Mis cinco libros de ciencia ficción (1)

Los desposeídosA lo largo de los próximos días veremos en C una serie de artículos de los contribuyentes a la web sobre la misma cuestión: “cuáles son los cinco mejores libros de ciencia ficción”. Un pequeño divertimento al cual los blogueros nos entregamos con alegría (las 19 mejores novelas editadas en el primer trimestre de 2022, los 27 mejores relatos ciberpunk publicados entre marzo de 1983 y febrero de 1987) y, a la vez, una propuesta maquiavélica. Te sitúa ante tus lagunas como lector y, explícita o implícitamente, fuerza a realizar un ejercicio de memoria y de síntesis. El primero porque valoras una serie de lecturas muchas veces realizadas hace demasiados años, con la duda de si eres la misma persona que mantiene vivo ese recuerdo; si es la nostalgia o un lector diferente, más impresionable o con otros criterios, quien está eligiendo por ti. El segundo da vueltas alrededor de la amplitud de la ciencia ficción, cuál de sus numerosos territorios, su multitud de épocas y etapas, sus diversos formatos, pones por delante del resto. Un acto de definición personal que perfila una visión sobre ese territorio de una amplitud tan brutal, y a veces contradictoria, que se resiste a su conceptualización en unas líneas. Inevitablemente, también te expone al escrutinio de otros lectores, pero esa parte del juego es menos problemática. Cualquiera puede entrar en la ruleta y devolverte sus cinco mejores libros de ciencia ficción.

Como por algún lugar hay que comenzar, nada mejor que exponerse uno mismo e iniciar las hostilidades. Sin trampa ni cartón, he aquí mis cinco mejores libros de ciencia ficción.

De un tiempo a esta parte me he vuelto intolerante con la idea detrás de tantos análisis de la ciencia ficción que la considera un augur de tecnologías o situaciones por venir. Esta pretendida capacidad anticipatoria se perpetúa en la divulgación del género sin prestar la más mínima atención a dónde suelen surgir sus “contados” aciertos: la clarividencia de un autor para convertir en eterno lo que había sucedido o ya estaba sucediendo gracias a las herramientas de la ciencia ficción. La guerra de las salamandras (1936) me parece el mejor ejemplo de esta cualidad, escrita además desde un enfoque, la sátira, en la cual brillar es cada vez más complicado. A día de hoy su base y mecanismos humorísticos, las historias de Jonathan Swift, cuesta que reciban los mismos parabienes que los surgidos al calor de Mary Shelley, Edgar Allan Poe, Jules Verne o H. G. Wells. Aunque ha tenido grandes cultivadores (Stanislaw Lem, Kurt Vonnegut, Angélica Gorodischer), ninguna novela desnudó los procesos sociales e históricos de nuestro tiempo con la perspicacia de Karel Čapek. Una fábula certera e inteligente, divertidamente cruel, ideada con el filo del mejor escalpelo y la contundencia de un berserk.

La invención de MorelDesde que en los últimos años de la EGB descubrí la colección Tus Libros de Anaya, me he sentido cerca del “romance científico” de H. G. Wells. De los más conocidos y de otros menos citados, escritos desde una sensibilidad mucho más colorista (El alimento de los dioses, Los primeros hombres en la Luna). Sin embargo, ninguna novela enclavada en esta tradición me golpeó tan fuerte como La invención de Morel (1940). Bioy Casares reformuló las historias de náufragos clásicas para sorprender con una historia de amor imposible dueña de una intensidad emocional que no deja de crecer hasta su final. Mientras se abre paso hasta ahí, navega por los caminos de la memoria y la soledad y hace aflorar cuestiones sobre el sentido de la realidad, el afán de control, la búsqueda de los sueños y el ansia de inmortalidad. En, se dice pronto, 150 páginas. ’nuff said.

Entre los muchos gustos que me he ido curando de mi adolescencia hay uno que permanece: Ursula K. Le Guin. Entre las dos novelas que podría incluir aquí, Los desposeídos (1974) mantiene la posición de cabeza. Y en mi particular ranking cuenta con el título de la obra maestra de la ciencia ficción norteamericana: argumento, lugar narrativo, estructura y narrador se establecen sin fisuras y se realimentan en una secuencia arrolladora. Además, tiene una cualidad muy poco evidente hasta el punto que algunos críticos, especialmente David Pringle, la pusieran algún pero en sus valoraciones. Es cierto que Le Guin plantea los cimientos que articulan la sociedad anarquista de uno de los planetas donde sucede, Anarres, dentro de una utopía de la pobreza, cuando el reto habría estado en hacerlo en la riqueza. No obstante, en el otro planeta, Urras, jamás se habría tolerado que en Anarres se planteara una alternativa en un entorno igual de rico que el suyo; lo habría ocupado y explotado sin resquicios. Siempre en Le Guin la coherencia y la consistencia en sus planteamientos van más allá de la concepción de quién y cómo cuenta la historia. La base antropológica liga sus concepciones al desarrollo de nuestra historia y la condición humana. Por eso sus libros continúan sintiéndose tremendamente cercanos. Además las especulaciones social y lingüística son de primera magnitud.

