Leer El rebaño ciego en los inicios del siglo XXI supone un viaje un tanto paradójico. Nos desplaza a comienzos de la década de los setenta cuando la ciencia ficción vivía uno de sus períodos más efervescentes y se estaba ante una revolución que, en apariencia, la iba a sacar del ostracismo en el que había vivido. Un momento en el que un grupo de autores aplicó técnicas hasta entonces no utilizadas dentro del género y se acercó a una serie de temáticas que apenas se habían tocado. Pero, también, nos encontramos con una novela que apenas ha envejecido y no aqueja el paso del tiempo, algo que sí ha ocurrido con Órbita inestable. De ahí que haya que felicitar al Grupo AJEC y a su editor, Raúl Gonzálvez, su apuesta por reeditarla justo cuando el mercado de ciencia ficción apunta claramente hacia obras o reediciones más «fáciles» en las que resulta prácticamente imposible encontrar el compromiso, la lucidez y la inteligencia de las que Brunner hizo gala en estas páginas.
Situada en un futuro a muy corto plazo, El rebaño ciego se estructura en doce capítulos que, de Diciembre de un año hasta Noviembre del año siguiente, tocan las vidas de una miríada de personajes que abarcan de un agente de seguros a punto de caer en desgracia a un multimillonario que ha creado un imperio a partir de un alimento hidropónico, pasando por una periodista con conciencia social, otra que sólo busca el escándalo, un observador de la ONU en tierra extraña, un policía, un médico… Personajes que, como se espera, mantienen poca o ninguna relación entre sí para, a medida que transcurre el año y se precipitan los acontecimientos, comienzan a cruzarse entre sí, casi siempre de una manera fugaz.