Fracasando por placer (XXXVI): He venido a hablar de mi libro

Aunque he debido publicar varios centenares de textos sobre literatura de ciencia ficción (si sumamos reseñas y articulitos periodísticos a los reportajes y ensayos más o menos formales), hasta ahora no se había recogido en un libro una parte de ellos. Así que es un placer para mí anunciar la publicación de un volumen recopilatorio, nada casualmente titulado Prospectiva, a lo largo de este mes.

El libro lo publica Cyberdark y será posible conseguirlo gratis durante un tiempo. La librería lo regalará con los pedidos que se hagan en las fechas aledañas al Día del Libro. Los ejemplares restantes (que tampoco serán muchos cientos, dado que ni el contenido ni el autor justifican el optimismo de una tirada amplia) se pondrán posteriormente a la venta en la web e imagino que en algunas librerías especializadas.

Cuando Luis Prado me ofreció amablemente el encargo, no estuve seguro de si tendría material suficiente que cumpliera ciertas pautas: acordamos que habría que recuperar material cuya temática tuviera vigencia, que en su mayoría no estuviera accesible de forma gratuita en webs activas, y que valiera la pena por sí mismo. Pero cuando terminé una primera selección, en la que ya descarté algunos textos válidos porque podían resultar repetitivos o demasiado especializados, pasaba ampliamente de las 200 páginas previstas. Y eso que opté muy pronto por no incluir ninguna crítica o reseña, y desde el primer momento se excluyeron también los contenidos que llevo ya tres años publicando mensualmente en esta sección improvisada. En resumen, he escrito mucho sobre el género a lo largo de treinta años. En una ocasión, alguien me preguntó cuánta ciencia ficción había leído en mi vida, y respondí, sin pensar: «Demasiada». Quizá también he escrito demasiado sobre ella. Pero no debo creerlo del todo porque la sigo leyendo y escribiendo al respecto, aunque lejísimos por supuesto del entusiasmo de los noventa (la década de mis veinte años).

Lo que sí percibo como absolutamente cierto es que la cf se ha imbricado demasiado en mi vida. Casi cualquier recuerdo entre los catorce y los treinta y tantos años va acompañado de la imagen del libro de género que llevaba en las manos o la mochila en ese momento. Tantas lecturas, tantos artículos, tanta atención social por mi parte seguramente me quitaron tiempo (y dinero) en un momento formativo importante. Nunca sabré hasta qué punto influyó en mi carrera profesional, por ejemplo, invertir todas esas horas en responder cartas y mensajes, preparar publicaciones, leer y escribir más de lo que hubiera sido suficiente; sobre todo en el periodo aproximadamente entre 1990 y 2003, en el que quizá consagraba a la cf tantas horas diarias como un deportista olímpico a preparar su disciplina.

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Fracasando por placer (XXXIII): Géneros que manchan

AlmasDeMetal

En una conversación con amigos surgió el tema de un articulito que escribí hace veinte años y no está disponible online. Como alguna otra de mis ocurrencias de antaño, caso del «efecto Connery» (que hoy ya ha perdido valor porque es un estándar imprescindible de cualquier peli de gran presupuesto) o el «momento atiza», su idea central parece ser citada de cuando en cuando. Es la de los «géneros que manchan», elementos temáticos que hacen que cualquier otro contenido quede en un segundo plano cuando se trata de hacer una clasificación. Lo explicaré con un ejemplo: tomemos una película desarrollada en el antiguo oeste y con continuas escenas de sexo explícito. No será considerada como una película del oeste, sino como una porno.

Admitiré de entrada que todo este tema de la taxonomía de géneros es un pasatiempo estéril, pero también una realidad cotidiana. Las etiquetas nos ayudan a escoger una película en el servicio de streaming, a pasar más tiempo en una u otra sección de la librería, a hacer búsquedas de podcasts. Es un mecanismo artificial, con numerosos defectos, que no responde a la realidad de los contenidos cada vez más sofisticados que se producen o escriben en la actualidad, pero no se puede decir que no sirva para nada cuando lo usamos de forma tan continua pese a que las obras con temáticas mixtas, o al menos con elementos de distintos territorios, sean hoy predominantes. Y por ello, precisamente, es curioso cómo se mantiene la prevalencia de ciertos ingredientes en esas mezclas, que manchan más y son los que predominan a la hora de clasificar.

En esta jerarquía de géneros contaminantes, no cabe duda de que el porno está a la cabeza. Cualquier cosa calificable como porno (no erotismo, que como definición de género suena a muy viejuno y hoy es un contenido evidentemente normalizado) lo es, al margen del resto de consideraciones. Las posibles excepciones que puedan encontrarse (podría citarse alguna cosa de Von Trier, por ejemplo) son muy pocas al menos hasta hoy.

Lo curioso es que mi conclusión es que en el segundo puesto de esa jerarquía estaría la ciencia ficción. Una historia que se desarrolle en la Antigua Roma con elementos de cf, será cf. Todo lo demás queda siempre subordinado a la cf (salvo Flesh Gordon, El despertar con la fuerza si es que tal película existe, que seguro que sí, o similares).

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