Corazón de tango, de Elia Barceló

Corazón de tango

Corazón de tango

Que Elia Barceló es una de las mejores plumas que escriben fantástico en castellano es algo que los que amamos este género sabemos desde hace tiempo, y lo demostró en obras como El secreto del orfebre o Disfraces Terribles. Para los que aún sean reticentes en compartir mi anterior aseveración tan sólo deben sumergirse en las páginas de su última novela, que es sin duda su mejor novela fantástica hasta la fecha y una de las mejores novelas fantásticas de lo que llevamos de año.

Corazón de tango es una novela aparentemente sencilla, pero que esconde toda una elaborada y precisa maquinaria de relojería que tan solo un artesano de las palabras como Elia Barceló es capaz de ajustar al milímetro. La narración se sitúa en dos ciudades muy distantes entre sí, tanto física como conceptualmente, casi antagónicas en sus estilos de vida como lo pueden ser Innsbruck y Buenos Aires, y el hilo conductor narrativo que nos llevará de una hasta la otra será el tango. De hecho éste es el verdadero protagonista de la novela. Pero no el tango como un simple baile de salón, como un estilo de música, sino el tango como pasión, como expiador de pecados, como fusión de almas, como máxima expresión del amor verdadero. El tango como sinónimo de libertad. Porque en el fondo esa liberación a través del tango es lo que buscan los protagonistas de Corazón de tango, liberación de la rutina gris del ejecutivo, del yugo machista de la hija obediente y esposa fiel, de la exclusión social del humilde, del desarraigo del inmigrante… En definitiva como liberación de la verdadera identidad que escondemos bajo las presiones sociales y morales.

0206EliaBarcelo.jpg Pero esta historia como todo buen tango encierra una tragedia, que no por esperada es menos desgarradora. Un triángulo amoroso fatal, un amor tan intenso que romperá la barrera del tiempo y del espacio. Todo ello narrado con ritmo pausado e intenso, con una enorme capacidad evocadora en las descripciones que transportan al lector a cada uno de los escenarios en que se desarrolla la narración, haciendo copartícipe al lector de cada una de las escenas, de cada una de las vidas de unos personajes que, a pesar de rozar el arquetipo, están llenos de matices, de zonas grises y luminosas, de pasiones y miedos. En definitiva, de vida.

La fuerza narrativa de esta novela no radica tan sólo en sus descripciones, en sus personajes ni en su tempo narrativo, a ritmo de tango. La forma sutil de introducir poco a poco el elemento fantástico gracias al uso acertado de flashbacks, algunos evidentes y otros apenas sugeridos, hacen que dicho elemento se sitúe en un falso segundo plano impregnando toda la novela sin que el lector sea enteramente consciente de ello, siendo éste el potenciador de la intensidad narrativa.

Hay novelas en las que, como con un buen vino, se disfruta de todo el proceso de degustación del mismo. Desde su aroma, su color, todos los matices de su sabor… Y cuando se termina uno hace una pausa para deleitarse con el gusto que ha dejado en la boca, siendo este momento igual de gratificante que anterior. Corazón de tango pertenece a esa categoría. Y no se extrañe el lector que al terminar de leerla le entren unas irrefrenables ganas de aprender a bailar tango. Aunque el tango que nos enseña Elia Barceló no se aprende en una escuela de baile, sino en las solitarias noches de Innsbruck, y, sobre todo, en los pequeños salones de baile porteños de principios del siglo XX.

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