Jabberwock 2

Jabberwock 2

Jabberwock 2

La editorial Bibliópolis inaugura su nueva colección Bibliópolis antológica con el segundo volumen del anuario de ensayo fantástico Jabberwock. Esta nueva colección recoge el testigo dejado por Bibliópolis Bolsillo, mejorando no sólo en el tamaño sino también en el diseño y aumentando también la extensión. Jabberwock es sin duda un punto de referencia para todo aficionado a la literatura fantástica: por un lado es una excelente guía de lectura gracias a las críticas de las obras más destacadas publicadas el año anterior. Y por otro recoge una serie de ensayos y artículos que muestran el fantástico en todas sus vertientes. Todo ello coordinado por Arturo Villarrubia y Alberto García-Teresa los directores de este número.

Vemos que los ensayos se pueden dividir a priori en dos grandes bloques: unos los que afrontan el fantástico como herramienta para analizar la sociedad actual y otros los que estudian los límites del género y sus raíces comunes en el uso de distintos mitos e iconos. Dentro de la primera vertiente destaca el ensayo de Alberto García-Teresa “Las aventuras de Emmanel Goldstein. Usos ideológicos de la ciencia-ficción” donde analiza las obras, autores y corrientes literarias dentro de este género poniendo de manifiesto la carga ideológica que esconden, destacando los casos de obras y autores que rompen con la ideología conservadora mayoritaria, un ensayo muy esclarecedor y que desmonta los tópicos dentro de la ciencia ficción. Continuando esta línea de análisis político y social de la ciencia-ficción nos encontramos con el ensayo “La que está cayendo: lecciones para el mundo posterior al 11-S en la obra de Philip K. Dick” de Aaron Barlow, donde a través de la obra de Philip K. Dick analiza la esquizofrenia de la sociedad actual y el sometimiento del pueblo por el miedo al otro fomentado por los gobiernos, poniendo de manifiesto la vigencia de la obra de Dick. Es especialmente interesante la entrevista que realiza Arturo Villarrubia al escritor John Kessel, un autor comprometido socialmente que por medio del humor y de la provocación desarticula las falacias de los neoconservadores por medio de obras como American Apocalypse y El amor en tiempos de dinosaurios.

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The Tooth Fairy, de Graham Joyce

The Tooth Fairy

The Tooth Fairy

A menudo sostengo la hipótesis de que ciertos autores se equivocaron al asociar su nombre con la literatura fantástica o de ciencia ficción. Y no porque su dominio de esos subgéneros fuese pobre o inadecuado, sino por el sentido de injusticia cósmica que asalta a uno cuando escritores de calidad, inventivos y comparables a cualquier santón de las letras, como Disch, Crowley o Wolfe, se pasan la vida esforzándose en construir una obra que resista el paso del tiempo para que al final su existencia sea conocida sólo por cuatro jugadores de rol anclados en la adolescencia, que cuelgan en sus blogs fotos en las que salen manejando la espada láser de Star Wars y suelen estar de acuerdo con Goebbels en aquello de «Cuando oigo la palabra ‘cultura’ echo la mano a mi revólver».

Pero existen casos aún más flagrantes. Al fin y al cabo, Disch, Crowley o Wolfe cultivan unas formas exigentes, muy a menudo difíciles, saltándose a la torera los conceptos más tradicionales de «entretenimiento» y haciendo inevitable que los lectores sin ínfulas intelectuales se alejen de su producción. En cambio, autores como Graham Joyce se dedican a un tipo de novela de personajes cercanos, que pasan por experiencias universales, cuidando un tipo de narración accesible capaz de enganchar desde las primeras frases y de mantener hasta el final una atmósfera de intriga y misterio. Y sin embargo, Joyce sólo ha visto publicadas dos novelas en nuestro país, manteniéndose inédita toda su producción anterior que incluye libros tan sobresalientes como The Tooth Fairy.

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Guardianes de la noche, de Sergey Lukyanenko

Guardianes de la noche

Guardianes de la noche

Junto a nuestro mundo existe el Crepúsculo y entre los humanos se mueven los Otros. El Crepúsculo es un lugar tenebroso, un mundo superpuesto al nuestro al que sólo se puede acceder caminando a través de tu propia sombra, que se alimenta de la energía vital de los que entran en él y que transforma para siempre al que traspasa sus límites. Los Otros, los únicos capaces de entrar al Crepúsculo, son los magos, los chamanes, las brujas, los vampiros, los licántropos; seres alineados desde tiempos inmemoriales en el bando del Bien y la Luz o del Mal y las Tinieblas. Después de miles de años de guerra, y ante la posibilidad de que su conflicto eterno terminase por destruir a la humanidad –de la que dependen y son parásitos– ambos bandos se ven obligados a firmar el Gran Pacto, que les obliga a mantener una tensa paz y un estricto equilibrio: cada acción benéfica de los Luminosos permite una reacción maligna de los Tenebrosos, y viceversa –si un Otro de la luz utiliza sus poderes para hacer el bien los Tenebrosos están autorizados a causar una cantidad equivalente de mal, y lo mismo ocurre al contrario–. Y para asegurarse el mutuo respeto a este pacto, crean la Guardia Nocturna –Luminosos que vigilan las acciones de los Tenebrosos– y la Guardia Diurna –Tenebrosos que controlan al bando de la Luz–.

Han pasado varias décadas desde aquel Pacto y la lucha entre luz y tinieblas no se ha detenido, tan solo se ha vuelto más sutil. Una y otra Guardia vigilan atentamente a su contrario a la espera de que sus agentes cometan algún desliz que les permita actuar; lo que antes era una lucha brutal y constante ahora es una maquiavélica partida de ajedrez entre Hesser y Zavulón, las cabezas visibles de los bandos del Bien y el Mal. En este, en realidad, primer volumen de una tetralogía –con el resto aún inéditos en nuestro país– asistimos a tres de estos encontronazos en la forma de tres novelas cortas conectadas entre ellas por sus protagonistas –la Guardia Nocturna de Moscú y, en especial, Antón Gorodetski, un agente de perfil bajo y mago de poca categoría– y por una trama general que sólo se hace evidente conforme avanza la historia y que, a la vez que las une en un todo, sirve como reflejo de la naturaleza conspirativa de las propias Guardias, para las que incluso el suceso más trivial puede formar parte de un plan mayor que los propios agentes –meros peones la mayor parte de las veces– son incapaces de percibir.

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Gel azul, de Bef

Gel azul

Gel azul

La ciencia ficción mexicana, al igual que ocurre con la procedente del resto de hispanoamérica, es una gran desconocida para el lector español. Es una pena, porque la coincidencia idiomática se presta a un mayor intercambio cultural también en lo que se refiere al género fantástico. Sin embargo, la realidad editorial es la que es y no parece que vaya a cambiar a corto plazo. Por ahora nos tendremos que conformar con las ocasionales narraciones que nos llegan a través del premio UPC o con las contadas novelas que se publican, como la reciente Ygdrasil del chileno Jorge Baradit.

“Gel azul”, obra de Bernardo Fernández “Bef” publicada dentro de la colección Vórtice de Ediciones El Parnaso, incluye dos novelas cortas y un relato. La primera de las novelas cortas, que da título al libro, es una mezcla de cyberpunk con novela negra hard boiled, dos géneros que tienden a combinarse bien debido a la deshumanización que puede llegar a producirse en las sociedades en las que se mezcla la tecnología avanzada y la pobreza de amplios sectores de la misma.

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