Fracasando por placer (XV): Antología de novelas de Anticipación XIX. Ediciones Acervo, 1973

Antología de novelas de anticipación

Acervo fue durante una década larga el referente principal del comprador de libros de ciencia ficción en España. El fichaje de Domingo Santos como asesor/traductor llevó a que esta pequeña editorial barcelonesa, que empezó con la publicación de antologías, pasara a publicar novelas de cf: títulos tan significativos en la historia del género como Dune, Todos sobre Zanzíbar o La luna es una cruel amante, en sus primeras traducciones.

La positiva experiencia de las antologías caras, de la que ya hablé hace unos meses, le había enseñado a Acervo que podía correr el riesgo de publicar volúmenes gruesos y caros en tapa dura. Se convirtieron durante un tiempo en una suerte de santo grial de los aficionados. Cuando yo, con quince años, fui por primera vez a una librería del centro de Madrid a buscar libros de cf (hasta entonces, me alimentaba de la biblioteca y de los Bruguera o Ultramar que llegaban a los kioscos del barrio), quedé fascinado por esos gruesos volúmenes de precios inalcanzables, cercanos a las mil pesetas; los autores de los que había leído cuentos sueltos que me habían fascinado (Niven, Brunner, Dick) tenían novelas enteras a las que algún día quizá podría llegar a acceder, como a las de Asimov o Clarke. En la posguerra, según nos transmitió el cine español de los noventa, se entró en la madurez viéndole los pechos por una rendija del pajar a Maribel Verdú; yo creo que uno de mis momentos de acceso a la edad adulta en los ochenta fue acariciar, con la sensación de que jamás podrían llegar a ser míos, aquellos librotes cuyo diseño hoy me parece tan tosco y entonces encontré el súmmum de la sofisticación.

La relación de Acervo y Domingo Santos se fue deteriorando por impagos y detalles feos numerosos; al parecer, la señora Ana María Perales, que quedó dueña del lugar, era una dictadora de tomo y lomo. Luego llevó esa teoría a campos más prácticos dedicándose a la publicación de textos de veteranos nazis o simpatizantes, notablemente el militar-aventurero Otto Skorzeny. En cf, una vez que se marchó Santos, se limitaron a comprar lo que salía como lo más vendido en las listas de Locus. Pero la progresiva mala distribución, unas portadas que ya iban más allá de lo feo para adentrarse en lo grotesco y el desinterés por entonces del lector español por la fantasía hizo que autores como Stephen Donaldson, Terry Brooks o Anne McCaffrey, de grandes ventas fuera, nunca terminaran de cuajar aquí. El que sean bastante malos (bueno, démosle un aprobado a McCaffrey) igual también tuvo que ver. Pero otros muchos escritores malos han arraigado, así que quién sabe.

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Japón especulativo, selección de Grania Davis y Gene van Troyer

Japón especulativoHay que felicitar a Satori Ediciones por recuperar esta colección de cuentos, traducida al inglés y lanzada en el año 2007 coincidiendo con la celebración de la 65 WorldCon en Yokohama. Una puerta abierta a la ciencia ficción japonesa de los años 60 y 70, aderezada con varios textos de acompañamiento: una introducción de David Brin, breves comentarios de los antólogos Gene Van Troyer y Grania Davis y uno de Asakura Hisashi sobre cómo se abordó la traducción. Aunque mantengo alguna reserva que expresaré más adelante, recomiendo mucho su lectura. Japón especulativo ofrece una inmersión en una ciencia ficción diferente donde, además de una ambientación local, sobresale un enfoque basado en unos códigos propios. Como testimonio de ello, lo primero que me viene a la cabeza son los relatos más largos aquí reunidos: “¿A dónde vuelan ahora los pájaros?” y “La leyenda de la nave espacial de papel”. De la quincena de ficciones seleccionadas es donde mejor percibo ese aroma singular exigible en una antología de este tipo.

“¿A dónde vuelan ahora los pájaros?”, de Yamano Kōichi (1971), es desde un punto de vista estructural la pieza más elaborada. El autor parte de un hilo de acontecimientos y lo fracciona en diversos pasajes, desordenados y recolocados en una secuencia que sitúa al lector in media res y le obliga a recomponer la cadena de principio a fin. Este recurso, lejos de ser gratuito, va en consonancia a la confusión de sus personajes, obligados a enfrentarse a una invasión sutil que se desenvuelve en un plano metafísico: unas criaturas que dan pie a una realidad en descomposición. No contento con esto, Kōichi también se desenvuelve con soltura por la historia de universos paralelos, la pequeña distopía y la búsqueda personal gracias a leves pinceladas que imprimen una deliciosa complejidad.

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