Hace dos años preparamos en el colegio una serie de actividades de sensibilización relacionadas con la crisis de refugiados. Su punto álgido fue la construcción de un campamento en el polideportivo al cual cada clase tenía que aportar una tienda de campaña donde dormirían una serie de refugiados acogidos por cada grupo. Estos se eligieron para representar a una población, colectivo… a través de sus historias personales. Entre las posibilidades que encontraron mis alumnos se decantaron por el testimonio de dos mujeres salvadoreñas. Habían llegado a España amenazadas por la violencia de las maras. La actividad resultó bastante fructífera y permitió rascar más allá de la superficie de estas situaciones. Sin embargo me quedé con ganas de profundizar, algo que Libros del KO medio solucionó unos meses más tarde al publicar este Carta desde Zacatraz donde el periodista Roberto Valencia aborda una cuestión que devora Guatemala, Honduras y El Salvador.
De todos los enfoques posibles, Valencia apuesta por centrarse en un individuo para mostrar el complejo panorama detrás de estos grupos criminales y da el protagonismo de Carta desde Zacatraz a una única persona: Gustavo Adolfo Parada Morales, El Directo; uno de los mareros más conocidos de El Salvador, cuya vida expuesta al detalle funciona como epítome de sus acciones. Esta decisión, la de analizar el todo a partir de un pequeño engranaje, puede resultar frustrante para quien aspire a una visión más global, centrada en aspectos eminentemente políticos, económicos o sociales. Sin embargo, servirse de una vida y todos sus detalles como lienzo para presentar un panorama más complejo, dota al libro de una perspectiva muy humana y una concreción que se hubiera perdido de otra manera.
Parada Morales nació en El Salvador de la guerra civil en una pobreza sin paliativos, y su infancia y adolescencia en una familia desestructurada se desarrollaron en paralelo a la irrupción de la Mara Salvatrucha (MS-13). Uno de los grupos criminales internacionales más activos y peligrosos, surgido en las calles de Los Ángeles y exportada hasta El Salvador cuando varios de sus miembros fueron deportados tras el final de la guerra vivil. Los primeros años de Parada Morales, definidos por la precariedad, la pobreza y una violencia desoladora, enmarcan la llegada, el arraigo y el crecimiento del poder de las “gangas” hasta convertirse en un asunto prácticamente inabarcable, con la tasa de homicidios al nivel de la de los peores tiempos de la guerra civil.
Su metamorfosis en El Directo llega a través de su inclusión en la clica (célula) Pana Di Locos de la MS-13. Ese momento marca también el inicio de una titánica labor de investigación para reconstruir su vida como marero. Es algo evidente en una serie de asesinatos adjudicados a su persona durante su adolescencia y a raíz de los cuáles Parada Morales terminó no sólo en el reformatorio sino también en la primera plana de los medios de comunicación como rostro visible y chivo expiatorio de un problema que apenas comenzaba a ganar presencia en la sociedad salvadoreña.
Testimonios contradictorios, pruebas no concluyentes, falta de información, necesidad de protegerse de sus interlocutores, ocultar negligencias… Valencia realiza una tarea de primer orden, con numerosas entrevistas con los protagonistas del drama que introducen otras visiones mientras buscan afirmar los hechos más esquivos, que son muchos. Y mientras despliega los más o menos tenidos por ciertos, da la palabra a los diferentes protagonistas, bien para desarrollarlos, bien para sustentarlos, bien para mostrar ese terreno nebuloso en el que muchas veces se mueve.
Sin duda sobre todo los testimonios sobresale el de El Directo. Fruto de una conversación a lo largo de cuatro días en el año 2013, aporta su visión sobre su vida desde ese momento, meses antes de su muerte. Luz, como ya he dicho, es harina de otro costal, por el tiempo transcurrido respecto a sus primeras acciones, la necesidad de protegerse… Pero sus palabras son claves para ahondar en la dimensión monstruosa de su personaje, más cuando emerge la figura de Rosa, la madre de sus hijos, asesinada días antes que Parada Morales en un contexto que ahonda el drama detrás de estos grupos criminales.
Quien desee una descripción más general, menos centrada en cómo las maras (y la ineptitud de los sucesivos gobiernos del país) han pasado decenas, cientos de miles de vidas por la picadora, quizá no entre en Carta desde Zacatraz. Sin embargo, aunque se hubiera agradecido algún capítulo extra para contextualizar mejor la problemática, y la afluencia de nombres, lugares, clicas… resulte ocasionalmente abrumadora, Valencia acierta a sugerir lo general desde lo particular además de dotar a su relato de una estructura que ayuda a su comprensión. Especialmente con una serie de capítulos que, diseminados en el libro a modo de pequeños interludios, traen a colación entrevistas en las cuales los hechos en cuestión ocupan el lugar central de un libro. Una notable labor de reporterismo valiosa para conocer una de las principales causas del éxodo de inmigrantes y refugiados hacia Norteamérica (y Europa). Y cómo invertir en políticas de integración puede marcar la diferencia para atajar un problema que, únicamente con represión y mano dura, se enquista y agrava.
Carta desde Zacatraz (Libros del K.O., 2018)
Rústica. 384pp. 18,9€
Ficha en la web de la editorial