Trabajar con adolescentes te expone a una continua doctrina del shock. Frases hechas, música, lecturas, series de televisión, uso de la tecnología, neologismos… El lapso generacional es el pan de cada día. Uno de los momentos más extraños del curso pasado me golpeó cuando escuché a un grupo de primero de la ESO hablar del Slender Man y los creepypastas; ficciones de terror que pululan por foros de internet, se copian, modifican y pegan sin descanso, creciendo y alterándose como si viviéramos en Pripyat bajo la invisible acción radiactiva de Chernobyl.
Lo más chocante fue comprobar lo extendido del asunto. Pocos chavales desconocían la figura del Slender Man a través de alguna de sus múltiples manifestaciones: vídeos de internet, aparición en videojuegos, fotografías… Meses más tarde pude ver el documental sobre esta criatura estrenado en la HBO y me sacudió la dimensión real por el cual llegó a los medios de comunicación: la insólita historia detrás del apuñalamiento de una adolescente en EE.UU. por parte de dos compañeras. La emisión de ese documental fue precedido de la publicación por parte de Gas Mask de Homo Tenuis, de Francisco Jota-Pérez, con un mismo punto de partida y un formato muy cuidado. Sobre todo por una maquetación que ha afilado su personalidad gracias a unas ilustraciones y fotografías en blanco y negro, y un fantástico uso de las tramas. Posee una textura de fanzine underground en perfecta simbiosis con la hiperstición, el concepto sobre el cual gravita su contenido.
Con valentía, Jota-Pérez se balancea en el espacio entre el ensayo divulgativo y el texto evocador para lanzar sobre el lector una gama muy diversa de objetos hipersticiosos. Construcciones narrativas que, en el acto de su transmisión, se introducen en la mente de los receptores, se realimentan con sus ideas y deseos y modifican su percepción para satisfacer su fin último: hacerse realidad. Además de abundantes citas a artículos que han trabajado esta línea en los últimos años, ilustra su funcionamiento mediante varios ejemplos. Comienza con el Slender Man y el caso de las niñas de Waukesha, Winsconsin, para seguir con otras casuísticas.
Jota-Pérez apenas expone unos datos básicos para crear un contexto. Tampoco es prolijo en el desarrollo de las ideas y los esquemas sobre los cuales se sostiene el concepto de la hiperstición. Una vez ha explicitado los detalles elementales, cambia su discurso y pone en marcha el otro aspecto fundamental de Homo Tenuis: una serie de composiciones con un aire a poema en prosa que buscan convertirse en portadores de ideas turbadoras. Algunos de ellos más meridianos, relacionados con visiones de un individuo contemporáneo al servicio de una cadena de valor donde sus ideas, sus opiniones, su misma existencia, alimentan una máquina económica deshumanizada. Otras en la tradición literaria nacida en el ciclo de historias breves de Robert W. Chambers sobre El rey de amarillo. El lugar narrativo forjado en la pulsión de muerte, la tanatomanía que se adivina en muchos de los callejones por los que hemos viajado como especie y que en las últimas décadas parece haber recobrado su vigor.
Supongo que la apreciación de Homo Tenuis está condicionada por la adaptabilidad a un formato tan chocante: este ensayo-narrativo y su manera de encadenar fragmentos divulgativos con frenéticos textos oníricos, evocadores, que empujan la rueda de la hiperstición. Preso de mis limitaciones, me hubiera gustado algo más de sosiego en la exposición de los hechos. Aunque gracias a esta forma tan ajena a los formatos tradicionales, he podido disfrutar de la brillantez estética de piezas como “_Ficción publicitaria y La Bolsa de valores: Coerción” o “_K: Persistente revolución electrónica: Hielo intravenoso del futuro: Neuro-arquitecturas aberrantes”. En un panorama tan conservador como el de la literatura fantástica escrita en castellano, Jota-Pérez se mantiene como uno de sus guías más incisivos en la búsqueda de posibles caminos a seguir.
Homo Tenuis (Gasmask Editores, col. Pop Kills nº2, 2016)
Rústica. 149pp. 14€
Ficha en la web de la editorial
Una rara avis en la literatura española. Sin duda. Sus “Cinco canciones de cuna” me pareció una flipada extrema.