El árbol de Sefarad, de Lola Robles

El árbol de SefaradSutil. Este es el primer adjetivo que me viene a la cabeza cuando pienso en El árbol de Sefarad, la novela corta de Lola Robles. Primero, porque insinúa mucho más de lo que cuenta (“Esta novela no lo explica todo. Así es la literatura; y la vida”, advierte la autora ya en las páginas previas al arranque de la historia). Segundo, porque es una novela de ciencia ficción, sí (en El árbol de Sefarad hay especulación social, política y tecnológica), pero situada en un futuro tan próximo que todos los asuntos que toca nos resultan familiares y cercanos: el mundo que describe podría ser exactamente el mismo que nos aguarda ahí, a la vuelta de la esquina. Y, tercero, por el modo en el que está narrada. Robles desgrana su historia sin alharacas, de una forma sencilla, casi flemática, que, sin embargo (o quizá precisamente por eso), funciona.

La novela transporta al lector un par de décadas en el futuro para situarlo en un momento histórico en el que un grupo político, el “Partido por la Unión”, gana las elecciones de manera simultánea en Israel y Palestina, lo que supondrá la unión de ambos países en uno nuevo, el “Estado Único de Palestina-Israel”. Pero el grueso de la trama no transcurre en Tierra Santa, sino en España, en una neo comuna o Enclave, como se denomina a los asentamientos que, herederos del 15-M, surgieron “como alternativa a gobiernos corruptos y autoritarios”. A este Enclave acudirán tanto el futuro primer ministro del nuevo estado, Aaron Kafati-Jechiel, como Donald Webber, el soldado ciborg enviado por los servicios secretos estadounidenses para asesinarlo.

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36, de Nieves Delgado

36Editorial Cerbero es un pequeño proyecto surgido en el último año que ha logrado una cierta repercusión publicando novelas cortas en formato bolsillo o electrónico a un precio muy ajustado. Uno de sus primeros volúmenes fue 36, de Nieves Delgado. El relato del nacimiento de una Inteligencia Artificial y su relación con la sociedad occidental a lo largo de su existencia. Desde sus primeras páginas la narración sobre todo trabaja la descripción del escenario y su verosimilitud, indiscutiblemente el terreno donde 36 exhibe sus mejores credenciales. En ese futuro cercano de los próximos cinco minutos las expectativas depositadas en las primeras IAs quedan insatisfechas. El epítome de este desencuentro está en Treinta y seis, la IA más interesada en mantener el contacto con el ser humano, a la que se hace pasar por una serie de estadios (convivencia en familia, escolarización…) durante los cuales se evidencian dos fracasos: el de una sociedad incapaz de lidiar con la diferencia y el de los sacrificios vanos de un individuo por amoldarse a un patrón alienante.

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