Cuando los osos descubrieron el fuego, de Terry Bisson

Cuando los osos descubrieron el fuego

Cuando los osos descubrieron el fuego

A la hora de escribir este comentario, he recordado qué es lo peor que puede ocurrirle a una antología cuando se le debe hacer una reseña: que, al repasar el índice, sea necesario ir a la primera página de la mitad de los cuentos porque no quedó huella alguna de su contenido en la memoria. Esta observación, perfectamente aplicable a Cuando los osos descubrieron el fuego, puede parecer en exceso dura para un libro con momentos de verdadero interés, pero que tiene interminables páginas valle, el tipo de contenido solvente pero inane del que están repletas las revistas estadounidenses del género en la actualidad.

El retrato de Bisson como escritor que deja el volumen es el de un profesional aplicado, pero sólo ocasionalmente brillante, y demasiado amigo de fórmulas propias de talleres literarios –véase su abuso de las reiteraciones como recurso cómico– para sacar adelante su labor. No tiene un universo propio claramente definido, pero a cambio es capaz de realizar descripciones de escenarios estadounidenses contemporáneos bastante precisas, ofreciendo la sensación de que se trata de un observador costumbrista con posibilidades. En suma, un escritor legible, capaz de diseñar personajes al menos coherentes y carnales, pero cuya ausencia hasta el momento de las editoriales españolas no resulta extraña.

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El monstruo de las galletas, de Vernor Vinge

El monstruo de las galletas

El monstruo de las galletas

La ficción de Vernor Vinge, matemático y amante de las denominadas ciencias duras, delata su formación académica. Desde sus primeros relatos el norteamericano ha orientado su obra hacia dos direcciones sin relación aparente, en las que, sin embargo, cobran gran importancia el hecho científico y la tecnología. El reconocimiento en el mundo de la ciencia ficción le llegó principalmente gracias a sus aportaciones en el terreno del space opera, subgénero que siempre ha enfocado desde una perspectiva hard. La Serie de las Burbujas, compuesta por La guerra de la paz (1984) y Naufragio en el tiempo real (1986) –cuya reedición, aprovecho para decir, sería una agradable noticia para los aficionados españoles–, y especialmente dos de sus novelas galardonadas con el otrora prestigioso premio Hugo, Un fuego sobre el abismo (1992) y Un abismo en el cielo (1999), primeras entregas de una trilogía aún sin cerrar, le alzaron hasta el panteón de los principales escritores del género en EE UU, país en el que la ciencia ficción dura todavía goza de un elevado prestigio.

Sin embargo, al margen de sus novelas más populares, Vinge cuenta también con otra faceta narrativa menos conocida, que si bien no ha obtenido el mismo predicamento que la anterior, es sin duda igual de interesante. En ella explora los posibles futuros próximos que las nuevas tecnologías podrían propiciar, ejercicio imaginativo que conlleva una carga especulativa «útil» de la que su otra obra de ficción carece. Reivindicado por muchos lectores como uno de los escritores clave en el nacimiento del ciberpunk  tras la publicación de la novela corta titulada “True Names” –y no “True Times”, como refiere el prologuista de este volumen–, Vinge ha obtenido también importantes premios de la ciencia ficción norteamericana merced, precisamente, a un puñado de narraciones cortas que indagan tanto en los nuevos conceptos surgidos de la revolución informática como en las consecuencias de los avances tecnológicos que ésta ha traído.

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Magic For Beginners, de Kelly Link

Magic For Beginners

Magic For Beginners

Es raro a estas alturas de la vida encontrarse con autores que lo enamoren a uno a primera lectura, pero Kelly Link logró hace algún tiempo tal proeza. Se trataba de un relato titulado “Louise’s Ghost”, recogido en una de las recopilaciones anuales de Ellen Datlow y Terri Windling y que lograba dar un nuevo sentido a la historia de fantasmas contemporánea mediante un adorablemente excéntrico sentido del humor, una iconografía surreal y una consciencia melancólica y sensual de los sinsabores de la existencia humana. Treinta páginas bastaron para que me apuntara el nombre en la memoria, y desde entonces la reputación de Kelly Link no ha dejado de crecer en el ámbito anglosajón, mientras que su carácter inclasificable la ha convertido en una de esas firmas que se mantienen por debajo del radar de los editores españoles. Demasiado caprichosa e imaginativa para los lectores de literatura general, demasiado de arte y ensayo para los lectores de género.

Es difícil describir los cuentos que componen el segundo libro de Link, Magic for Beginners. Su retrato minimalista de las pequeñas angustias de las clases medias suburbanas podría recordar a Raymond Carver, pero a la vez su surrealismo «pop» de constante trasfondo ominoso tiene mucho de David Lynch, pero sólo si David Lynch cultivase un humor sutil y lacónico como el de Neil Gaiman en un día inspirado. Algunas piezas replantean en clave irónica o perversa los clásicos cuentos de hadas, otros se adentran en una visión insólita de la cotidianeidad que desemboca en finales enigmáticos que provocan al lector para que saque sus propias conclusiones.

