Leer a Dick es peligroso; el veneno acumulado en su narrativa puede llevarte a querer continuar en su universo creativo más allá de lo “conveniente”. No sólo a buscar nuevos enfoques en otras de sus novelas o relatos sino a profundizar en sus ideas, descubrir de dónde surgían, averiguar cómo se ramificaban a lo largo de su bibliografía… Por suerte esta necesidad no está vedada exclusivamente para los que se manejan en inglés. La figura de Dick es tan relevante que es posible encontrar varios de estos estudios en ediciones en español. Uno de los más completos es Idios Kosmos, el excepcional ensayo de Pablo Capanna en el cual desglosa su pensamiento y se acerca a su producción con una hondura filosófica para nada ajena a los legos en la materia. Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos del francés Emmanuel Carrère me parece su complemento perfecto. Más romo desde el punto analítico, el autor de El adversario se acerca a la obra de Dick desde un punto de vista biográfico, convirtiendo su vida en una gigantesca cadena causa-efecto en la que, además de tratar los aspectos más relevantes que moldearon su personalidad, se sirve de ella para desplegar las claves de su obra.
En este sentido, Carrère se muestra muy hábil a la hora de centrar su mirada. Rápidamente pasa por su infancia y adolescencia hasta llegar a la edad adulta, punteando el relato con un puñado de anécdotas que más tarde tomarían cuerpo en sus obras. Ahí está, por ejemplo, la ensoñación que le acompañaba durante su empleo a media jornada en una tienda de música, imaginándose cómo un astronauta en órbita alrededor de una Tierra postcatástrofe y radiando hacia la superficie todo tipo de canciones, historias… Una imagen que potenciaba su autoestima y recuperada años más tarde en Doctor Monedasangrienta. También es en esta primera parte donde se observa el caldo de cultivo del cual partirían sus novelas mainstream como Ir tirando o Confesiones de un artista de mierda, sin que todavía sus historias aparezcan en el relato, con su día a día como materia prima de la cual se nutrieron hasta tomar forma. Es sólo a partir de su inicio como jornalero de la ciencia ficción, y las decenas de relatos que contribuyeron al boom de las revistas de los cincuenta, cuando estas cristalizan.