El infinito en un junco se ha convertido en el libro evento del último año y medio, “arrasando” en las listas de venta desde una posición poco común: el ensayo de divulgación. Más allá del club de lectura que mantenemos en la Tertulia de Santander, hacía tiempo que no veía a mi alrededor tal coincidencia de lectores enfrascados en el mismo libro con opiniones generalmente muy positivas, incluso desde quienes más se han significado contra los bestsellers. Además, mi curiosidad venía espoleada porque en el último año también he leído opiniones acres sobre la escritura de Irene Vallejo, quejosas sobre su nulo valor como ensayo, críticas con la levedad de su repaso a la historia de la escritura. Si hubieran podido ponerle un blurb se habría quedado con “síntesis de la Historia Universal de Asimov para el gran público copo de nieve del siglo XXI”. Nada más lejos de lo que me he encontrado.
Algo de razón pudieran tener en este contexto donde se han sacralizado La Novedad y La Sorpresa como principales valores literarios. Desde esa perspectiva El infinito en un junco se hará exiguo. Más para ese lector formado en uno de sus puntos centrales: recontar el origen de la escritura, sus diferentes soportes hasta llegar al libro, y lo que ha perdurado y nos hemos perdido debido a su fragilidad. Aunque Irene Vallejo es muy hábil a la hora de huir del recorrido cronológico al estructurar su texto alrededor de dos instituciones: la Biblioteca de Alejandría, el gran legado de la cultura helénica, primer fenómeno de globalización de occidente; y la Roma sobre todo imperial; la dominadora de las costas del Mediterráneo durante varios siglos, continuadora de esa labor.
Inevitablemente, hay un enganche situado en el origen de ambas. Sin embargo este enlace se quiebra según van emergiendo implicaciones sociales, políticas, tecnológicas o culturales para tratar temas anteriores o posteriores, retomándose el hilo más adelante para ser quebrado de nuevo sin que por ello surjan repeticiones o confusión. Esa estructura se pliega a un discurso que trasciende la divulgación historicista: el libro como soporte, las palabras en ellos escritas, las vidas de sus autores… han vivido procesos equivalentes a los que experimentan en la actualidad. Entonces sobrevivieron y ahora también lo harán.
Esta idea es un detalle nada evidente en las primeras páginas. Se sustancia capítulo a capítulo mientras Vallejo construye un caso a medida que establece los problemas de perdurabilidad de los diferentes soportes; la enorme variedad de textos escritos y cómo han conseguido llegar unos pocos hasta nuestros días; la inevitable lucha por mantener la memoria; el surgimiento de diferentes niveles de censura y las consecuencias para la obra y sus autores; la construcción del canon cultural; la aparición del fenómeno fan… Mientras, su vida se hace presente y enfatiza su punto de vista más allá de qué ejemplos sirven para sustentar sus argumentos. La importancia de la literatura en la formación, su papel en la supervivencia ante las hostias de la vida, su condición de vínculo intergeneracional, significan el poder transformador de la palabra escrita a múltiples niveles.
Y en cierta forma, aunque nada de esto por sí solo es definitivo y puede recibirse como una posición muy conservadora (la literatura, las historias, hoy están en otros soportes que la siguen haciendo igual de relevante), la manera en que Irene Vallejo lo trata, expone un hecho, lo desarrolla un poco, lo vincula con lo que trata después, y avanza hacia un tema nuevo, establece un entramado sólido. Despliega aspectos objetivos y subjetivos con los que es fácil conectar emocionalmente y acierta a presentar un alegato convincente que invita a dejarse seducir por una posición optimista que enmienda ese sentimiento del fin de los tiempos que se ha instalado en la realidad cotidiana y literaria. Ojalá toda la divulgación estuviera escrita así.
Nota final: Utilizo el arrasando del primer párrafo entre comillas porque a nadie se le escapa que una reimpresión de Siruela no tienen los mismos ejemplares que una de Planeta. Pero aunque estemos hablando “sólo” de decenas de miles de ejemplares en vez de cientos de miles, sigue siendo una proeza.
El infinito en un junco (Siruela, Biblioteca de Ensayo, Serie mayor 105, 2019)
Rústica. 472pp. 24,95€