Viriconium, de M. John Harrison

“No establecía distinción alguna entre la pornografía y las novelas del espacio, y a menudo se preguntaba en voz alta por qué no se incautaban estas y no las otras. A mí todo me parece lo mismo —afirmaba—. Consuelo y fantasías. Las dos cosas te carcomen el cerebro”. (“Egnaro”, M. John Harrison)                                                         

A pesar de ser devoto seguidor de M. John Harrison desde el día que cayó en mis manos El mono de hielo, esa antología de relatos sobre la poética del misterio y la lobreguez como sustratos fundamentales de la vida cotidiana, confieso que he ido postergando innumerables veces la lectura de una de sus obras más emblemáticas, la saga Viriconium, como poseído por una reverencia temerosa ante el desafío de una montaña-tótem literaria. El caso es que desde hace años ronda por mi casa la edición Fantasy Masterworks de Gollancz, que recopila las novelas, novelas cortas y casi todos los relatos sobre la Ciudad Pastel, un tochazo que sólo de verlo dan ganas de ponerse a hacer cualquier otra cosa, pero como lectorcillo tembloroso ante la magna obra y sintiéndome indigno del superlativo estilo de Harrison en su idioma original, no me atrevía. No ha sido hasta que me he decidido por fin a hacerme con la edición española publicada por Bibliópolis, que vuelca la edición de Gollancz al castellano, cuando me he decidido a acometer este particular rito de paso, hasta tal punto que no descarto escribir una aportación metanarrativa al ciclo algún día, una novela-diario de épica costumbrista, El señor que leía Viriconium, o algo así.

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The San Veneficio Canon, de Michael Cisco

The San Veneficio Canon

No recuerdo ahora donde leí una comparación según la cual la narrativa sería como un inmenso museo de arte donde los géneros y estilos ocuparían las diferentes salas. La mayor parte de nosotros deambulamos casi todo el tiempo entre los cuadros de los grandes maestros de la composición, el dibujo, la anatomía y la perspectiva, las “buenas historias bien contadas” de toda la vida y como dios manda. A veces nos aventuramos por alguna estancia donde el color es algo más extravagante, o la composición un poco más atrevida. Pero a veces, es como si los lectores se negaran a aventurarse más allá del ala figurativa. Bueno, hay unos pocos ahí por el fantástico, unos que siguen folletines disfrazados de fantasía o romance científico, contemplando cuadros de Frank Frazetta, otros miran por encima del hombro a los anteriores mientras se deleitan con Chirico o Borges, Bacon y Burroughs y, claro, ni se dirigen la palabra. Sin embargo el museo es inmenso y las obras se pierden en las sombras, en una zona confusa entre el surrealismo y el terror fantástico. Los que deambulan por allí en la penumbra, pueden encontrarse con Bruno Schulz, Aickman, Ligotti. O Michael Cisco.

The San Veneficio Canon, recopila la primera y premiada novela (corta) de Michael Cisco, “The Divinity Student”, publicada como un único volumen en 1999, junto a su continuación, “The Golem”. En ellas se narran las peripecias del Estudiante de Teología por la misteriosa urbe de San Veneficio, como si del alucinado protagonista del western Dead Man se tratase, vagando por una Las Vegas reseca y aplastada por el sol, sin casinos ni furcias, imaginada por un Lord Dunsany que abusara de la absenta para sobrellevar un dolor de muelas.

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