Lo mejor de 2007

Por segundo año consecutivo afrontamos en C la realización de una lista de las mejores obras de literatura fantástica publicadas durante el año anterior en España. Para ello pedimos a una veintena de nuestros colaboradores que elegiesen una de las mejores novedades aparecidas durante 2007 y la añadiesen a la lista que, poco a poco, fue cobrando forma. Trece accedieron a participar y cada uno ha escrito un comentario de alrededor de 300 palabras que, una vez reunidos, os ofrecemos en el presente artículo.

Supongo que, como suele ocurrir, a muchos la selección les puede resultar insatisfactoria porque o bien falta (o sobra) algún título o el procedimiento parece poco adecuado. Independientemente de esto, creemos en la utilidad de la presente lista, interesante a la hora de localizar algunos de los mejores libros publicados durante el año pasado sin distinción de géneros, países de origen, autores, editoriales,…

Los títulos elegidos son los siguientes:

  • Alejandro Magno y las águilas de Roma – Javier Negrete
  • Corazón de tango – Elia Barceló
  • China Montaña Zhang – Maureen F. McHugh
  • El cura – Thomas M. Disch
  • El pensamiento de las mil caras – R. Scott Bakker
  • Evenmere: La gran mansión – James Stoddard
  • La carretera – Cormac McCarthy
  • La novela perdida de Lord Byron – John Crowley
  • Las damas de Grace Adieu – Susanna Clarke
  • Los dientes de los ángeles – Jonathan Carroll
  • Los hijos de Húrin – J. R. R. Tolkien
  • Luz azul – Walter Mosley
  • Puente de pájaros – Barry Hughart

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El cura, de Thomas M. Disch

El cura

El cura

Tal vez sea el momento de poner fin a esta anomalía que rodea al juicio sobre Thomas M. Disch. Sí, a casi nadie se le escapa que es un gran escritor. Pero ¿en cuántas ocasiones se le coloca en el listado áureo de los grandes de la literatura fantástica? El cura viene a demostrar que Campo de concentración, 334, Los genocidas o En alas de la canción –menudo listado, caray– no fueron casualidades. Que el hecho de que la obra de Disch no tenga una continuidad fácilmente reconocible como la de otros autores más valorados no supone desdoro alguno a su trabajo; es más, quizá debería ser un jalón adicional para el reconocimiento.

Dicho esto, El cura, como será fácilmente deducible del arranque entusiasta, me pareció una obra tremendamente interesante. Y muy difícil de definir, como la mayor parte de las novelas relevante con elementos fantásticos que se publican últimamente. De hecho, esos elementos fantásticos de la obra ni siquiera queda claro finalmente que lo sean. Aunque se subtitule «novela gótica», El cura no es fácil de encajar como terror a la manera habitual. El calificativo gótico, sin embargo, resulta adecuado en una interpretación más literal, si nos dirigimos a la sustancia de su origen: sí que hay momentos desasosegantes, hay personajes siniestros que se acechan entre las bambalinas del relato hasta hacer notar su oscura presencia. También hay un cierre feliz, puesto que los finales abiertos y encogetripas son más bien un recurso contemporáneo, y en Maturin, Shelley o Lewis finalmente los malvados son castigados y los protagonistas dejan atrás, sin posibilidad de secuela, los peligros que les acechaban.

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