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Leyendas

Leyendas

Leyendas

La contraportada de esta voluminosa antología informa al lector de que «Leyendas reúne once novelas cortas inéditas creadas por los escritores más aclamados de la fantasía moderna, cada una de ellas ambientada en el universo emblemático que le ha proporcionado fama mundial». Partiendo de tan singular premisa, y dada la heterogeneidad argumental, estilística y de intenciones de cada autor incluido, es lógico que las expectativas creadas sean luego muy difíciles de satisfacer, al menos de forma completa. La calidad narrativa, el desarrollo y/o ampliación de tramas y personajes, el descubrimiento de detalles relevantes de cada serie y la aparición de otros nuevos, difieren tanto de un universo a otro como disímil es el público objetivo de este libro: seguidores fieles de una saga, lectores adolescentes y/o maduros aficionados a la fantasía de calidad.

De hecho, la idea de que un lector ajeno a una determinada saga pueda hacerse una idea sobre la misma leyendo la correspondiente novela corta no siempre se cumple –varias novelas son desarrollos paralelos, muy alejados de la trama principal–. Lo cual no quiere decir que se trate necesariamente de meros «encargos alimenticios» sin valor literario, o que el autor se limite a una revisitación complaciente de escenarios, historias y personajes, aunque evidentemente de todo podemos encontrar en el libro. En todo caso, se puede afirmar sin temor a equivocarse que, salvo notable excepción, se ha desaprovechado la ocasión para extender o ampliar las líneas maestras de todas estas sagas, bien porque su creador haya preferido guardarse las mejores bazas para un próximo libro, bien por tratarse de un filón ya completamente agotado.

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Conan de Cimmeria, de Robert E. Howard

Conan de Cimmeria

Conan de Cimmeria

¿QUIÉN es Conan? ¿QUÉ es Conan? Nos encontramos con que, ya en pleno 2007, un personaje de fantasía heroica creado en el año 1932 para una revista de aventuras pulp se ha establecido, sobre todo, como un icono popular de referencias tebeísticas y cinematográficas. Un personaje estereotipado que casi todo el mundo sabe nombrar o ha oído nombrar alguna vez. Pero, ¿se conoce realmente a Conan el ladrón, al rey, al amante, al asesino…? Para miles de personas, Conan es el de los cómics; para otros centenares de miles más, el del cine. Ambos el mismo y ambos diferentes. Esta popularización ha hecho mucho por implantar una imagen definida del bárbaro entre el público general, pero ha dejado en la sombra otro Conan; el primero, el Conan de los relatos que originalmente concibió su creador, el joven Robert E. Howard.

Tras anteriores ediciones del material literario debidas a Bruguera, Forum y Martínez Roca, donde lo escrito por Howard se complementa y remezcla con aportaciones de continuadores de su obra, Timun Mas coge el relevo y vuelve a los orígenes de la fantasía heroica para deleitar al lector con una edición que pretende ser a todas luces la definitiva: recopilación cronológica de todo el material genuinamente howardiano en formato de lujo cuidadísimo y repleto de detalles. Un gozo, en definitiva, para el lector dispuesto a invertir un dinero en semejante delicattessen. Conan de Cimmeria recoge en este volumen I un poema, trece cuentos y variados textos complementarios: sinopsis, borradores y primeras versiones que salieron de la mano de Howard y han sido convenientemente recuperadas para la ocasión. Un menú de lo más exquisito que –sin querer desmerecer algunas de las aportaciones posteriores– podremos disfrutar como es de rigor.

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Artifex Cuarta Época 4

ATE 4

ATE 4

Quizás este Artifex 4 vaya a pasar a la historia por ser el último en el que colabora Julián Díez como antologista, probablemente cansado de una labor tan farragosa como agotadora. Y quizás sea este el momento de reconocer públicamente la inmensa labor que ha hecho, junto a Luis G. Prado, a lo largo de los 16 volúmenes que forman esta colección y en los que, posiblemente, hayan aparecido las mejores narraciones cortas de género de los últimos tiempos escritas en nuestra lengua.

Dicho esto, es una pena que la retirada de Julián Díez no haya coincidido con un tomo más vistoso y logrado. Si comparamos con los tres últimos números de esta Tercera Época, hay que reconocer que Artifex 4 es el más flojito, lo que, me apresuro a recalcar, no significa que sea malo, ni mucho menos. Es una antología de lo más interesante, pero no alcanza las excelencias de sus tres antecesoras. Hay buenos relatos, pero ninguno que sobresalga de una forma destacada por encima de la media.