A diferencia de muchos otros géneros, en la ciencia ficción los relatos conservan una vigencia incontestable. Una característica indisoluble de la pertinencia de un formato en el cual las ideas que articulan las historias tienen más cancha para brillar sin depender del resto de elementos de la narración. Sin embargo, es prácticamente imposible acudir a una colección de relatos que tenga la pegada y la condición inapelable de una novela. Siempre habrá cuentos menos conseguidos que condicionen la recomendación taxativa de un título concreto. En esta tesitura hago trampas y elijo una colección de cuentos no traducida como uno de los cinco mejores libros de ciencia ficción. Más que nada porque es más incuestionable que las otras de su autora que sí fueron traducidos y porque, quizás, algún día una editorial decida apostar por Her Smoke Rose Up Forever (1971 – 2003) para ofrecer el que es sin duda el mejor libro de James Tiptree, Jr./Alice Sheldon. Un repertorio inapelable que, curiosamente, fue plenamente reconocido durante su creación mientras hoy apenas es leído a pesar de la cantidad de citas que acumula (esa cosa tan a la orden del día de arrojarse nombres y obras en las conversaciones). Her Smoke Rose Up Forever es, sobre todo, un libro sobrecogedor: abre las puertas a una ciencia ficción en las antípodas del sentido de la maravilla tradicional. La mayor parte de sus relatos ahondan en una visión pesimista de los vínculos humanos, las relaciones sociales, los procesos históricos… Es difícil salir indemne ante la violencia, el tono crepuscular, la incomunicación, la soledad o el determinismo desde las cuales están escritos “El amor es el plan, el plan es la muerte”, “La chica que estaba conectada”, “Su humo se elevó para siempre”, “El eslabón más débil” / “Esterilidad forzada” o “Las mujeres que los hombres no ven”. Sin embargo, entre tanta desolación hay espacio para el humor y la belleza. Y pocos escritores hay con el talento de Alice Sheldon para elegir la voz y el tono más adecuado para contar cada historia. La inmensa mayoría de las aquí recogidas están repartidas entre varios libros (Mundos cálidos y otros; Cantos estelares de un viejo primate; A diez mil años luz; Una mirada a Alice B. Sheldon), pero sólo este último, con apenas tres narraciones, está disponible ahora mismo en las librerías de España. Un drama.

Random Acts of Senseless ViolencePara la quinta y última obra he barajado opciones menos claras. Varias novelas, otro libro de relatos, algún salto con pirueta y tirabuzón doble a modo de provocación. Al final me he decantado por un título que sonará así: Random Acts of Senseless Violence (1993). En mi defensa, es la lectura que más me ha impactado en los últimos 10 años. Por lo que cuenta, la desintegración de una familia y la zozobra de Lola, una adolescente abandonada a su suerte en una Nueva York en el inicio de una guerra. Por cómo lo cuenta Jack Womack, un testimonio en primera persona un poco secretaria de juzgado, que se relaciona con un variado grupo de personajes que despliegan un completo repertorio lingüístico, una muestra de la degradación del tejido social en la ciudad. Y, sobre todo, por cómo entrelaza dos vetas indisolubles de la ciencia ficción contemporánea: el fin del mundo tal y como lo conocemos y la novela de crecimiento interior. En el viaje iniciático de Lola se suceden los episodios de acoso y abuso: en la escuela; en su relación con sus amigas; en sus encuentros con una policía y un ejército embarcados en una represión sin límites; económicas a través de los padecimientos que sufre su familia… Una acumulación de actos violentos aleatorios y sin sentido ante los cuales el sistema la ha dejado inerme y que conducen hacia un demoledor rito de paso; el irreversible estallido de la olla a presión en que se ha convertido Lola, la heraldo de una caída en desgracia que es la nuestra. Hay novelas más afamadas anteriores y posteriores forjadas en las mismas tensiones sociales, alentadas por el arraigo del pensamiento conservador/ultraliberal durante la década de los 80 del siglo pasado. Ninguna me parece tan buena como Random Acts of Senseless Violence.

