La ciencia ficción, en la encrucijada del siglo XXI

Nota: Este artículo fue publicado en el número 217 de Revista de Literatura, correspondiente a Mayo de 2006

0043CFJDJimBurns.jpg El futuro ya está aquí. La mayor parte de los sueños de la ciencia ficción tradicional se han incorporado al imaginario colectivo, o han sido descartados como imposibles por la ciencia, o incluso se han convertido en realidad. El género tal y como se le conoció en sus primeros cincuenta años de vida ha quedado, en cierta forma, obsoleto. Parte de sus propósitos, aquellos que tomó de la literatura utópica anterior a su nacimiento, siguen en pie; pero la cf ha cedido esos intereses a la literatura general, que parece haber recobrado el interés por la prospectiva, por el distopismo.

Todo este fenómeno no es bueno ni malo. Desde dentro de la cf se ve en parte como un problema, en parte como una demostración más del rechazo del establishment cultural hacia el género. Algo que no es del todo cierto. Es verdad que se acumulan libros que tocan temas característicos de la cf pero que en su contraportada aseguran que el texto «trasciende la cf», algo que la mayor parte de las veces no es cierto. Pero también es verdad que la cf, debido a algunas características innatas, se ha convertido en un campo a veces difícil de seguir.

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Las mentiras de Locke Lamora, de Scott Lynch

Las mentiras de Locke Lamora

Las mentiras de Locke Lamora

Todos los que somos aficionados a esta cosa llamada género fantástico nos hemos encontrado con grandísimas historias, aunque las más de las veces no hayan recibido el reconocimiento del gran público salvo contadas excepciones como 1984 o Matadero cinco en ciencia ficción o El Señor de los Anillos en la fantasía. Por más que nos pese el tipo de novelas que leemos no son capaces de atraer a la masa lectora. Es cierto que en los últimos años parece que algunas obras de corte fantástico han atraído a gran cantidad de público –la saga de Harry Potter o las novelas de Laura Gallego dentro del panorama nacional– pero estas novelas, aunque evidentemente de fantasía, no se han ideado ni desde dentro del género ni para gente del género. Más bien están preparadas ex profeso, nos pongamos como nos pongamos, para otro tipo público, joven, que con el tiempo podría dar el salto hacia el género fantástico pero, generalmente, se conforma con lo que ya ha leído y lo abandona. En escasas ocasiones aparece una historia de género ideada dentro del género pensada para lectores de género y con la fuerza, el dinamismo y, por qué no decirlo, los “ingredientes” que podrían atraer a otro tipo de público,

En este mundo de la literatura fantástica es muy arriesgado atribuirse las cualidades de profeta y vaticinar un futuro a un libro que, como mucho, puede vender unos cuantos miles de copias. Pero en el caso de Las mentiras de Locke Lamora sería una auténtica pena, de verdad, que no diese el salto.

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La silla, de David Jasso

La sillaAunque de un tiempo a esta parte parece haberse producido un leve resurgimiento de la publicación de terror en España, habida cuenta de la creación de colecciones dedicadas al género que hasta hace poco brillaban por su ausencia, no deja de ser cierto que el panorama continúa siendo bastante desolador si se compara la cantidad y calidad de lo publicado tanto en fantasía como en ciencia ficción. Las grandes editoriales siguen empeñadas en apostar por autores conocidos y, en la mayoría de los casos, anquilosados y caducos. Desde que hace veinte años Clive Barker nos sorprendiera y deslumbrara con sus Libros sangrientos, el terror ha sido un descorazonador yermo en el que el cine parece haberle tomado el testigo a la literatura.

¿Y en España? Pues resulta que en España, desde hace unos años, ha ido surgiendo una generación de escritores que aman el género y que, contra viento y marea, han decidido dedicarse a él, publicando cómo y cuando pueden en editoriales minoritarias, antologías varias, revistas en papel y electrónicas, y dándose a conocer de manera paulatina pero constante en concursos y certámenes literarios. Estoy pensando en gente como Santiago Eximeno, Marc R. Soto, José Antonio Cotrina, Alfredo Álamo, Juan Díaz Olmedo,… Autores que poco a poco han ido puliendo sus estilos y temáticas hasta dotarles de una pátina de indudable calidad. Autores con ideas que desarrollar y estilo para hacerlo, y que, afortunadamente para los aficionados, han decidido contarlas en clave de terror. Autores a los que no hace falta ser vidente para augurarles un buen futuro. El problema con el que se encuentran es la falta de medios donde publicar, lo que lleva a que en la mayoría de los casos se vean obligados a desarrollar su obra a través del relato corto. Muy pocos se han atrevido aún con la novela, cosa lógica si pensamos que el esfuerzo invertido es mucho mayor y las posibilidades de ver el trabajo publicado mucho menores. Por eso es motivo de alegría que David Jasso, otro escritor a tener en cuenta entre las filas de los surgidos en los últimos tiempos, se haya atrevido con la larga distancia y haya encontrado una editorial donde publicar.

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