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La maravillosa vida breve de Óscar Wao
El tiempo corre que se las pela, la memoria tiene una capacidad de retención equivalente a la de Latro, la actualidad lo domina todo y las atrocidades de ayer cubren bajo gruesos paños de polvo cualquier barbaridad cometida hace más de una década. Por eso viene bien leer una novela como ésta que ofrece una mirada singular a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo; tres décadas que sumieron a la República Dominicana en una sima de la que todavía no ha sido capaz de sacar la cabeza (aunque el mérito no es exclusivamente suyo. Contribuyeron mucho los posteriores gobiernos del “demócrata” Joaquín Balaguer). Sin embargo lo mejor de La maravillosa vida breve de Óscar Wao no recae exclusivamente en su modo de hacer memoria sino en la aproximación utilizada por Junot Díaz a la hora de tocar temas como la integración de los emigrantes, la incomunicación generacional o la angustia adolescente.
No invento la rueda si digo que su personaje central es Óscar (Wao) de León; la novela se abre y se cierra con él mientras su narrador pretende esclarecer si existe o no un fukú (maldición) sobre su familia. Pero su vida apenas es un fragmento de un tapiz mucho más vasto que abarca tres generaciones de los Cabral-De León. En él figuran personajes tan dispares como su hermana Dolores, junto a Óscar el miembro más joven y eminentemente estadounidense de su family; su madre Hipatia Belicia Cabral, Beli, el nexo de unión entre la República Dominicana y EE.UU.; y el “perdido” patriarca del clan, Abelardo, el padre de Beli, caído en desgracia en la década de los 40 cuando sufrió toda la saña del régimen de Trujillo.
La novela se divide en tres partes y, a su vez, estas en varios capítulos bastante extensos, cada uno de ellos centrados en una etapa vital más o menos similar de sus protagonistas. Así, el primer capítulo relata la infancia y adolescencia de Óscar a caballo entre la década de los 70 y los 80. Sus años de escuela e instituto en los que fraguó su peculiar forma de ser, tímida, afable, enamoradiza y con nulo éxito con las mujeres. Contados por un narrador con una voz llena de sabor que aborda un retrato de Óscar tan entrañable como patético.
Es en el segundo capítulo, el único no relatado por dicho narrador, cuando se comienza a vislumbrar la dureza de la historia. En apenas dos líneas Dolores descubre los abusos que sufrió durante su infancia, como si no fuera importante. Una confesión que hiela la sangre en medio de una nueva semblanza de infancia-adolescencia, esta vez de un personaje independiente en permanente conflicto con su madre. Sin embargo, tal y como suele ocurrir con los hijos que no desean convertirse en sus padres, cuando tienen padres que no desean que sus hijos se conviertan en ellos, Dolores se transmuta en un reflejo deformado de Beli. Sin importar el país, la época, las costumbres…
En el tercer capítulo se da un salto hacia la República Dominicana de la década de los 50 con el tercer retrato infanto-adolescente, el de la propia Beli. Una niña con problemas de integración cuya vida cambia por completo durante la pubertad cuando las hormonas la transforman en una mujer exuberante. Un objeto de lo más apetecible en el peor lugar del mundo para convertirse en algo así.
Junot Díaz
Por último, el capítulo final de la primera parte (no profundizaré más para no aburrirles) introduce al adolescente que cierra el póker, el narrador de la mayor parte de la historia. Su interés reside en una voz sumamente oral que está continuamente interpelando al lector. Un charlatán que gusta de acudir al humor para hacer más tolerables los hechos más aciagos o amargos. Además funciona como elemento integrador de los diversos entornos culturales de los que provienen los personajes. Primero mediante un vocabulario propio de los emigrantes dominicanos, donde se intercalan las palabras derivadas del inglés (fokin, jevitas…) y el español (rubirosas…) en una manifestación de la evolución del lenguaje cuando uno se ha criado en la mezcla y la frontera. He aquí una prueba de la adorable sorna caribeña con la que relata la mayor parte de la novela
E invisible hubiera permanecido si en el verano del segundo año de la secundaria Beli no hubiera ganado la lotería bioquímica, no hubiera experimentado el Verano de sus Características Sexuales Secundarias, no se hubiera transformado por entero (ha nacido una belleza terrible). […] Los genes de sus padres difuntos habían desaparecido en una cabronada estilo Roman Polanski: como la hermana mayor a la que nunca conoció, Beli se había transformado de la noche a la mañana en un portento menor de edad, y de no haber estado Trujillo en sus erecciones finales, es probable que se hubiera puesto para ella del mismo modo que se decía se había puesto para su pobre hermana difunta.
