Vaya por delante que en una hipotética guerra de robots contra humanos, me pondría del lado de los robots. Reconozcámoslo, el único régimen político que puede meternos en cintura de una santa vez es la dictadura del robotariado. Así que, aunque aprovecho la ocasión para ofrecer mi lealtad a nuestros futuros amos robóticos, intentaré ser lo más imparcial posible.
Porque Robopocalipsis va de eso, la rebelión de las máquinas, el síndrome de Frankenstein de toda la vida, contado por enésima vez ¿Encontraremos esta vez algo distinto, un punto de vista original en un tema clásico de la cf? Veamos; el doctor Hank Pym logra crear en su laboratorio la primera Inteligencia Artificial consciente; Ultrón V, quien, tras balbucear el clásico “¿papá?” se cosca de que es el último de una saga de conejillos de indias cibernéticos sacrificados en aras de la ciencia, así que ya a la tercera línea de diálogo, presa de un Edipo frustrado, se rebota. Que si es un ser superior, que si los humanos estáis acabados como especie, que os voy a borrar de la faz de la tierra, en fin, el habitual discurso de máquina con delirios de grandeza, fruto del típico subidón de neonato.