Los vientos del olvido, de Ángel Torres Quesada

Los vientos del olvido

Los vientos del olvido

La experiencia que dan los años de oficio afortunadamente se notan. En un oficio tan antiguo como éste de contar historias, eso se traduce en saber encontrar las claves del relato para mantenerlo vivo y, así, cautivar al lector.

Los vientos del olvido parte de una premisa sociológica realmente impactante: en un futuro cercano, cansados del fanatismo religioso musulmán, las otras religiones comienzan un exterminio brutal, que erradica a los practicantes de dicha religión de la Tierra. Sin embargo, unos poco logran escapar y llegan a otro mundo, donde comienzan una nueva vida renegando del planeta madre y de la tecnología. Muchos siglos más tarde, el narrador nos lleva a ese nuevo planeta, ar-Rasul, y nos cuenta un relato de aventuras, ubicado en una especie de Edad Media medieval con leves toques de fantasía.

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El fuego elemental, de Martha Wells

El fuego elemental

El fuego elemental

La fantasía es un género polivalente: tanto se ha utilizado para enriquecer o complementar algunos aspectos de ciertas novelas como para proporcionar una visión más entretenida de un viejo argumento. Esta segunda faceta es la que Martha Wells ha utilizado para presentarnos su primera novela –la segunda publicada en castellano–: El fuego elemental. La autora nos propone una mezcla uniforme entre la aventura de capa y espada al estilo Dumas y la fantasía feérica, combinando con gracia los elementos característicos de ambos subgéneros: la intriga cortesana, la envidia, traiciones y amores secretos de palacio con la magia de las hadas, de los hechiceros, de los mundos fantásticos. La misión principal de esta combinación es sólo una: el entretenimiento puro y duro

Wells se inspira en la Europa del siglo XVII, sobre todo en la Francia descrita por Dumas en obras clásicas como Los tres mosqueteros –el paradigma de la novela de aventuras– y no se esconde en ningún momento. De hecho, buena parte de los nombres propios de personajes o de los topónimos recuerdan muy directamente al idioma francés –aunque la Reina tenga el nombre de una ciudad italiana–, y también se basa en los reinos feéricos de tradición anglosajona. El hecho de que aparezcan hadas –ni que sea de cariz muy secundario– bastante conocidas como Titania y Oberón así lo evidencian. Además, su comportamiento a menudo errático, juguetón o maligno está extraído directamente de estas influencias.

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