Minotauro apuesta por el barbecho

Comunicado Premio MinotauroLa editorial Minotauro publicó el martes una nota de prensa anunciando un año en blanco en la trayectoria de su premio de novela; el primero desde su puesta de largo en aquel ya lejano 2004. En un texto escueto prometen retornar en 2019 con su actual colaboración con el Festival de Sitges intacta, sin especificar los motivos para saltarse su, hasta ahora, cita anual. No parece que este asunto haya despertado demasiada expectación. Un puñado de tweets prácticamente sin difusión, supongo que alguna mención en Facebook, unas líneas en La Vanguardia (¡y en Bolsamanía!)… El alcance queda apenas un poco por debajo de la repercusión lograda por los últimos fallos, escaso bagaje para un galardón que mantiene una dotación estimable (aunque comparado con los 18.000 euros de sus primeros años, empieza a plantear si merece la pena el esfuerzo) y garantiza una buena distribución. Más cuando lo comparas con el ruido y el debate alrededor de los Ignotus, cuya recompensa es una estuatilla de plasticote.

Desde la fandomsfera, con la visión de túnel característica del entorno ultra y la inevitable nostalgia de cualquier tiempo pasado fue la hostia, recuerdo la esperanza con que se recibieron los triunfos de León Arsenal, Rodolfo Martínez y Javier Negrete, acompañados de finalistas estimables: Carlos Gardini, Patricia Flores, Eduardo Vaquerizo, Rafael Marín… En su mayoría publicados a los pocos meses y acompañados de otras obras que habían corrido peor suerte. Fueron los años en los que Minotauro cambió el peso de su producción y se lanzó a imprimir textos en castellano como, literalmente, nunca había hecho. Es complicado afirmar que todos procedieran del certamen, pero queda fuera de cuestión su carácter dinamizador para la escritura de ciencia ficción, fantasía y terror en castellano. Ahí está también Leonís, de César Mallorquí, que Minotauro no tuvo arrestos de publicar por motivos muy cuestionables. Varias pequeñas editoriales como Espiral Ciencia Ficción, Equipo Sirius, el Grupo AJEC o Parnaso se nutrieron de ese impulso. Seguramente esa función de cantera prosigue; se siguen presentando un par de cientos de novelas todos los años.

Sigue leyendo

El cártel, de Don Winslow

El cártel, de Don WinslowEl premio RBA de novela criminal roza el esperpento. Basta mirar su palmarés para observar su tendencia a premiar a escritores de relumbrón, cabe pensar con vistas a rentabilizar los 125000€ del galardón. Una cantidad exagerada para los estándares del mercado español, ahora mismo a priori apenas recuperables si te llamas Planeta y tienes un premio que se compra como se compra la lotería de Navidad o las flores por un aniversario. Por costumbre. Philip Kerr, Patricia Cornwell o Michael Connelly son algunos de los sorprendentes “agraciados”, en una lista que parece una especie de Dream Team de la novela criminal de comienzos del siglo XXI, sin espacio para un Chris Laettner de la vida. En este contexto no se hace extraño ver cómo para la edición de 2015 atrajeron al redil a Don Wilson, el autor de la celebrada El poder del perro. Lo realmente llamativo está en la novela agenciada para la ocasión: la continuación de su magnum opus. Una sorpresa que apenas debe llegar a los pies de la de su anterior editor en España Penguin Random House.

El poder del perro era un todo cerrado con un planteamiento, una presentación de personajes, una evolución, un marco temporal amplio y una estructura determinada que conducía a un desenlace sin discusión. Se sostiene como una obra completa. El cártel es una continuación en toda regla; parte necesariamente de aquellos personajes y sucesos para comenzar a construir su historia. De hecho Winslow jamás trata de minimizarlo: la situación donde se hayan sus dos factótum, el monarca del narco Adam Barrera y el justiciero de la DEA Art Keller, no se entiende sin haber leído El poder del perro. Una secuencia en la que El cártel tiene las de perder.

Sigue leyendo