Las novelas de Star Trek

La noche de los Trekkies vivientesPor lo que sé, a día de hoy hay cerca de novecientas novelas de Star Trek. A primera vista, la idea misma de las novelas ‘tie-in’, o las que están vinculadas a un universo previo, ya establecido, con personajes y mundos ya creados, puede parecer un espanto profundo como opción lectora. Derivativo y coartado, es un fenómeno parecido, si no directamente idéntico, al que se enfrentó en su día –por poner un ejemplo– The Mandalorian. O, lucrativas, (todas) las precuelas. Te encaminas a un mundo anterior, bien definido, y eso condiciona las posibilidades de tu creatividad. O no. No lo sé. (Yo creo que hace las dos cosas a la vez: que limita y libera, como trataré de explicar un poco más adelante).

Es cierto que alguien que escriba una historia Star Trek, al menos en principio, no podrá tomarse grandes libertades, digamos, con las conocidas sinergias, con los jugosos tira y aflojas entre Spock y el Dr. McCoy, porque es una de las constantes de la serie, uno de esos identificativos que a los entusiastas les encanta reconocer (por el placer de reconocer y por el de sentirse parte, supongo, de una comunidad cerrada, algo ya bastante más objetable). Ya las conocemos y el público quiere (hasta podríamos decir que necesita), el confort de saber que sus personajes, tal como los conocemos en pantalla, estarán también en el libro. Pero a pesar de las inevitables limitaciones argumentales a que te constriñe el adentrarte en un mundo ajeno, la palabra puede llevar a nuestros personajes a lejanías multicolores, insospechadas en el despliegue televisivo.

Veamos.

Sigue leyendo

Fracasando por placer (XXXIX). Universo 3, ed. Terry Carr. Andrómeda, 1978

Universe 3

Ya he mencionado alguna vez por aquí el curioso fenómeno por el que, a partir de la segunda mitad de los años sesenta, el eje creativo de la ciencia ficción se trasladó de las revistas a las antologías anuales. Por lo que he leído, la razón principal fue que el formato libro permitía pagos algo superiores, y además la influencia seminal de Visiones peligrosas (aunque las antologías Orbit de Damon Knight empezaron a publicarse un año antes) había dejado sellado que la cf más arriesgada encontraba mejor acomodo en esos tomos que en las publicaciones mensuales, algo menos comprometidas, procedentes en todos los casos de 1950 o antes. También la idea es que los contenidos, con periodicidad anual, fueran más selectos: como he dicho muchas veces, una revista de la época como Astounding publicaba más de cien relatos al año, y la verdad, buenos no podían ser todos. Ni una cuarta parte.

De las diferentes series de antologías, la que cosechó más premios y dejó más poso fue Universe, dirigida por Terry Carr desde 1971 hasta su muerte en 1987, y no voy a insistir (ya lo hice en una entrega anterior) en lo muy baranda del género que fue Carr en ese periodo. La razón de retomar mis chapas con otro contenido suyo es que he conseguido, por fin, aleluya, uno de mis griales bibliográficos, la versión argentina de la tercera entrega de esas antologías, que no había llegado a ver físicamente jamás. Sí, me la podría haber comprado en inglés en cualquier momento, pero ¿dónde quedaría entonces toda la gustera del hallazgo?

La editorial Andrómeda era una de esas firmas pequeñas que en los setenta-ochenta publicaron cf puntera y de manera bastante correcta en Buenos Aires, pero cuya distribución en España fue errática o simplemente casual. Entre el material que tradujo estuvieron las tres primeras entregas de Universo, de las cuales sólo las dos primeras se siguen encontrando hoy con relativa facilidad en el mercado de segunda mano. Cuando Jorge Sánchez, su responsable, pasó a dirigir Adiax en España, publicó la cuarta y quinta entrega. Pero la tercera, que justo parece que fue el último título de cf publicado por Andrómeda… Ay, en mis ya cerca de cuarenta años de cacerías, incluyendo unos cuantos en los que pasaba por la Cuesta de Moyano y por la librería Gigamesh más que de manera mensual, ni siquiera la había visto físicamente, y eso es algo que puedo decir de muy pocas publicaciones de cf que me interesen. Hasta hace muy poco, y naturalmente, emprender la lectura era un impulso inmediato.

Sigue leyendo