La ilusión de que se te vayan ocurriendo tus cinco lecturas favoritas no tarda mucho en disiparse cuando te das cuenta de la cantidad de obras que tendrás que dejar atrás. Y es que acabas pensando más en las obras descartadas que en la injusta y sólo parcialmente representativa selección final. Haciendo malabares, sintiendo que he perdido muchos títulos por el camino, he optado por la vía cronológica del descubrimiento y la fascinación como vía rectora de este texto. (Otras vías posibles serían el idioma, el subgénero, u optar –la opción más tentadora– por un censo de obras infrarrepresentadas).
De todos los autores y autoras, Philip K. Dick fue el primero. Dr. Bloodmoney (1965) fue mi despertar al género. Esa cosa pulp, con la presencia de ese locutor más o menos a la manera de American Graffiti, los focomeli, el borrón del postapocalipsis (del que no me canso), y esas punzantes incisiones de Dick al mundo real hasta que consigue que dudemos de la plausibilidad de nuestro mundo real. Todavía estoy esperando olvidarla un poco más para releerla mejor. Una obra maestra, probablemente.
De James Tiptree, Jr. tendría que poner la obra completa pero como ya he sido muy pesadito con sus cuentos mencionaré lo que, de hecho, primero leí de ella, que es la aun por traducir Brightness Falls From the Air (1985). Una novela con trama de misterio en el planeta Damiem, con sus viajeros de paso y sus horrores ocultos. Cuánto, ¡pero cuánto!, sentido de la maravilla hay ahí entre esas páginas amalgamado. Y es Alice Sheldon demostrando que no sólo en los cuentos destaca como la mejor.
Y una comparación que hizo Fernández Balbuena en su blog entre Tiptree y Cordwainer Smith me llevó al descubrimiento de esa trenza de mil páginas que son los cuentos de Los señores de la Instrumentalidad (1950-1993), quizá el imaginario más bonito y sofisticado, más creativo y sorprendente, que me haya encontrado jamás como lector. Sí, Cordwainer no era, ciertamente, un pensador de izquierdas (qué le vamos a hacer), pero cómo escribe: uno avanza por su futuro pensando ¿pero cómo se le ha ocurrido esto, de dónde saca estas ideas? La totalidad de sus cuentos, crea, subsumido, un mundo tan vasto y detallado que aún a día de hoy no he aprehendido del todo, y cuyos alcance y repercusión no tienen muchos paralelismos en el género. La biografía crítica de Pablo Capanna, Cordwainer Smith. El señor de la tarde, hace su figura aún más fascinante, con episodios que parecen de novela de espías, o de novela, en parte, de Dick.
Sinsonte (1980), de Walter Tevis, tiene el que, probablemente, sea el robot mejor escrito de la ciencia ficción, y una escena sobre la mecanización de la vida y la agotadora hiperproductividad del mundo laboral que las reduce a su esencia más representativa: el no tener absolutamente nada que ver con la vida humana. Y qué apuesta hace Tevis por la lectura, como George R. Stewart, en esa Nueva York decelerada e involucionada, entre esa humanidad titubeante.
Decía al principio que se me acumulan los títulos en la cabeza al pensar estas listas, y así los añorados náufragos de mi elección, aferrándose a la balsa de madera, podrían ser La guerra interminable, Plop, Un lugar en el tiempo, Earth in Twilight, El secreto del orfebre, Caminando hacia el fin del mundo, Solaris, Pensad en Flebas, Amanecer, El fin de la infancia, Las sirenas de Titán, La máquina del tiempo, Cuentos del futuro, Muero por dentro o Mundo desierto.
Pero Ciudad (1952) y con ella su autor, Clifford D. Simak, tienen que ser el cierre de este texto. Sonará rara la comparación, pero la oda a la vida en el campo y el humanismo de Simak me han recordado siempre a…. Miguel Delibes. Sí, ya, nada que ver en la superficie, pero las afinidades y la emoción que subyacen a sus textos tienen un aire de familia. No sé qué decir de Ciudad. Quizá es uno de los cinco mejores libros del género. Quizá el mejor.
Me encanta esa referencia a Delibes con Simak!! Nunca lo había pensado, la verdad, pero cierto es que finales como el de Las ratas llevan un poco a los mismos sitios.
Siempre seré un enamorado de Ciudad, en especial Deserción.
Sí, y por su humanismo y por el retrato que hace del campo y sus gentes se podría añadir, a los de Simak y Delibes, el nombre de John Steinbeck. Suena raro asociar esos nombres, pero el parentesco está ahí.
Gracias por comentar!