Crónica de San Diego Comic-Con Málaga

Escribo este texto tras ni siquiera 24 horas pasadas del final de la San Diego Comic-Con Málaga. Podemos afirmar que es evidente que existen dos visiones opuestas de la convención. Yo añadiría una tercera que no es la más frecuente pero que quizás sea la más ajustada a la realidad.

Anticipo que hablaré desde dos experiencias como invitado: la primera en la Comic-Con de San Diego de 2023, que me conmocionó, y esta que acaba de terminar. Me parece importantísimo hablar desde el conocimiento de lo que es y de lo que te cabe esperar si visitas la de San Diego para que no te lleves sorpresas al entrar en la de Málaga.

La primera visión sobre la de Málaga sería la de tantísimos aficionados que consideran que ha sido un absoluto desastre. Entre ellos, yo los dividiría entre dos grandes sectores: los que han estado, cuyas opiniones me interesan, y los que no, cuyas opiniones… me interesan menos.

Esta primera visión tiene su crítica central en las enormes y eternas colas que se han debido sufrir para entrar al recinto. Es un hecho, como atestiguan los numerosos vídeos que van apareciendo. Ha sido así. Pagar cincuenta euros y sufrir dos horas de cola (e incluso más en algún caso) para entrar resulta difícilmente excusable. A este hecho deben unirse otros como las colas para la comida y para el agua, la dificultad para encontrar plaza para las actividades, los precios de la comida, los previos de las firmas, la escasa presencia de cómics y la ausencia de productos que no puedas adquirir en tu misma ciudad sin tener que desplazarte cientos de kilómetros, con todo lo que implica. Al menos, estos son lo que me han llegado.

La segunda visión es la de los invitados, que hemos vivido una experiencia única, inigualable. Al menos en mi caso, he disfrutado de una organización incluso mejor y más profesional que la que vivimos en San Diego, sin que aquella fuera mala en absoluto.

Evidentemente, son dos visiones irreconciliables.

¿Cuál sería la tercera mirada?

La de quienes dicen que sí, que ha habido aspectos muy, muy criticables, pero que han disfrutado mucho e incluso les gustaría volver el año próximo. Piden, por supuesto, que se remedien los defectos que se han indicado.

En todo este laberinto, conviene sobre todo entender quién es el responsable de cada problema (no, no todo ha sido responsabilidad de la organización), qué se ha podido solucionar con rapidez, qué actitud se ha tenido y cómo remediarlo para las futuras ediciones.

Y si la San Diego Comic-Con Málaga vale o no la pena, claro.

Vamos con la primera visión.

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La ausencia de repercusión de Supernovas dentro del fandom

Margaret BrundageLa Fundación Telefónica en Madrid viene prestando una cierta atención a la ciencia ficción, en especial en las proximidades del festival Celsius cuando aprovecha a los autores que pasan por Avilés para organizar encuentros abiertos al público y retransmitidos por internet. Nancy Kress, Pat Cadigan, Kameron Hurley, junto a Gabriela Campbell o Laura Fernández, son algunos de los nombres que han pasado por ese espacio. Desde la lejanía, cuesta decir que esta relevancia de la ciencia ficción se haya convertido en algo cotidiano; más parecen actividades que ponen la atención sobre un nombre y una serie de temas en un contexto cultural plagado de eventos para todos los paladares. Sin embargo, hace unas semanas el centro de ese espacio lo ocupó Supernovas, la historia de la ciencia ficción feminista audiovisual escrita por Elisa McCausland y Diego Salgado. Lejos de la abulia organizativa de los meses verano, abrieron sus puertas a uno de los libros del momento y, para este servidor, el ensayo sobre ciencia ficción más importante escrito en España desde la Teoría de la literatura de ciencia ficción de Fernando Ángel Moreno. Una relevancia de la cual ya habla este protagonismo y que entronca con los nombres apuntados en el primer párrafo en una línea que el propio Diego Salgado utilizó para explicar el por qué de Supernovas. El estudio obedece a un momento en el cual la perspectiva feminista ocupa el centro del debate social. Una observación que no merece la pena atestiguar porque es evidente para cualquiera que se haya movido dentro del terreno de la propia ciencia ficción los últimos años.

Supernovas está gozando de una atención extendida en el tiempo, hasta el punto que cuatro meses y medio después de su publicación continúa apareciendo en multitud de lugares y medios. Fruto de esa pertinencia temporal y, es de suponer, de la experiencia de una editorial bregada en aprovechar la ola de cualquier evento. Pero no quiero dejar de lado el excelente trabajo realizado por sus autores del cual ya he escrito extensamente. En este contexto, me resultan incomprensibles las exiguas referencias a Supernovas desde el entorno del fandom de ciencia ficción. Como siempre en este rincón es difícil pasar de las sensaciones a los hechos; cualquier afirmación como esta suena más a frase de barraCon que a un hecho constatable. No obstante, invito a comprobar las escasas reseñas escritas en los blogs, webs, portales más escorados hacia la ciencia ficción o visitar su descorazonadora ficha en Goodreads para darse de bruces con la fría recepción entre los lectores más movilizados… más allá de ese gesto tan bonito de alardear que te lo piensas leer algún día. Un bajón agravado cuando lo pones al lado de la ficha de la Nueva Guía de Lectura de Miquel Barceló. Duele observar el número de lecturas y opiniones que tenía en los meses posteriores a su publicación.

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Supernovas. Una historia feminista de la ciencia ficción audiovisual, de Elisa McCausland y Diego Salgado

SupernovasDescubrí a Elisa McCausland a través de su libro sobre Wonder Woman, un texto muy recomendable que, además de una descripción e interpretación de las historias del personaje, profundizaba en su condición de icono feminista. Desde entonces he disfrutado de su labor de estudio de la cultura popular, muy especialmente a través de los podcasts Perros verdes y Trincheras de la cultura pop. En este último comparte micro en solitario con Diego Salgado, crítico de cine junto al cual ha escrito esta historia feminista de la ciencia ficción audiovisual; un completísimo mapamundi de un universo creativo que apenas había visto cartografiadas en España pequeñas regiones, muy limitadas en el espacio y en el tiempo.

Esta ambición de glosar un panorama tan extenso supone la principal dificultad a la hora de dotar de estructura al ensayo. ¿Por dónde comenzar a desenmarañar la madeja? Temporalmente la cosa puede ser más clara, pero, una vez entran en juego las componentes temática y geográfica, la cuestión no resulta tan intuitiva. En este sentido creo que Salgado y McCausland han acertado de pleno. Dividen Supernovas en doce capítulos para, en cada uno, acercarse a una unidad más o menos temática, más o menos centrada en un país, más o menos extendida en el tiempo. Así, se dedican textos a tratar cómo la mujer bien ha cultivado la ciencia ficción, bien ha sido representada en Alemania, Japón o España, con un elemento vertebrador que va y viene y, en definitiva, otorga coherencia al ensayo: el acercamiento a la ciencia ficción creada en EE.UU a lo largo del siglo XX hasta llegar al XXI. Cómo han surgido y evolucionado allí ciertos iconos que después veremos reproducirse o ampliarse desde otras perspectivas. Esta elección difumina un poco el hilo conductor, especialmente al principio. Sin embargo, en cuanto se suceden las aportaciones y se entrelazan con las ya expuestas, el poder acumulativo del conjunto es incontestable.

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