El cielo de Lima, de Juan Gómez Bárcena

El cielo de LimaA veces basta coger cualquier libro y leer unos párrafos sueltos para comprobar si el autor escribe bien, si su dominio del lenguaje pasa de la media habitual, o si es capaz de mantener un nivel narrativo que merezca la pena. Bien, les invito a realizar la prueba con El cielo de Lima; ábranlo por cualquier página y lean un par de párrafos. Es muy probable que después compren el libro.

La novela nace de una anécdota real: la correspondencia que mantuvieron dos jóvenes peruanos con el poeta Juan Ramón Jiménez. Simularon ser una mujer –a la que dieron el nombre de Georgina Hübner– de la que el poeta llegaría a enamorarse, o al menos mostraría gran interés por visitar, y a la que incluso acabaría dedicando el poema “Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima”. Partiendo de una anécdota tan interesante, Juan Gómez Bárcena escribe su propia ficción de los hechos.

Los protagonistas son dos jóvenes de buena familia con aspiraciones poéticas que viven en Lima a principios de siglo XX. Pasan las tardes en la decrépita buhardilla alquilada en un barrio obrero, desde donde planean su prometedor futuro como literatos y juegan a comparar a transeúntes con personajes literarios: “ese un prestamista de Dickens”, “mira, un hombre abatido de Tolstoi”… Por la noche suena el claxon de la limusina que va a buscarles para devolverles a sus mansiones. Por supuesto, no engañan a nadie, así que se reúnen con otros jóvenes de su entorno para hablar de sus aspiraciones y juzgar la sociedad en la que viven: un país repleto de desigualdad, que hierve en huelgas y con un enfermizo racismo más que presente. Desde las primeras páginas el lector es consciente de la difusa mirada de los jóvenes, lo lejos que se encuentran de lo que desean.

Igual que cualquier adolescente, aspiran a contactar con quien admiran, y deciden hacerse pasar por una inocente joven y escribir a Juan Ramón Jiménez, también aprovechan para pedirle un libro. Así comienza una correspondencia que dura años. Ellos, divertidos por el nuevo juego, no dudan en intentar manipular al poeta y buscar que cumpla su ambición: conseguir que escriba un poema sobre Georgina. Así, al crear la voz de Georgina Hübner, el cuarto protagonista de la historia toma forma y se convierte en una sombra y obsesión que les acompañará en todo momento. Mientras siguen las cartas y el errante recorrido vital de los jóvenes, el autor aprovecha para desgranar la sociedad peruana, desde los barrios más sucios y las huelgas portuarias hasta los salones aristocráticos donde el cambio social se hace patente y las nuevas generaciones empiezan a intercambiar opiniones sobre lo justo o no del jornal obrero.

Juan Gómez BárcenaJuan Gómez Bárcena (1984) maneja la historia con envidiable soltura. Tiene un plan establecido y en ningún momento se desvía de él. La línea temporal y los acontecimientos que ocurren siguen un orden cronológico, poco dado a sorpresas, narrado con tono agradable y un estilo trabajado en el que las escenas pasan sin que el lector se hastíe. Si bien el tercio intermedio adolece de cierta tensión, esta es la única pega que puedo encontrarle, y el autor reconduce la narración con prontitud e incluye un factor político que solventa el bache.

El juego narrativo es efectivo y la historia también es sostenida por la prosa de Gómez Bárcena, que evita las prisas, busca la floritura adecuada y barniza con lirismo cada página, adecuándolo a la época, el país y la visión de la realidad que tienen ambos jóvenes. Aquí vuelvo al primer párrafo de esta reseña y transcribo un párrafo:

Carlos ensaya cada mañana decenas de expresiones en el espejo: gestos de sorpresa, de piedad, de enamorado, de indiferencia, de aprobación. Sobre todo de aprobación. Quizás nunca ha practicado su expresión de enfado, y por eso resulta difícil tomárselo en serio. O tal vez el problema no está en su representación, perfecta como siempre, sino en todo lo que los demás creen saber sobre él. Del mismo modo que un niño resulta cómico precisamente cuando logra imitar a la perfección los hábitos de sus mayores, sus gritos y blasfemias parecen inocentes, casi entrañables, en la boca de Carlos. Así que al cabo de unos segundos de estupor sus amigos reaccionan del único modo posible: echándose a reír.

La novela finaliza como todas las historias sobre jóvenes soñadores deben acabar, en la muerte de esa ilusión, porque todo gran sueño acaba por arder o desaparecer. Si bien el final es triste, no deja regusto amargo. Las historias, cuando funcionan, no necesitan de pirotecnia o finales forzados, son conducidas hacia el único lugar al que deberían llegar.

Como se puede deducir de mis palabras, es un libro que me ha gustado y creo que le puede interesar a cualquier buen lector. Las trescientas páginas se saborean y disfrutar de la narrativa de Juan Gómez Bárcena es un placer. Por mi parte, ya espero su siguiente obra. Aquí hay buen material.

El cielo de Lima (Salto de página, Colección púrpura nº57, 2014)
Rústica. 320 pp. 17.90 €
Ficha en La web de la editorial

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