ahora, tantos años después de su publicación original. En un momento, para qué negarlo, particularmente propicio para una ficción como la que Hall aborda en estas páginas: una historia intimista en un escenario de futuro cercano con un Reino Unido sumergido en una espiral de decrecimiento aderezada con una tormenta reaccionaria. Además, protagonizada por una mujer que busca romper con una vida alienada marcada por los abusos.

Esta brevísima puesta en situación resume las 100 primeras páginas de Hijas del norte. El relato en primera persona de una mujer que huye de la ciudad de (Pen)Rith, en el norte de Inglaterra, hacia la granja de Carhullan. Condenada a una existencia rutinariamente opresiva, con la maternidad imposibilitada por un DIU que se le ha implantado y cualquier autoridad, civil, policial o militar es libre de comprobar que continúa ahí, con todas las relaciones más o menos cálidas condenadas a marchitarse, es fácil entender su idealización de esa comunidad de mujeres. Un Shangri-La donde aspira a reconectar con su humanidad y poner en práctica relaciones más sanas. No extraña que la disonancia entre sus aspiraciones y la Carhullan real sea de aúpa.

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Ejército Nuevo Modelo, de Adam Roberts

Ejército Nuevo Modelo¿Es posible la existencia de un ejército basado en una estructura horizontal? ¿Pueden los ejércitos convencionales, con su armamento avanzado y sus soldados profesionales, sucumbir ante grupos más pequeños y peor dotados pero con otra organización? ¿Cómo sería una contienda entre concepciones tan antagónicas de hacer la guerra en los aledaños de cualquiera de nuestras ciudades? Prácticamente todo Ejército Nuevo Modelo está orientada a responder estas preguntas, una búsqueda que la lleva a convertirse en una novela con tesis o, desde otra óptica, una tesis levantada sobre una novela.

Su narrador relata su enfrentamiento con lo más granado del Ejército Británico en los alrededores del área metropolitana de Londres como miembro de Pantegral, un Ejército Nuevo Modelo. Formado por unos miles de mercenarios, Pantegral ha sido contratado por el Parlamento de una Escocia Independiente para defender su nuevo Estado a través de una guerra de desgaste en el mismo núcleo de poder de su adversario. Pertrechados con armas ligeras, confían su fortaleza a una conexión en red donde cada miembro recibe y puede consultar la información de todo el teatro de operaciones en tiempo real. Sin una jerarquía al uso, con un funcionamiento plenamente democrático y la versatilidad de tomar decisiones para aplicarlas al instante, se convierten en un quebradero de cabeza para una organización más numerosa, en teoría mejor preparada pero incapaz de reaccionar ante su enemigo.

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