Nación Vacuna, de Fernanda García Lao

Nación VacunaA poco que se bucee en C, es fácil averiguar qué editoriales me resultan más interesantes. Una de las que acumula comentarios de un par de años para acá es Candaya. Me atrae la doble línea en la que está explorando el terror (Mónica Ojeda, Solange Rodríguez) o el territorio entre la distopía y lo apocalíptico. Es cierto, ambas satisfacen una demanda del mercado que, en el segundo caso, lleva una década con sobreabundancia de títulos. Sin embargo esta pequeña editorial catalana se caracteriza por dar cabida a visiones genuinas, casi siempre alejadas de las recetas del thriller todoterreno. Entre los libros aparecidos este tortuoso 2020 solo he podido leer Nación Vacuna, y apenas la veo unos pasos por detrás de la categoría “recomendable sin temor a duda alguna” (Mandíbula). He disfrutado y sufrido con la manera mediante la cual Fernanda García Lao se distancia de los interruptores dominantes a la hora de caracterizar una distopía, la represión y/o la rebelión, para zambullirse en un operador más excepcional: la depresión.

Nación Vacuna recoge el testimonio del funcionario Jacinto Cifuentes. En primera persona y en presente, Cifuentes desnuda el sometimiento a la Junta militar de su país, una Argentina anonimizada. Esa entrega cobra cuerpo a través de su participación en un proyecto demencial: la colonización de las islas M. después de que el triunfo se convirtiera en tragedia; las tropas invasoras sucumbieron a una enfermedad dejada por su enemigo a modo de “recompensa”. Los primeros capítulos se detienen en el proceso en el cual una serie de mujeres atraviesan una serie de tests y análisis psicológicos para determinar quiénes viajarán hasta las M. Como una vacuna biológica para el mal pero, también, con la misión de transformarse en las madres de una nueva generación de habitantes. Este artefacto sustancia la megalomanía de la dictadura y, a la postre, la entrega del resto de una ciudadanía transfigurada en el ganado ideal. Su vida es servidumbre prácticamente sin fisuras.

El narrador se reúne e interroga a sus pacientes; alterna con sus compañeros funcionarios; deja ver sus dañados vínculos familiares, íntimamente ligados a la Junta; formula sus dudas sobre las atrocidades sistémicas… y mientras desgrana su confesión gana cuerpo la degradación moral, psicológica y física de la sociedad de la que forma parte, un entramado caracterizado por una violencia soterrada, una afectividad quebrada y una neurosis cuyo clímax se alcanza cuando Cifuentes se relaciona con varias mujeres. Su madre, una figura distante cuyo único momento de cercanía se transforma en un torpedo bajo su línea de flotación, y tres compañeras de viaje. Personajes que, dependiendo del momento y lugar, bien representan una atracción sentimental no correspondida, bien una atracción más primaria donde el sexo se manifiesta como algo rápido y desprovisto de romanticismo. Una liberación estimulada por una faceta física que disipa cualquier calor humano y conduce hacia una segura frustración. El éxtasis del hundimiento.

Fernanda García LaoEn el discurso de García Lao la situación de cada palabra está calculada con pie de rey. Su posición está perfectamente medida para redondear las imágenes que transmiten los pensamientos más íntimos de Cifuentes en unas oraciones cuyo ritmo parece marcado con metrónomo. Nación Vacuna invita a algo que pocas veces hago: a leer en voz alta. Asimismo, la abundancia de figuras retóricas (metáforas, comparaciones, personificaciones…) abren la puerta a un lectura calmada. Sin extenderse mucho, el texto plasma en toda su amplitud el mundo interior y las interacciones sociales de un personaje condenado a una imitación de vida.

El barroquismo con el que se retrata esta decadencia contrasta con la escasez de detalles del escenario. Tal y como transmite la imagen de la cubierta, la novela produce la impresión de suceder en el vientre de espacios brutalistas. Una decisión que ahonda la distancia con estos personajes atrapados entre la alienación y la psicopatía, a la vez que los deja todavía más desnudos. La peripecia está reducida a la mínima expresión y las acciones bordean lo patético. Algo particularmente nítido en el último tercio, cuando la charada en la que han participado no sólo se sustancia sino que se convierte en el único madero disponible para aferrarse después del naufragio y lograr la salvación.

Por todo esto, Nación Vacuna puede recordar a las catástrofes de Ballard de los 70 (Rascacielos, La isla de cemento, Crash). Una elección en las antípodas de lo que busca ese gran público detrás del que andan la mayor parte de editoriales en España, y una mayoría de autores. Sin embargo, quien esté abierto a una alternativa estética, sin temor a sentimientos opresivos, aquí tiene una buena piedra de toque.

Nación Vacuna, de Fernanda García Lao (Candaya, col. Candaya Narrativa nº65, 2020)
144 pp. Tapa Blanda. 15€
Ficha en la web de la editorial

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