Termino este proceso con dos sinsabores. El primero, otros de mis escritores favoritos no han pasado el corte. El segundo, todos los libros tienen más de 30 años (realmente 29, RAOSV es de 1993). Como decía al comienzo, no hay mejor enmienda a este ejercicio que responder con tu propia lista. ¡Vamos, valiente!

5 comentarios en “Mis cinco libros de ciencia ficción (1)

  1. Desde la extinta Cyberdark siempre he sido asiduo a las listas de libros favoritos de otros lectores, buscando encontrar las mismas sensaciones de quienes los recomendaban, e incluso se puede decir que marcaron mi crecimiento como lector. Y en concreto me recuerdo visitar ilusionado cada dos por tres tu lista, en busca de nuevos tesoros que leer y añadir a mi refugio de libros favoritos. Gracias a ti conocí El Libro del Sol Nuevo de Gene Wolfe, que probablemente sea el libro y autor que más me han marcado en todos los sentidos, pero también conocí a Thomas Disch o George Martin o Robert Sirverberg y tantos otros. Recuerdo que en aquella lista figuraban en los primeros lugares libros tan maravillosos como Muerte de la Luz o en Alas de la Canción. Sólo espero que no sean esos los libros que mencionas que te han dejado algún sinsabor, y que estas listas sirvan a más gente que se está iniciando como a mi me sirvieron aquellas de Cyberdark. Muchas gracias por compartirlo.

    • ¡Qué ilusión me hace lo que me cuentas, Mauri! Yo también entraba en fichas de Cyberdark a descubrir nuevas obras (y ver un poco afinidades con otros usuarios). No recuerdo de quienes, porque tengo una memoria pésima, pero sí que era una práctica habitual. Aquella comunidad nos dio tanto…

      Si la lista fuera de 10 sin duda Disch y Wolfe habrían entrado con esos títulos. Es posible que Wolfe estuviera al final del texto si no me hubiera permitido jugar el comodín de Womack. Martin no lo tengo tan claro. Muerte de la luz me sigue pareciendo apasionante, una space opera crepuscular como ninguna otra, sin duda entre mis lecturas favoritas de cf. Pero me cuesta ponerlo como uno de los cinco mejores libros de la historia de la ciencia ficción, que era la propuesta inicial de esta serie de artículos (y que, después, cada uno ha afrontado como ha podido).

  2. Como diría Severian la memoria nos oprime. Por recordar algunas cosas que me vienen ahora: tus intercambios de opinión sobre la obra de John Crowley con aquel memorable usuario borgeano llamado Marcos.
    Tus intercambios con aquel otro usuario también memorable (pero con matices 🙂 llamado Ivanbaley, una especia de troll de Internet con ínfulas, el mejor (peor) antagonista que uno puede tener en redes por su obstinación y argumentos alocados que te dejan sin saber que decir.
    Aquel usuario llamado Hartree al que le debo el haber aprendido a leer libros en inglés, por su perseverancia en recomendar Malaz cuando por aquí nadie lo conocía.
    Aquel otro usuario llamado Knut, algo gruñón pero con buen fondo y siempre con buen criterio.

    Y tantos otros usuarios y buenos momentos que se pierden en el olvido.

    Por volver al tema de las listas de “los mejores de” siempre es complicado separar aquellos libros que son lo mejor para cada uno individualmemte de aquellos otros que creemos que lo son para el género en cuestión. Aunque hasta ahora las listas que habéis publicado me encantan y me propongo leer aquellos que no he leído y releer aquellos que sí.
    Muchas gracias de nuevo y como recomendación de un lector apasionado de listas de favoritos ojalá publicaseis las listas de los favoritos de fantasía, terror o de cómics. Por pedir….. XD

    • ¡Buah, qué de recuerdos! A algunos les he seguido el rastro primero en Sedice y después en Facebook, incluso he llegado a conocerlos (Knut). Otros no sé qué habrá sido de ellos. Por ejemplo hartree, que colaboró con C en su primera etapa (Manuel Santos https://www.ccyberdark.net/author/manuelsantos/) y del que hace más de diez años que no sé nada. Otros aparecen cuando menos te lo esperas, como Llosef, al que escucho con agrado como el 50% de Todo tranquilo en Dunwich.

      Tomo nota de hacer un listado de otros géneros, aunque los colaboradores de C tiran más hacia la cf. Es cuestión de plantearlo… con tiempo, que ando muy liado con el curso este año y el año que viene llega implantación de un nuevo curriculum que supone un cambio radical respecto a lo que había. No sé yo si incluso la actualización semanal de C se resentirá por ello.

  3. Pingback: Mis cinco libros favoritos de ciencia ficción – Mundos Múltiples

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