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Fragile Things, de Neil Gaiman

Fragile Things

Fragile Things

La vida del aficionado al fantástico –como la del aficionado a cualquier otra cosa, la verdad sea dicha–, en todas sus vertientes, está salpicada de sinsabores. Tan pronto abre uno los ojos como platos ante una señora película como es Matrix, como se le cae el alma al suelo a golpe de Reloaded y Revolutions; crece uno idolatrando a Stephen King para que luego el de Maine lo recompense pergeñando From a Buick 8; no termina uno de pedir a gritos la vuelta al cómic de Chris Claremont… cuando va éste y vuelve.

O sale uno de la deliciosa sartén que es Los hijos de Anansi, la continuación mitológico-slapstick en clave de spin-off de una más que potable novela como es American Gods, para caer en las brasas de la irregular recopilación que es Fragile Things, un cajón de sastre donde Neil Gaiman se queda a gusto amalgamando cuentos largos, menos largos, poemas, novelas cortas… poco de ello inédito, mucho de ello rechazado originalmente por varios editores –cómo se debe de quedar uno publicando por narices e iniciativa propia lo que nadie le quiso publicar por cuenta ajena voluntariamente en su día–, todo ello marcado por la inconfundible rúbrica de su autor, eso sí. Al menos.

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Fantasmas, de Chuck Palahniuk

Fantasmas

Fantasmas

Como un toro en una cacharrería; así irrumpió Chuck Palahniuk en la escena literaria con la publicación de El club de la lucha, una afilada y brutal novela que tanto podía ser interpretada como una apología del machismo, como, por el contrario, una crítica al culto a la violencia propio de la sociedad occidental. La posterior película basada en el texto, dirigida por David Seven Fincher e interpretada por Edward Norton y Brad Pitt, logró convertir a Palahniuk en un escritor de moda. Pero sus siguiente obras –Superviviente, Diario, Asfixia, Nana, Monstruos invisibles… – no llegaron, ni de lejos, a alcanzar el impacto que supuso su primera novela.

Palahniuk es un escritor excesivo, en el sentido de que su narrativa se basa en un constante ir más allá de los límites. Su prosa, sencilla y rítmica, deviene en una suerte de pugilismo que aspira a transformar cada frase en un crochet o un uppercut, como queda patente en El club de la lucha con la declaración de amor de Marla a Tyler/Jack: «Me gustaría tener un aborto contigo», uno de los diálogos más espeluznantes que jamás he leído. En gran medida, la garra de Palahniuk –y Palahniuk es un escritor con mucha garra– se basa en el exceso, pero al mismo tiempo es esa vocación de exceso lo que en ocasiones acaba lastrando sus historias. A veces, ir demasiado lejos es lo mismo que no ir a ninguna parte.

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Axiomático, de Greg Egan

Axiomático

Axiomático

Se considera habitualmente a Greg Egan como un autor críptico, cuyo disfrute queda al alcance de una selecta minoría de lectores que se mantiene al día de los descubrimientos en disciplinas tan sugestivas como la física cuántica, la genética o la biotecnología. Matemático de formación y programador de profesión, se caracteriza por plantear tesis con una base científica verosímil y conducirlas, mediante un desarrollo lógico brillante e implacable, a regiones sombrías en el límite de nuestro conocimiento a las que no se nos ocurriría mirar… y no precisamente por nuestro desconocimiento.

Contra lo que cabría suponer, el peso de la narración en su obra no recae, a pesar de su innegable peso específico, en lo tecnológico y lo especulativo. Egan desarrolla sus historias a través de planos largos, necesarios para el estudio racional –de ahí la sensación de distancia y frialdad que transmite– de la evolución de los personajes, cuyos conflictos existenciales son catalizados a través de la tecnología.

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Paura 3

Paura 3

Paura 3

La publicación de este Paura 3 viene a confirmar el éxito de un proyecto llevado a delante con esfuerzo y tesón por el colectivo Xatafi y respaldado por la editorial Bibliopolis. Dos años después de aquella primera antología de relatos de terror, los volúmenes de Paura se han convertido en una cita anual ineludible para todo buen aficionado a este género. En ellos esperamos encontrar un poco lo que ya es habitual en ellos: algún relato de un autor extranjero poco divulgado en España, muchos cuentos autóctonos, varios autores noveles, algún consagrado y la producción de unos cuantos fijos como Mar R. Soto, Juan Díaz Olmedo o Santiago Eximeno. Y, por supuesto, miedo, mucho miedo…

Fiel a esta fórmula este Paura 3 cumple lo que esperamos. El relato extranjero es en este caso “En el museo hundido” de Gregory Frost. Se trata del primer vuelo de este prestigioso autor, poco traducido al español. Un homenaje a Edgar Allan Poe que recrea en clave de ciencia ficción sus últimos días y que consigue crear un eficaz pastiche de su estilo y obsesiones bastante desasosegante.

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