Un cuento oscuro, de Naomi Novik

Un cuento oscuroRecuerdo mis dos años de jurado del Xatafi-Cyberdark como un festival de grandes lecturas, pero también como una sucesión de libros abandonados; por hache o por b el título X no satisfacía un estándar de calidad alcanzado por varias obras ya leídas, quedaba demasiado terreno por abarcar y un tiempo cada vez más escaso para hallar potenciales finalistas. Entre los volúmenes dejados a un lado estaba El dragón de Su Majestad, el primer volumen de la serie de Temerario. Una novela juvenil en el cual Naomi Novik recreaba las guerras napoleónicas en clave de fantasía; según mi pésima memoria, una historia de aprendizaje rollo Cómo entrenar a tu dragón que no llegó a despertar mi interés (menos después de haber caído rendido un año antes a Jonathan Strange y el Señor Norrell). Tras este desencuentro Novik no se volvió a cruzar en mi camino hasta hace unos meses. Además de un par de recomendaciones de lectores fiables, Un cuento oscuro se hizo con el premio Nebula a la mejor novela. No considero este galardón muy alejado del Hugo, pero la SFWA no es muy dada a reconocer obras de fantasía y menos cuando está escrita por alguien que no pertenece al núcleo añejo de la Asociación. Después de leerla, he encontrado suficientes aspectos atractivos como para comprender un poco tal reconocimiento. También otros que vuelven a poner sobre la mesa los problemas de los escritores contemporáneos para manejar recursos literarios caídos en desuso como la elipsis.

Naomi Novik plantea Un cuento oscuro como el relato en primera persona de Agnieszka, la joven elegida por un mago, El Dragón, para servirle durante la próxima década. Tras ser llevada a su castillo se revela su potencial para la magia, una habilidad alentada de manera tosca por El Dragón que mantiene en todo momento una actitud en el límite del acoso escolar. Como viven en un mundo de inspiración medievaloide todo queda razonablemente justificado, más cuando por medio se vislumbra una amenaza de dimensiones sauronescas. El mago es la primera línea de defensa del reino de Polnya en su lucha frente a una criatura maléfica, El Bosque. Una región corruptora en continua expansión entre Polnya y la vecina Rosya que posee a sus habitantes y se apropia de sus zonas de cultivo.

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El vuelo del dragón, de Anne McCaffrey

El vuelo del dragón

El vuelo del dragón recoge cuatro novelas cortas interrelacionadas que, en su momento, tuvieron bastante repercusión en el mundo de la ciencia ficción estadounidense. Hasta el punto que las dos primeras, “La búsqueda del weyr” y “El vuelo del dragón”, ganaron, respectivamente, los premios Hugo y Nebula a la mejor novela corta de los años 68 y 69. Fueron el inicio de una serie formada por una veintena de libros, entre novelas y colecciones de cuentos, que en España comenzó a publicar Acervo a finales de la década de los 70. Roca Editorial ha recuperado el primero de ellos manteniendo la traducción original de José María Aroca que, es justo reconocerlo –como la mayoría de los libros de la época publicados en colecciones de género–, necesitaba un lavado de cara.

Pern es un planeta periódicamente invadido –más o menos cada dos siglos– por unas esporas que, si germinan, arrasan con toda la vida que exista a su alrededor. En el pasado su continente central fue devastado por estos seres mientras que en el hemisferio norte se ha evitado la tragedia gracias a los jinetes de los dragones; un grupo organizado al que rinden tributo los señores de los distintos fuertes en los que se divide el territorio y que se mantiene activo aguardando la siguiente oleada de esporas. Sin embargo la última vez que éstas debían aparecer no lo hicieron y el tiempo ha desempeñado su rol con suma eficacia: muchas costumbres que realizan han perdido su sentido inicial, casi todos los weyrs –las fortalezas de los jinetes– fueron abandonados, el número de dragones ha menguado hasta el punto que parece difícil repeler una nueva invasión y la orden y su relación con los habitantes de Pern se ha erosionado hasta el punto de ruptura.

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