Lavinia, de Ursula K. Le Guin

LaviniaGuardo un gratísimo recuerdo y un tremendo cariño por la mayor parte de lo que Ursula K. Le Guin escribió entre finales de los 60 y la década de los 70. Sin embargo sigo particularmente atraído por lo logrado en sus dos últimas novelas de Terramar: Tehanu y En el otro viento; cómo en una serie tan a la contra de la fantasía post El Señor de los Anillos y supuestamente clausurada en La costa más lejana fue capaz de ir más allá y narró aspectos hasta entonces inexplorados, caso del aprendizaje de la vida una vez se ha perdido un poder casi absoluto o la cesión de la responsabilidad a las nuevas generaciones. En esa exploración de nuevos senderos según Le Guin ha sumado años y ganando experiencia vital, Lavinia está hermanada con estas historias de Terramar y supone un nuevo logro en una carrera plagada de ellos.

Le Guin parte de La Eneida para ofrecer el punto de vista femenino del segmento final de la epopeya. Un poco a la manera de Marion Zimmer Bradley y sus relecturas de La Iliada o el ciclo Artúrico, la autora de La mano izquierda de la oscuridad recupera el pulso de sus mejores obras gracias a la voz de su narradora: Lavinia, la única del rey del Lacio, destinada a convertirse en la mujer de Eneas.

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