El segundo ejercicio de hibridación surge del gusto de Óscar por la ciencia ficción, la fantasía, los tebeos de superhéroes, la música pop de los 80 y otras manifestaciones de la cultura popular, que invitan al narrador a utilizar un amplio repertorio de términos, comparaciones, metáforas provenientes de dicho acervo y que potencian la riqueza expresiva de su relato. Así un personaje se califica como “melniboneano” debido a la blancura de su piel, el color de sus ojos es de “Atlantis”, Beli tenía los pechos de “Luba“…
En ambos sentidos, el trabajo de su traductora, Achy Obejas, es excelente. Mantiene con maestría la voz del original y no se pierde en los homenajes, algo que en otros casos suelen desembocar en un desastre. El único “pero” viene cuando en contadas ocasiones no traduce palabras que sí tienen equivalente en nuestra lengua como ringwraith, orc o shelob, o algún título como Point Blank (la obra maestra de John Boorman, A quemarropa).
No obstante La maravillosa vida breve de Óscar Wao no solo vive de su ejercicio de estilo, fresco, ameno y repleto de alardes expresivos. De hecho reconozco que he empezado esta reseña con una verdad a medias. Sí, es una novela sobre uno de los períodos más oscuros de la historia de hispanoamérica que también trata la incorporación a la nueva sociedad de los inmigrantes, las tensiones entre padres e hijos o la agonía de la adolescencia. A medida que se atraviesan la segunda y la tercera parte y se descubre el sino de la familia Cabral-De León, se vislumbra algo mucho más profundo y universal: la manera en que el pasado afecta al presente y cómo las heridas no cerradas desangran a los hijos y a los nietos. Como si fuera un pecado original sepultado por la vergüenza y el tiempo, solo conocido por los viejos del lugar, pero que irrumpe y modela vidas que jamás han estado en contacto con él. En ese sentido, aunque no llega a entrar en el terreno fantástico, el fukú (la “maldición”) y sus secuelas son una poderosa metáfora sobre lo imposible que resulta alcanzar la estabilidad cuando existen traumas sin resolver, y cómo ese desequilibrio tiene el poder para atravesar y marcar distintas generaciones. Consciente o inconscientemente. Algo de lo que en España, analizando nuestra historia del último siglo y cómo nos hemos acostumbrado a no resolver las cosas, vamos bien servidos.
Para terminar, no puedo evitar hacer una última cita de las muchas que me hubiera encantado haber recogido aquí
Sé que he metido mucha fantasía y ciencia ficción en esta mezcla, pero se supone que es la historia verdadera de la Maravillosa Vida Breve de Óscar Wao… ¿No podemos creer que pueda existir una Ybón y que a un bróder como Óscar le haya llegado un poquito de suerte después de veintitrés años? Ahora les toca a ustedes. Pastilla azul, continúan. Pastilla roja, regresan a Matrix…
¿Cómo no voy a enamorarme de una novela que se me cuenta de esta manera?
La maravillosa vida breve de Óscar Wao (Mondadori, Col. Literatura Mondadori 367, 2008)
The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (2007)
Traducción: Achy Obejas
Tapa dura. 352pp. 22,90 €
Ficha en la web de la editorial
He leído la novela muuuucho tiempo antes de esta entrada. Coincido con Nacho. Magnífica.